En mayo de 2002 apareció el que fue el primer brote de gripe aviar en Chile y Sudamérica. En una planta de San Antonio se identificó la cepa H7N3, que en un principio se indicó como de baja virulencia, pero a medida que fue avanzando cambió su comportamiento a alta patogenicidad, lo que da cuenta de lo variable que puede ser un brote.

Así lo recuerda la infectóloga Jeannette Dabanch, expresidenta de la Sociedad Chilena de Infectología (Sochinf), que indica que dentro de cada familia de virus "hay algunos de alta virulencia como otros de baja que no afectan severamente".

La cepa del nuevo brote de influeza aviar, detectado en una planta de pavos de Sopraval en Quilpué, aún es desconocida -sólo se sabe que es H7-; las muestras fueron enviadas a EE.UU. y su análisis debería estar listo la próxima semana. Es necesario cultivar y reproducir el virus en laboratorio, para caracterizarlo completamente y determinar si se asemeja a otro o es nuevo.

Los virus de la gripe aviar se dividen en subtipos de acuerdo a las dos proteínas que tienen en la superficie: hemaglutinina (H) y neuraminidasa (N), señala Dabanch. "Se han descrito alrededor de 17 tipos de H y 12 de N", dice, cuya virulencia depende de esta combinación. La cepa más virulenta descrita es la H5N1.

Pablo González, investigador de la U. Católica y el Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (IMII), explica que sólo sabiendo que es H7, poco se puede determinar. "En el pasado han existido cepas H7, hay una que se ha repetido mucho en Europa (H7N7), que ha mostrado tener variantes patogénicas y otras menos patogénicas. Eso significa que las manifestaciones que presentan en los animales pueden ser variables", dice.

Uno de los casos más graves, sostiene, fue una infección que en 2003 afectó a trabajadores que manipulaban animales y que fueron afectados, en su mayoría, por conjuntivitis, aunque la mayor complicación asociada es la muerte. "En general, en los últimos casos reportados de H7 que han ocurrido en Europa, no ha pasado a mayores", asegura.

Para que el virus -que se siente cómodo en un ave como reservorio- pase al humano debe producirse una mutación y eso no hay cómo saberlo con anticipación. En mayor parte, es azar.

Medidas en avícolas

Andrea Kamp, veterinaria y jefe de calidad de Sopraval, señala que el 26 de diciembre, al realizar el programa de vigilancia sanitaria en la planta de Las Palmas (Quilpué), se detectó pavos con problemas respiratorios y se dio aviso al Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), que activó, junto a la empresa, el protocolo establecido para estos casos.

El SAG confirmó el foco de influenza aviar el 30 de diciembre y se dictaminó la aislación inmediata de la granja afectada y la prohibición de salida de cualquier ave. "La cual se cumplió estrictamente", señala José Ignacio Gómez, jefe de la división de Protección Pecuaria del SAG.

Luego del primer diagnóstico, se realizaron otros tests para determinar el tipo de virus y se informó al Ministerio de Salud y a la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), según el protocolo. Además, se estableció una zona de vigilancia intensiva con muestreos en granjas aledañas.

El SAG mantiene una vigilancia activa en las plantas avícolas, con muestreos frecuentes, además de una pasiva, dependiente de las denuncias de las empresas, que también se extiende a los productores de "gallinas libres".

De manera preventiva, todas estas industrias cuentan con un sistema de bioseguridad, que incluye restricciones de acceso, programas de higienización para evitar la contaminación cruzada y arcos de desinfección en los accesos, que se han extremado a partir del brote.

Pablo Alberrán, gerente general de Ecoterra, productora de huevos de gallinas libres, dice que en su caso es complejo, porque las aves están al aire libre y pueden tener contacto con otras aves, por lo que, hasta que no se asegure que el brote está controlado, se restringirá el horario de salida a las tardes. "Vamos a aumentar las medidas de bioseguridad al interior de nuestro plantel, a hacer todo lo posible para que no haya contacto con personas, materiales o huevos que puedan estar contaminados desde algún otro lado", dice. Aunque González, señala que tienen la ventaja de ser productores con baja densidad de animales por metro cuadrado, lo que hace más difícil que el virus se propague.

La vigilancia de enfermedades en aves, dicen en la Asociación Gremial de Exportadores de Carne de Chile (Expocarnes), que agrupa a productoras avícolas, la vigilancia es clave, por lo que tienen un programa en el que invierten más de 416 millones de pesos al año, sólo para enfrentar la gripe aviar y la enfermedad de Newcastle, complementario al programa del SAG.

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