"¿Vieron que tenía razón?", comentó con indisimulada satisfacción la Presidenta Michelle Bachelet a los ministros y subsecretarios de su gobierno que la acompañaban en La Moneda la noche del domingo 19 de noviembre, luego de que se conocieran los resultados de las elecciones presidenciales y parlamentarias.
Esas horas, según describen varios ministros, el ánimo de la Mandataria estaba "reflexivamente contento", festejando los resultados que dejaban en segunda vuelta a uno de los dos candidatos del oficialismo, Alejandro Guillier, pero, al mismo tiempo, aquilatando el rearme anímico que representaba para ella y su administración el mensaje que -según sostenía- daban las urnas. Más de la mitad de los chilenos, señalan en Palacio, se manifestaron a favor de los cambios estructurales que había iniciado el gobierno, un 21%, incluso, por ir más allá de lo que la Nueva Mayoría siquiera había soñado.
Ese día, Bachelet iba y venía entre el Salón Montt Varas -donde la mayoría de sus colaboradores se habían instalado a ver en varios televisores el recuento de votos- y las dependencias del Ministerio del Interior, donde el equipo político analizaba la jornada. Su ánimo y el de sus ministros, señalan en La Moneda, fue cambiando a medida que se escrutaban las mesas electorales. "Que gane cualquiera, pero que no gane Piñera", se le habría escuchado decir, según una versión, con el recuento de las primeras mesas, cuando, sorprendiendo a todos, Beatriz Sánchez aparecía superando a Guillier, y el abanderado de Chile Vamos no lograba las expectativas que se habían generado en los días previos.
El miércoles 15, durante el último comité político antes de las elecciones, el gobierno había descartado convocar al oficialismo a un acto en La Moneda. Entonces se preveía un triunfo más holgado de Piñera, un resultado nada satisfactorio para la Mandataria si se toma en consideración que buena parte de la estrategia electoral de la centroderecha se había centrado en criticar al gobierno y sus reformas.
En ese ultimo comité político preelecciones, Bachelet y los ministros Mario Fernán- dez, Paula Narváez, Nicolás Eyzaguirre y Gabriel de la Fuente tuvieron en cuenta otra razón, además, para desechar la idea de convocar a un acto en La Moneda. El Servel había anticipado que demoraría en entregar los resultados de las parlamentarias, lo que podría impedir a algunas directivas partidistas llegar a tiempo a Palacio, la anunciada debacle electoral de la DC suponía -también- una suerte de freno de mano al Ejecutivo. En medio de la división del oficialismo, recalcaron los ministros del comité político, la sede de gobierno era el único lugar donde seguía existiendo la Nueva Mayoría como coalición.
Lidiar por primera vez con dos candidatos presidenciales del bloque había supuesto una tensión inédita para La Moneda y había obligado al gobierno a cuidar con mayor celo la prescindencia de la campaña. En los últimos meses, varias veces el comité político tuvo que administrar las quejas de los partidos y de algunos ministros en contra de sus compañeros de gabinete por haber asistido fuera de sus jornadas laborales a un acto en favor de su candidato presidencial.
Hasta los seremis y otras autoridades regionales que militan en partidos de la Nueva Mayoría optaron por inhibirse de apoyar a sus candidatos a parlamentarios para no meterse en las pugnas internas que se desataron entre las facciones.
En La Moneda y el oficialismo concuerdan, sin embargo, que hasta hace un mes, tampoco había interés desde los comandos por aproximarse al gobierno. Mientras la candidatura de la ex timonel DC Carolina Goic marcaba distancia de algunas reformas impulsadas por Bachelet y criticaba la "excesiva" influencia del Partido Comunista en la marcha del Ejecutivo, desde el comando del senador por Antofagasta algunos miembros de su círculo más estrecho, como Sergio Bitar y Juan Enrique Forch, también eran partidarios de desentenderse de un gobierno que tenía un alto nivel de desaprobación. El distanciamiento llegó a tal nivel, que el candidato presidencial del PRO, Marco Enríquez-Ominami, vio el espacio para levantarse públicamente como el continuador de la obra de Bachelet.
La tesis de alejarse del gobierno no era compartida al interior del comando de primera vuelta de Guillier por el entonces jefe de campaña, Osvaldo Correa, ni por el jefe del equipo de comunicaciones, Juan Andrés Lagos. Ambos mantenían contacto con la Presidenta Bachelet a través de su jefa de gabinete, Ana Lya Uriarte. Y así consiguieron -por ejemplo- que la madre de la Mandataria, Ángela Jeria, accediera a aparecer en la franja de TV alternativa del abanderado de la Fuerza de Mayoría.
Tres semanas antes de la primera vuelta, desde el comando de Guillier se comunicaron con La Moneda y pidieron terminar con el distanciamiento.
Desde el comando de Guillier afirman que el ministro de la Segpres, Gabriel de la Fuente, y su subsecretario, Víctor Maldonado, también tuvieron un rol clave en la coordinación ente La Moneda y el comando por esos días, a través de conversaciones en el Congreso con algunos senadores oficialistas que participaban del comité estratégico y territorial de Guillier.
Fue por intermedio de esos canales de comunicación que se mantuvieron abiertos que tres semanas antes de la primera vuelta, desde el comando de Guillier pidieron ayuda a La Moneda. Aunque no compartían la tesis del "cerco comunicacional", que habían levantado algunos miembros del entorno del senador, Correa y Lagos hicieron ver al Ejecutivo que era insuficiente la cobertura que tenía el candidato y que requerían que Bachelet y sus principales voceros asumieran un rol protagónico en la defensa del legado del gobierno. La respuesta, afirman en el comando guillierista, recién la vieron la noche del domingo 19 de noviembre, al término de la elección.
"Necesitamos la unidad de todos los que quieren las transformaciones que el progreso de Chile requiere", dijo Bachelet en un breve discurso, de apenas cuatro minutos de duración, que pronunció en La Moneda, con todos sus ministros y asesores detrás, apenas se conocieron los resultados electorales.
Para entonces, el oficialismo ya no tenía dos abanderados y todo hacía prever que la DC se sumaría al día siguiente sin condiciones a la campaña de Guillier. La coalición oficialista volvía a ser una y el gobierno podía destapar su respaldo al senador por Antofagasta.
Fue Bachelet la principal impulsora de que los ministros y subsecretarios fueran en masa desde La Moneda a saludar a Guillier, quien a esa hora se encontraba en el escenario levantado a un costado del Hotel Fundador, en calles Serrano con París, a sólo tres cuadras de la sede de gobierno. Antes, eso sí, tal como estaba previamente coordinado con Correa y Lagos, los ministros DC harían un breve gesto a la derrotada candidata falangista.
La llegada del gabinete de Bachelet en pleno al acto de celebración de Guillier no estuvo exenta de polémica, a raíz de los roces y pugnas internas de un comando aún en reestructuración. Según varios personeros oficialistas que estuvieron esa noche en el Hotel Fundador, Bitar hacía esfuerzos por subir al escenario junto al candidato, lo que era resistido por Correa y el resto del equipo de la campaña, quienes veían el riesgo de dar protagonismo al ex ministro de Educación de Lagos, en cuya gestión se instauró el CAE, y rostro de la antigua Concertación, justo cuando debían profundizarse los gestos hacia un Frente Amplio empoderado con el 20% de los votos y 20 parlamentarios electos.
Para evitar conflictos, Guillier pidió estar en el escenario sólo con su esposa, Cristina Farga. Pero cuando llegaron los ministros en masa, Correa los hizo subir a todos al escenario y potenciar así la imagen de que La Moneda desembarcaba finalmente en la campaña. Desde un costado del proscenio, el publicista Juan Enrique Forch les gritaba infructuosamente a los ministros: "¡Bájense, bájense!".
Otro episodio, registrado al día siguiente, el lunes 20, volvería a dejar de manifiesto problemas de coordinación entre el comando de Guillier y La Moneda.
Por instrucción de Bachelet, la jefa de gabinete de la Presidenta, Ana Lya Uriarte, llamó al periodista y dirigente comunista Juan Andrés Lagos, uno de sus enlaces en el comando, para informarle que la Mandataria quería recibir a Guillier ese mismo lunes en La Moneda. El mensaje también daba cuenta de la disponibilidad de Bachelet para desprenderse de inmediato de algunos de sus ministros para que fueran a reforzar la campaña.
El eventual desembarco de ministros en la campaña de Guillier se había manejado de manera informal hasta ese momento. Desde el comando se habían evaluado los nombres de la vocera de gobierno, Paula Narváez; del titular de Defensa, José Antonio Gómez, además del ministro de Medio Ambiente, Marcelo Mena, quien había llamado al entorno de Guillier para manifestar su interés por sumarse a la campaña. Pero, a poco andar, las tratativas habían quedado en punto muerto, luego de que el propio candidato desestimara públicamente el ingreso de personeros del gabinete para reforzar su equipo de trabajo.
Tras hablar con la jefa de gabinete de Bachelet, Juan Andrés Lagos llamó en varias oportunidades a Guillier para coordinar su encuentro con Bachelet. Pero sin éxito. El celular del abanderado de la Nueva Mayoría estaba sin batería.
En ese momento, Lagos optó por informarle de los deseos de Bachelet al equipo chico de Guillier.
La cita, finalmente, quedó concertada para las 8 horas del martes 21. Fueron casi dos horas las que Guillier y Bachelet conversaron a solas.
Poco ha trascendido de ese encuentro, el primero que ambos sostienen en privado desde el inicio de la campaña. Desde el entorno de Guillier señalaron que fue distendido y franco. Bachelet le habría contado su experiencia en campañas presidenciales y le manifestó que, a juicio del gobierno, la elección estaba abierta.
Según los cálculos de La Moneda, el domingo 19, más que una masiva movilización de jóvenes y electores nuevos en favor de Beatriz Sánchez, lo que se había producido era el desplazamiento de un número importante de votos de la antigua Concertación y de la Nueva Mayoría en favor del Frente Amplio. Si los cálculos eran correctos, muchos de ellos podrían votar en segunda vuelta por Guillier, para impedir el triunfo de Sebastián Piñera.
Lo anterior reforzaba aún más la necesidad de que La Moneda, y en especial Bachelet, tomara un rol más activo en defensa de las reformas de su gobierno y en contra del ex mandatario, algo en lo que ambos estuvieron de acuerdo.
La Mandataria se había allanado a que miembros de su gabinete salieran a reforzar el comando de Guillier de segunda vuelta. Pero el candidato desechó esa posibilidad.
Durante la cita, Bachelet y Guillier también hablaron de los cambios que el abanderado estaba haciendo en sus equipos de trabajo. Hasta entonces, el nombre de Bitar figuraba en un rol de primera línea para la segunda vuelta, algunos, incluso, lo mencionaban como coordinador de la campaña. Tras el encuentro con la Presidenta, Guillier, sin embargo, optó por sacar al ex ministro de Educación de los puestos más visibles del comando. En el entorno de Bitar, no obstante, rechazan que el ex ministro estuviera interesado en asumir un papel formal en la campaña, ya que le acomoda su rol de consejero informal.
Otro de los temas fue la agenda legislativa que impulsaría el gobierno en la segunda vuelta con miras al cierre de su legado. En el entorno del abanderado miran con atención las urgencias que ha puesto el gobierno a algunos proyectos, como el de pensiones, educación superior y universidades estatales, traspaso de competencias a los futuros gobernadores regionales y al proyecto para cambiar el Capítulo XV de la Constitución, el que permitirá establecer un mecanismo para debatir y redactar una nueva Carta Magna.
Aunque se trata de compromisos asumidos por Bachelet, la tramitación de algunos de ellos, especialmente pensiones y Nueva Constitución, podría complicar al abanderado de la Nueva Mayoría en su esfuerzo por acercarse a los adherentes frenteamplistas y su demanda de No+AFP.
En ese sentido, Bachelet le habría anticipado a Guillier que sólo se alcanzará a dar urgencia a lo referido al capítulo XV, pero que no ingresará al Congreso antes de la segunda vuelta el proyecto de nueva Constitución. No sólo porque la redacción del mismo estaría atrasada -recién el miércoles la Presidenta recibió el documento sistematizado de la consulta indígena-. También, porque el gobierno cuidaría de no profundizar en este periodo las diferencias con el Frente Amplio, palabras que fueron bien recibidas por el candidato oficialista.
Pero lo que más dejó satisfechos a Guillier y su entorno tras la cita con la Mandataria fue la certeza de que Bachelet estaba dispuesta a asumir personalmente en este periodo un mayor protagonismo comunicacional en la defensa de las reformas impulsadas por su gobierno y refutar las críticas de Piñera y de Chile Vamos a estas transformaciones.
"Se produjo una consonancia de intereses", grafica un personero del comando de Guillier.
La agenda de inauguraciones y eventos públicos del Ejecutivo se fijó a fines de mayo pasado, antes de que la Nueva Mayoría se dividiera en dos candidaturas y cuando el respaldo al gobierno, según las encuestas, estaba aún en el suelo. Por lo mismo, el diseño de las actividades y apariciones públicas de la Mandataria estaba enfocado, fundamentalmente, en fortalecer el cierre del gobierno.
En La Moneda aseguran que no hubo cambios en las actividades programadas, y lo que sí cambió, a partir de la primera vuelta presidencial, reconocen en Palacio, es el énfasis que Bachelet pondrá ya no sólo en defender sus reformas, sino, principalmente, en pedirles a los chilenos que respalden el 17 de diciembre próximo, en la segunda vuelta, su continuidad y profundización en el tiempo.