Hace ya casi dos meses que el senador socialista Carlos Montes no asiste al tradicional almuerzo parlamentario de los lunes en Hacienda. Dice que no va no por una pataleta, por flojera o porque está haciendo campaña, como podría advertirse, sino porque, "la verdad, en mi opinión, como están las cosas ahora, esas reuniones no sirven para nada… El ministro Valdés no nos escucha, él tiene un enfoque, lo respeto, pero no comparto para nada lo que plantea ni cómo cree que esto se puede abordar".
Lo de Montes no es casual, tampoco una práctica común, y menos en un político que año tras año es reconocido por sus pares por su labor parlamentaria (comisiones incluidas), que jamás vota apurado y al que transversalmente se considera como serio. Lo de Montes, dicho por él y por el resto de sus pares en la comisión, no es más que reflejo del distanciamiento político e ideológico entre el jefe económico del gobierno y un sector histórico de la Nueva Mayoría por las diferencias que enfrentan sobre cómo puede revertirse o, al menos, amortiguarse el sostenido declive del crecimiento chileno.
¿Qué está pasando que las discrepancias se han vuelto tan radicales? En la cartera responden que simplemente Valdés está convencido de que el deterioro progresivo de la actividad reportada por el Banco Central da cuenta ya no sólo de una persistencia de la desaceleración económica minera, algo que estaba en los cálculos de todos, sino que hay un detrimento mayor en los índices de actividad no mineros, que ya no sólo se observa con nitidez, sino peor aún, no muestra señales de un pronto límite. Atento al curso de las cifras y aun cuando siempre se ha mostrado realista sobre la posibilidad de un repunte, para el economista el punto de inflexión fueron los últimos dos Imacec, ya que tras la caída de 0,4% en octubre, en noviembre pasado la sorpresa fue mayor, porque mientras el mercado esperaba una expansión de 1,3%, finalmente dio apenas para un 0,8%. El dato y lo que hay tras él es que el país habría crecido, con suerte, en torno a 1,5% en 2016 -si es que en diciembre no hay otra baja, el mercado espera un 1%- y que eso no sólo implica que el gobierno no ha sabido leer el comportamiento del ciclo, pues su última estimación anual era de 1 ¾% (1,75% en simple), sino también que este gobierno sumaría un cuarto año de baja en la tasa de crecimiento.
Si el año se hubiera cerrado con el dato de noviembre último, de hecho, el crecimiento promedio en 2016 bordearía el 1,9%.
La preocupación del ministro fue tal que, según comentan en Hacienda, el pasado jueves 5, día en que el Banco Central publicó el nuevo Imacec, dado que no tenía una pauta pública en el marco de la cual pudiera comentar la cifra, tempranamente esa mañana decidió convocar a la prensa para referirse a la cifra y evidenciar su preocupación. No es menor que aun cuando sostuvo que veía una recuperación del crecimiento mes a mes, reconocía también una debilidad mayor que la prevista en el cuarto trimestre de 2016 e inmediatamente -algo que no acostumbran hacer los ministros de Hacienda- modificaba su proyección de expansión del PIB desde el 1 ¾% original a un nuevo 1 ½%, "una décima más o menos".
Valdés, sin embargo, no sólo apostó por corregir sobre la marcha la proyección oficial de crecimiento 2016, dada tan sólo hace unos meses, en el marco de la tramitación de la Ley de Presupuesto 2017. En los días siguientes también habría esbozado su inquietud y desánimo respecto de la velocidad que muestra el ritmo de crecimiento para incluso cumplir la proyección para este año, de una expansión del PIB de 2 ¼%.
Una señal que si bien no transmitió tácitamente en el almuerzo del lunes pasado, sí esbozó al plantear que, "hasta donde tiene evidencia o le indican los datos, no ve señales de que la desaceleración esté pronta a llegar a su límite, a su piso, y si es así, yo entiendo y supongo que el resto de quienes estuvimos ahí también. Es obvio que las proyecciones para 2016 y para este año tendrán que ser ajustadas a la baja", afirma el senador PPD Eugenio Tuma, miembro de la Comisión de Hacienda.
Agrega que en esa reunión, Valdés no sólo evidenció preocupación por el hecho de que las proyecciones estarían quedándose más atrás ahora, sino más aún en el hecho de que de confirmarse aquello, esta administración promediaría un crecimiento por debajo del 2%, y eso no sólo dejaría un escenario macro muy debilitado para el próximo gobierno, sino que dejaría a este mandato de la Presidenta Michelle Bachelet como el de peor desempeño de las últimas cuatro administraciones.
"Yo apoyo al ministro, creo que todos lo apoyamos y podemos tener discrepancias con él, pero es evidente que no podemos permitirnos ser recordados como el gobierno que más mal lo hizo en materia de crecimiento. Y no lo digo por los números, sino que porque detrás de eso hay desempleo y pobreza, y eso no lo podemos permitir", señala Tuma.
Comienzan las tensiones
Que el ministro Valdés esté preocupado y que lo reconociera ante la prensa, corrección de cifras incluida, es algo que no debiera molestar en la Nueva Mayoría, reconoce un integrante que participa del gabinete económico que se reúne los jueves en Hacienda. Lo que tensó nuevamente la relación entre el ex gerente de Estudios del Central y la coalición es que nuevamente cuestionó algo que, para bien o para mal, está en el corazón de esta administración: el espíritu reformista. Aunque en público ninguna autoridad osaría expresar su malestar por los dichos del jefe de Hacienda -el ministro al que, supuestamente más escucha la Presidenta-, en privado algunos personeros que habitan en La Moneda expresaron su desacuerdo con el llamado explícito que hizo en el sentido de no seguir con los ruidos. Es decir, no insistir en cambios que compliquen al sector privado y al emprendimiento.
Y es que Valdés, ese mismo jueves, advirtió que detrás del magro Imacec había un factor que hasta ese día no estaba tan claro para él y su equipo: si bien la actividad minera, tras la caída de 7,1% en octubre, había podido repuntar un 2,2% en el mes siguiente, promediando a la fecha una caída anual de 2,6%, es la economía no minera la que enfrenta un bajón mayor a lo esperado. En octubre pasado, si bien aquella avanzó un 0,3%, un año antes subía 1,5%, una distancia que, sin embargo, se agudizó en noviembre de 2016, ya que con el aumento de apenas 0,6% se ubicó bajo el 2,6% anotado 12 meses antes.
Diferencias de enfoque
¿Qué leyó en las cifras? Sus críticos afirman que intentó culpar a las reformas de aquello. En Teatinos 120, en tanto, explican que tal como lo dijo en el punto de prensa, su tesis es que la economía avanza con debilidad y que enfrenta "un bajón" más allá del escenario macroeconómico, dado el fin del ciclo de altos precios de la minería, un contexto regional difícil y los efectos locales de las reformas implementadas por el gobierno, porque "hay varios sectores teniendo un comportamiento menor del que podrían tener".
"La política macroeconómica que seguimos es la correcta: disciplina fiscal, espacio para que la política macroeconómica en general se despliegue y un esfuerzo especial en concesiones e inversiones de las empresas públicas", reiteró ese jueves, dando paso a la frase que gatilló el malestar del oficialismo. "En términos microeconómicos, es necesario redoblar los esfuerzos para atenuar y, ojalá, hacer desaparecer ruidos que son completamente innecesarios para que las empresas puedan tomar decisiones", planteó.
Fue así como el jefe de Teatinos 120 abrió la primera disputa de este 2017 con la Nueva Mayoría.
Hasta ahí habría ido todo más bien desde lo político, comenta el diputado DC Pablo Lorenzini, histórico miembro de la Comisión de Hacienda de la Cámara Baja, quien asegura que en la reunión del lunes pasado expresó categóricamente su malestar por los dichos del ministro y por lo que hay detrás de ellos. "Plantear que la respuesta posible para salir de este estancamiento es dejar los proyectos de lado, porque eso fue lo que sugirió con otras palabras respecto de la reforma a las sanitarias, y advertir los riesgos de la incertidumbre regulatoria cuando no es bien estudiada, obviamente que es una afrenta a lo que como coalición compartimos y supone que no pensamos ni estudiamos los proyectos", fustiga.
Tuma tampoco comparte el planteamiento del ministro, pero cree que es necesario ordenar la agenda, dejar a un lado las diferencias y buscar todos los mecanismos para evitar no sólo un crecimiento mediocre, como advierten los críticos del gobierno. "Lo que importa es que podamos avanzar, sacar adelante a la economía y claro que esas cuñas no ayudan. Pero el ministro es serio, y si piensa así no es porque el empresariado sea lo importante para él, es porque ve que macroeconómicamente ya no puede hacerse mucho más. Podemos coincidir o no, pero en lo que sí tiene razón es que los datos no son alentadores", dice.
Montes, sin embargo, discrepa de su colega de coalición y atribuye lo que está ahora advirtiendo el ministro a un error de diagnóstico del equipo económico. "Probablemente, es el ministro de Hacienda con mejor trato que hemos tenido, es derecho, buena persona. El problema, desde mi perspectiva, es de enfoque ideológico sobre cómo enfrentar cuatro años de estancamiento. Valdés ve la respuesta en mantener la macro y eliminar los ruidos para que las empresas retomen inversiones, es decir, hacerle el juego al empresariado. Creo que es un error, que subvaloró el efecto multiplicador de la inversión pública y que su error fue apostar por una caída de 3,7% en la inversión pública para este año y no haberla aumentado un 1%, por ejemplo. Nunca le pedimos algo monstruoso, y no haberle doblado la mano fue nuestro error también", sentencia.
El senador PS, incluso, asegura que se usaron US$ 2.000 millones del fondo de educación para gasto corriente, y que si eso se hizo era perfectamente viable elevar algo más la inversión pública. "Las estimaciones que tenemos en el partido es que la economía está en riesgo de caer a 1%, y si eso pasa, el desempleo subiría en unos dos puntos porcentuales. Eso se puede evitar y Valdés lo sabe", añade.
Lorenzini se suma a esa opinión, y si bien coincide en que hay que mirar la coyuntura con prudencia, cree que Valdés debe dar un giro. "Nada habría costado que el ministro hubiese aceptado aumentar la inversión pública con fuerza este año para apuntalar la actividad, porque los privados no lo harán. Si una empresa quiere invertir lo hace con o sin reforma laboral o tributaria, y está comprobado. De hecho, la reforma tributaria ayudó el año pasado a la recaudación. Creo que su enfoque ha sido demasiado restrictivo, que estamos creando un ambiente más pesimista del que efectivamente hay y que aún puede revertirlo si hace una excepción e inyecta recursos para acelerar las cosas y si el Central se apura con una baja de tasas ya esta semana. ¿Qué más hay que esperar?", se pregunta Lorenzini.