El ultraderechista noruego Anders Behring Breivik, autor confeso del doble atentado en que murieron 77 personas en julio pasado, intervendrá a través de un videoconferencia en la próxima audiencia que definirá sobre su prisión preventiva.

Así lo dictaminó hoy la Corte de Oslo, que aceptó la petición de la Policía y desechó las quejas de la defensa de Breivik, que quería que se defendido compareciera en persona el próximo 14 de noviembre, como ha hecho en las tres anteriores vistas.

El fallo estableció que las autoridades siguen con detenimiento la salud de Breivik, encerrado en la prisión de Ila, al oeste de Oslo, y que no consideran irresponsable que Breivik no pueda comparecer personalmente, como argumentaba la defensa, apelando a las consecuencias del aislamiento total en el que se encuentra para su estado mental.

La Policía envió a principios de semana una solicitud pidiendo la intervención mediante videoconferencia de Breivik, de 32 años, argumentando que supondría un importante ahorro de recursos económicos y que sería más seguro. La petición fue aceptada gracias a una nueva regla que entró en vigor hace dos meses y que permite la intervención del sospechoso a través de videoconferencia en casos penales.

El tribunal rechazó las objeciones de la defensa, que denunció que aunque formalmente se le ha abolido el régimen de aislamiento, Breivik sigue padeciéndolo en la práctica: es el único prisionero con nivel de máxima seguridad, además de estarle prohibido recibir visitas y cartas o tener contacto con los medios de comunicación.

La Corte de Oslo tendrá que decidir todavía si acepta otra petición de la Policía para que la vista del 14 de noviembre sea la primera que se celebra a puertas parcialmente abiertas, admitiendo la presencia de medios de comunicación y representantes de los implicados en el caso.

El día de la vista, donde se decidirá si se prolonga por tercera vez la prisión preventiva, el fundamentalista cristiano cumplirá 16 semanas en prisión.

Breivik hizo estallar el 22 de julio un coche bomba en el complejo gubernamental de Oslo, donde murieron ocho personas, e inmediatamente después se trasladó a Utoya, donde disparó de forma indiscriminada matando a otras 69, en su mayoría asistentes al campamento de las Juventudes Laboristas.