La explosión en un vagón de un tren cargado de gas en la localidad de Viareggio, en el norte de Italia, dejó dieciséis muertos y 14 heridos de gravedad, mientras se sigue buscando a otras cinco personas dadas por desaparecidas, según confirmó un portavoz de Protección Civil.
Cuando todavía no están claras las causas de la explosión, ocurrida la pasada medianoche, los primeros testigos señalaron que una "nube de gas" originada por el escape en uno de los vagones del convoy alcanzó una casa vecina a la estación, y que en ese momento un chispa pudo haber causado la deflagración.
Los heridos, que se cifran en 36 de los que 14 están graves, presentan quemaduras en hasta el 90 por ciento del cuerpo, mientras que los muertos, entre los que hay tres niños, resultaron calcinados en su mayoría.
Se trata de uno de los peores siniestros en el sector italiano de los transportes, según el jefe de la Protección Civil, Guido Bertolaso, que ha expresado su deseo de que esta triste experiencia sirva para que se apliquen nuevas medidas de seguridad en este ámbito.
Los trabajos de rescate, que comenzaron poco después de que tuviera lugar el accidente a las 23.50 horas (17.50 horas de Chile) de ayer, continúan con la esperanza de encontrar con vida a las personas que se cree que han quedado sepultadas bajo los escombros de dos edificios que cedieron a raíz de la explosión.
Asimismo, también se trabaja en la extinción del espectacular incendio provocado por la deflagración así como en el vaciado de las trece cisternas de gas petróleo licuado (GPL), que formaban parte del convoy ferroviario accidentado, y que podrían explotar por la propagación del calor.
En un primer momento se llegó a evacuar a 1.115 personas de sus viviendas del entorno del lugar de la explosión, de las que sólo quedan 300 fuera de sus hogares.
La explosión que no sólo afectó al convoy, sino también al edificio de la estación y a los vehículos aparcados por lo que muchos pensaron, en un primer momento, que era el resultado del estallido una bomba.
Mientras tanto, se suceden los testimonios sobre el suceso y sobre escenas dantescas de personas envueltas en llamas mientras los coches explotaban uno tras otro.
"Estaba en mi habitación, escuché el chirrido de un frenazo y vi que del tren de mercancías que pasaba por la estación salía una nube blanca altísima. Entonces supe que se trataba de gas que de repente se convirtió en un muro de unos 200 metros de alto de fuego", explicó uno de los testigos de lo sucedido.
"Escuché al menos tres explosiones", refirió el testigo al diario "La Repubblica", que tras las deflagraciones se dirigió al lugar de los hechos para ayudar.
"Vi a dos jóvenes muertas bajo los escombros, se oían los gritos de un chico cuya pierna quedó atrapada y que tenía miedo de prender fuego", agregó.
Giuseppe Ferraciolo, un camarero de la estación, narró que el tren entró en la terminal ferroviaria "a toda velocidad, se veían chispas que salían de los raíles y venía envuelta en una nube de polvo. Poco después, numerosas explosiones transformaron en una enorme hoguera la estación, las casas circundantes y los coches".
La Compañía de Ferrocarriles del Estado italiano, Trenitalia, indicó que el incidente pudo deberse a que uno de los bojes de los primeros compartimentos cisterna del tren cediera y provocara una fuga de gas que causó la explosión.
De los catorce vagones del tren accidentado, los cinco primeros volcaron, otros dos están en pie pero fuera de las vías, y los siete restantes no sufrieron daños, según Trenitalia.
El primer ministro, Silvio Berlusconi, dijo que la situación "es grave", mientras el papa Benedicto XVI expresó su "profundo pesar" por las víctimas.