Universidad Católica sufrió, ante Audax Italiano, no sólo la peor derrota en el presente torneo; perdió 5-2 en su visita a los floridanos, un marcador tan inhabitual que hay que remontarse hasta el 10 de agosto 2003, cuando Colo Colo le venció por las mismas cifras. Nunca, desde entonces, le habían anotado cinco o más goles en un partido por la Primera División. Una marca de 536 encuentros que terminó ante la encendida escuadra de Hugo Vilches.
Lo cierto es que no había razones para esperar un tránsito fácil de los cruzados, pese a que los audinos habían sufrido sus peores derrotas en este torneo ante Colo Colo (4-0) y Universidad de Chile (3-0). Ese antecedente, el de caer ante los grandes con notoria facilidad, atenuaba el entusiasmo que los verdes podían abrigar con su buen rendimiento en este certamen; tanto que recibían en mejor ubicación en la tabla a la UC (octavo y noveno, respectivamente).
El juego durante el primer tiempo permitió recordar que el equipo de Las Condes ha sufrido bastante en sus visitas a La Florida. Porque a pesar de alguna tapada espectacular de Joaquín Muñoz, eran los locales quienes llegaban más y mejor en posición de anotar.
Por eso resultaba justificado el marcador con que concluía el primer tiempo: el 1-0 era el premio mínimo que merecía el cuadro del castigado Vilches (que vio el duelo desde una caseta del estadio). En eso, sin embargo, apareció Ricardo Noir para igualar y poner una máscara a lo que sucedía en la cancha.
La reanudación, no obstante, traería un partido de ensueño para los itálicos y una pesadilla para los estudiantiles.
Con Marcos Riquelme inspirado, más la batalla del buen toque ganada por los talentosos del medio (como Joe Ábrigo y Ariel Martínez), el partido se transformó en una humillación para la escuadra de Mario Salas. Fueron cuatro goles en el período (incluyendo el triplete de Riquelme) y un descuento postrero y maquillador de Cristián Álvarez.
Las explicaciones pueden ser variadas, pero lo esencial es que Audax demostró que a sus jugadores más tradicionales, como Bryan Carrasco o Diego Vallejos, le agregó elementos nuevos y logró un equilibrio al que, quizás, le falta un poco más de rigor defensivo. Con todo eso, ya le está alcanzado para ser cuartos por puntos (aunque sextos por diferencia).
Mientras, en la UC las dudas se multiplicaron. La zaga fue un desastre, con mucho espacio entre los dos centrales y escasa vivacidad para apurar a los atacantes rivales; los dos laterales sufrieron todo el partido y en la contención la recuperación era nula.
Para colmo, en la delantera, el Tanque Silva volvió a mostrarse opaco (salvo de destacable su intervención en el empate parcial) y José Pedro Fuenzalida casi no ganó un duelo. Sólo Ricardo Noir exhibió alguna consistencia, pero no tuvo recompensa: apenas un tiro en un vertical y un golazo no validado por posición fuera de juego.
De esta manera, los cruzados se despiden de la última migaja de ilusión que les restaba: ya no serán tricampeones, si aún creían tener opción de serlo. La Copa Libertadores es, desde este domingo, su único destino obligado.