Son los que cuando empiezan a dar su opinión, dicen "Sí, pero…", y luego sigue un monólogo de 20 minutos criticando las decisiones tomadas, mientras los demás comienzan a cruzar miradas cómplices y sancionadoras. Sí, la actitud de un inconformista casi siempre es mirada con recelo en los ambientes laborales. Pero quizás si sus compañeros supieran que tener a un disconforme es positivo para el grupo, lo valorarían más. Por eso, esta guía de cómo identificarlos, reconocer su aporte y saber cómo tratarlos.
Competitivo, autosuficiente, analítico: ya en 1932 los sicólogos sociales querían entender a los disconformes. Por eso, en un experimento se le pidió a un grupo de personas que, individualmente, adivinara cuántos porotos había adentro de una botella. La mayoría cambió su estimación cuando supieron las respuestas de los demás. La minoría apostó por su propia respuesta. Eran los inconformistas. Y esa es la primera clave: "Al contrario de los conformistas, están dispuestos a arriesgar la desaprobación social al sugerir una idea contraria o poco convencional", dice a La Tercera Piers Fleming, sicólogo de la Universidad East Anglia en Reino Unido.
El inconformista suele ser competitivo, autosuficiente, analítico, perfeccionista, poco tolerante a la frustración, pero, por sobre todo, crítico al momento de hacer balances. ¿Conclusión? Son percibidos como poco afables.
Los beneficios para el grupo: Fleming realizó un estudio sobre conformismo y concluyó que, contrario a lo que la gente creía, los inconformistas son más proclives que los conformistas a trabajar por el bien común del equipo. "Los conformistas trabajan en relación al comportamiento del otro. Los disconformes, en cambio, ignoran lo que otros hacen y deciden ver qué es lo mejor y trabajarán duro por el objetivo (grupal), por lo tanto, llevan al equipo a una nueva dirección", agrega.
Los disconformes son personas que aportan mayor creatividad, lo que les permite ir más allá de lo evidente y, por lo mismo, reaccionar mejor en momentos de ambigüedad o crisis, según explica Jorge Sanhueza, decano de Sicología de la U. Adolfo Ibáñez.
Cómo abordarlo para beneficio: una forma de estimularlos es aumentar el nivel de exigencia y el grado de dificultad de sus tareas e imponerles siempre nuevos desafíos, explica José Miguel Aravena, director del Magíster en Desarrollo Organizacional y Recursos Humanos de la Universidad del Desarrollo. Además, dice, la gente que trabaja con las personas inconformistas tiene que tener autoestima alta, porque genera muchas dudas de cómo se hace el trabajo.
Y si está pensando en ascender a un inconformista, tenga cuidado, porque si bien son un aporte al grupo, también pueden ser su causa de estrés. "Mientras no pueda lidiar con su inconformismo, un jefe así producirá agotamiento en el equipo, porque nunca estará conforme con las tareas de los otros. Puede provocar un quiebre en el grupo", concluye María Angélica Zulic, gerenta general de Laborum.com.