"Las víctimas son los muertos de Merkel", "Alemania dice ser un país seguro", "Debemos cambiar nuestra política de seguridad e inmigración". Tras el ataque de un camión el lunes en una feria navideña en Berlín, que dejó a 12 muertos y 40 heridos, las críticas, especialmente desde los partidos de ultra derecha, le han llovido a la canciller alemana Angela Merkel. La líder europea, que lleva 11 años en el poder desde que asumió en noviembre de 2005, anunció hace un mes que se postulará a un cuarto mandato en las elecciones federales de fines de 2017. Pero, el atentado podría poner en duda su deseo. Ahora todos los ojos están sobre ella.

El primer sospechoso del atentado, un paquistaní, fue puesto en libertad el martes por falta de pruebas y hasta anoche la policía buscaba a un tunecino que podría estar conectado con el ataque, el que fue reivindicado por el Estado Islámico. Al parecer, el joven tendría alrededor de 20 años y habría presentado una petición de asilo, la que fue rechazada en julio. Según diarios locales, el presunto autor se encuentra desaparecido desde septiembre y está calificado como "peligroso" por las fuerzas de seguridad.

Merkel tiene una fuerte presión sobre ella. No sólo es vista como la protectora de los "valores de Occidente" luego de la elección de Donald Trump en Estados Unidos, sino que sus propios aliados le han exigido modificar la política migratoria. Además, según los analistas, la tragedia en el Breitscheidplatz marcará el debate político y electoral, aunque no está del todo claro cuál será el impacto en la opinión pública. La imagen de seguridad y estabilidad que ha construido Merkel en más de una década al frente de Alemania podría derrumbarse en los comicios del próximo año. Sobre todo si el ataque se asocia a los refugiados y a la política de puertas abiertas impuesta por la líder alemana, que el año pasado permitió la entrada de casi 900 mil solicitantes de asilo. Ya sus socios de coalición le han exigido que limite a 200 mil el ingreso de refugiados por año.

La canciller algo anticipó cuando anunció que volvería a postularse: las elecciones de 2017 serán las "más difíciles" desde la reunificación alemana en 1990. De acuerdo con las encuestas, Merkel tiene respaldo suficiente para gobernar otro período -su coalición CDU-CSU obtendría alrededor de un 35% de los votos, por debajo del 41% obtenido en 2013- pero enfrenta el difícil desafío de frenar el auge del populismo.

Poco después de los ataques en París en noviembre de 2015 y de los casos de robo y acoso sexual en la plaza de la catedral de Colonia en la víspera de Año Nuevo, el partido Alternativa para Alemania (AfD) comenzó a tener mayor respaldo. Según los sondeos, el AfD podría ser la tercera fuerza política, con un 15% de intención de voto.

Pero la canciller ha mostrado que puede dar un leve giro a la derecha. En el congreso de su partido, la Unión Cristianodemócrata (CDU) celebrado hace dos semanas, la líder europea afirmó que las entradas masivas de 2015 no podían repetirse. Además señaló que utilizar burka debería estar prohibido en "la medida de lo legal", como en colegios, cortes y otros edificios estatales.

Según The Guardian, Merkel deberá presentarse a sí misma como una protectora de la seguridad nacional, pero con las limitaciones de una sociedad que está nerviosa por el terrorismo como por sus libertades. "Alemania, alguna vez con suerte, se une al club de objetivos de terror en Occidente, junto con EE.UU, Reino Unido y Francia", señala el periódico.