El hombre fuerte de la última etapa del gobierno de Cristina Fernández evidentemente tiene el sello K. Se llama Axel Kicillof. Es a quien más escucha la presidenta, es el primer titular de Economía verdadero desde la primera etapa del kirchnerismo (durante años quien tomó las decisiones de esa área fue el mismísimo Néstor Kirchner, hasta su muerte en 2010) y su ascenso ha significado la pérdida de poder de otros ministros otrora emblemáticos. Ahora el nombre de Kicillof suena muy fuerte para dar el zarpazo al fin y convertirse en el jefe de gabinete, en reemplazo de Jorge Capitanich, eso sí manteniendo controlada Economía a través de uno de sus hombres.

"Ax", como le dicen sus amigos, quiere dejar ese ministerio para desligarse del desgaste que implica esa cartera, en momentos en que se registra "la peor performance económica de la década", según escribió el columnista del diario Clarín Eduardo van der Kooy. Ese cambio, como número uno del gobierno, le daría mayor protagonismo, consolidaría el estrecho vínculo con Cristina K (que se potenció por el menor conocimiento de la presidenta en materia económica, a diferencia de Kicillof, que es doctor en Economía por la Universidad de Buenos Aires) y lo potenciaría como un funcionario fundamental en el Ejecutivo.

Hasta ahora, Kicillof, aparte de controlar Economía (cartera a la que llegó primero como viceministro y desde noviembre pasado como titular), teledirige los ministerios de Agricultura y Relaciones Exteriores, ya que ubicó a su gente en posiciones clave, con lo cual marginó el peso de los ministros Carlos Casamiquela y Héctor Timerman. Incluso, maneja la cartera de Energía y su voz es muy fuerte en Aerolíneas Argentinas y en YPF. No por nada él fue uno de los cerebros de la expropiación de esa petrolera. Sin embargo, él estuvo detrás de los acuerdos con Repsol por YPF y con el Club de París y ha sido la cara visible en la negociación y enfrentamiento con los holdouts.

Pero no se queda ahí. Axel Kicillof mantiene una dura y soterrada batalla con los otros miembros del gabinete económico que aún mantienen algunas parcelas de poder, como la ministra de Industria, Debora Giorgi, y el titular de Planificación, el otrora poderoso e influyente Julio de Vido. Con el otro que estaba enfrentado, el presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, tiró la toalla y renunció el miércoles. En su reemplazo fue nombrado Alejandro Vanoli, que si bien no forma parte del círculo de Kicillof, no presentaría problemas al actual ministro de Economía. "Vanoli es un chico con poca experiencia. En mi época era un llevapapeles", declaró ayer a una radio local el ex presidente del Banco Central Martín Redrado.

Para que sea completa la jugada, Kicillof pretende que, de ser nombrado como jefe de gobierno, su segundo, Emanuel Alvarez Agis, quede al frente del Ministerio de Economía. "Si Cristina los asciende a jefe de gabinete, pero le saca el manejo de Economía, es más lo que pierde que lo que gana", escribió el sitio web La Política Online, aunque "la progresión de decisiones no va en ese sentido".

Fiel a un estilo desenfadado que a veces raya en la prepotencia, Kicillof ha cultivado una imagen juvenil, pese a que ya tiene 43 años, gracias a sus patillas bien cuidadas y a que se niega a usar corbata. Miembro de La Cámpora y amigo de Máximo Kirchner, nació en Buenos Aires el 25 septiembre de 1971, es hijo de un siquiatra y una sicóloga, ambos con orígenes judíos, y estudió Economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Fue docente de la UBA e invirtió siete años para su tesis doctoral sobre John Maynard Keynes.

"Kicillof ya es un hombre fuerte desde hace mucho. Como Cristina no sabe de Economía, él es alguien que tiene alguna influencia sobre la presidenta. Además, viene de la izquierda dura y tiene este discurso de "no transar ante los intereses hegemónicos", pese a que han pagado la deuda mucho más que otros gobiernos, que a Cristina le gusta. Kicillof es un hombre fuerte y podría seguir subiendo. Algunos incluso lo postulan como candidato a presidente. Lo que pasa es que él no mide en las encuestas. O sea, es fuerte dentro del gobierno, confiable, pero afuera no mueve el amperímetro", aseguró a La Tercera Laura di Marco, autora de los libro superventas La Cámpora y su más reciente, Cristina Fernández, la verdadera historia.