Al menos once personas, entre ellas un juez, han muerto hoy en un ataque suicida contra un juzgado de Islamabad apenas dos días después del anuncio de una tregua de los talibanes que parecía reabrir la posibilidad de diálogo en Pakistán.

El ataque contra un juzgado de distrito de la capital tuvo lugar hacia las 9.30 hora local, y provocó unos 25 heridos, dijo a Efe una fuente policial que especificó que entre los fallecidos se encuentran un magistrado y tres letrados.

"Dos terroristas llegaron por un lado de los juzgados y empezaron a disparar indiscriminadamente, contra todo el mundo", relató a Efe, Shahzad, un quiosquero de la zona comercial en el céntrico barrio F8, donde se encuentran las dependencias judiciales atacadas.

"Por el otro lado llegaron otros dos y se hicieron explotar en medio de los edificios del juzgado mientras sus compañeros seguían disparando incluso mientras asistíamos a los heridos", explicó el testigo, que añadió que "tenían la típica apariencia de los pastunes de las áreas tribales, altos y fuertes y con pelo largo".

Los agresores, que lanzaron varias granadas de mano, lograron burlar la fuerte vigilancia policial del recinto judicial y las fuerzas de seguridad tardaron más de media hora en recuperar el control del recinto.

El cuerpo paramilitar Rangers se desplegó poco después en el área del incidente, y se ha iniciado una operación de captura de los atacantes huidos, aunque la Policía reconoció pasado el mediodía que aún no se había producido ninguna detención.

Portavoces del centro hospitalario al que fueron trasladadas las víctimas, el Instituto Paquistaní de Ciencias Médicas (PIMS), afirmaron a las cadenas locales que se han recibido once cadáveres en total y que hay 25 heridos, la mayoría por impactos de bala. 

El ataque tuvo lugar en las inmediaciones del área comercial del barrio de F8, donde residen numerosos extranjeros y en el están ubicadas numerosas clínicas y sedes de empresas y organizaciones, tanto locales como foráneas.

Un alto mando policial reconoció a Efe que las autoridades no tienen indicios claros de la motivación del atentado ni del grupo al que pertenecen los asaltantes.

El principal grupo talibán, el TTP, se apresuró a desvincularse del ataque mediante declaraciones de su portavoz, Shahidulá Shahid, a diversos medios locales.

El atentado de Islamabad llega al día siguiente del anuncio gubernamental de suspender los ataques aéreos que han tenido lugar en los últimos once días contra bastiones talibanes en respuesta a una tregua de un mes anunciada el sábado por el TTP.

El alto el fuego insurgente reabrió la posibilidad de un diálogo que las autoridades suspendieron hace diez días a causa de la persistencia de las acciones armadas talibanes, que este mes han costado la vida a cerca de 200 personas, según un recuento oficial.

En paralelo al anuncio de suspensión de las negociaciones, que se desarrollaron con continuos sobresaltos y durante solo dos semanas, las autoridades iniciaron una serie de bombardeos contra el TTP que, según datos oficiales, costó la vida a un centenar de insurgentes.

La vía del diálogo que parecía reabrirse este fin de semana se ve ahora amenazada por el asalto en Islamabad y por otro ataque, que esta mañana costó la vida a dos miembros de la guardia fronteriza cuando una bomba estalló al paso de su furgón en la zona tribal de Khyber, en el noroeste del país. 

A falta de confirmación sobre la autoría de ambos incidentes armados, se constata la dificultad del proceso de negociación por el que han apostado las autoridades, entre otras dificultades por las disensiones en el seno del bando insurgente.

Según analistas locales, la actual dirección taliban, encabezada por Fazlulá, es partidaria del acercamiento, pero tiene la oposición de facciones internas lideradas por el entorno del anterior líder, Hakimulá Meshud, muerto en noviembre tras ser bombardeado por un dron estadounidense.

Según numerosos analistas y diplomáticos extranjeros, el proceso de diálogo se enfrenta también a la reticencia de sectores del Ejército más partidarios una solución militar a gran escala.

Según un reciente informe del PIPS, el año pasado hubo en el país asiático más de 1.700 atentados -un 61 % de ellos perpetrado por el TTP y sus aliados-, en los que murieron cerca de 2.500 personas, un 19 % más que en 2012.