Al menos 21 muertos dejó un atantado en la localidad de Tikrit, 60 kilómetros al norte de Bagdad. Los hechos se registraron cuando un atacante suicida detonó sus explosivos en una mezquita llena de políticos y policías y otro se inmoló dentro del hospital donde habían sido llevado los heridos.
Los autores lograron infiltrarse en áreas supuestamente seguras en en la ciudad natal de Saddam Hussein. Fue el tercer ataque importante en Tikrit este año, lo que refleja las dificultades que enfrentan las fuerzas de seguridad iraquíes para proteger a su propio pueblo en momentos en que los estadounidenses se preparan para retirarse a fines de año.
El primer ataque se produjo durante las oraciones musulmanas del viernes dentro de una mezquita sunita en la que había numerosos funcionarios locales. Murieron 16 personas, incluso un comandante de policía y un juez, dijeron las autoridades. La mezquita está dentro de un complejo controlado por el gobierno donde viven muchos oficiales y la mayoría de los asistentes eran empleados de seguridad o del gobierno.
Los cadáveres fueron conducidos al hospital principal de Tikrit, dijo el director médico de la provincia, Raeid Ibrahim. Agregó que hubo 54 heridos.
Horas más tarde, mientras los familiares aguardaban cerca de la sala de emergencia en el primer piso del hospital, un atacante suicida entró y se inmoló, dijo Mohamad al-Asi, asesor de prensa del gobernador provincial de Salahudin. Ese segundo ataque dejó 5 muertos y 16 heridos, dijeron un funcionario del hospital y un oficial de seguridad en Tikrit que hablaron con la condición del anonimato por no estar autorizados a hablar con la prensa.
Nadie se atribuyó inmediatamente los ataques. Los insurgentes sunitas suelen atacar a los mismos sunitas que cooperan con el gobierno porque los consideran colaboracionistas del régimen chiíta. Muchos de los extremistas suníes consideran a los chiítas como infieles.