LA EX PRESIDENTA Michelle Bachelet ha mantenido silencio sobre la coyuntura nacional desde que dejó La Moneda en marzo de 2010. La estrategia, que la directora de ONU Mujer ha quebrado en contadas ocasiones para entregar algunas señales políticas, ha sido funcional al crecimiento de su respaldo ciudadano. Según la última encuesta CEP de agosto, su liderazgo es incombustible: siguió ostentando el primer lugar de los personajes mejor evaluados (76% de aprobación) y ratificó su condición de gran favorita para el 2013. Ante la consulta de "quién le gustaría" que fuera el próximo presidente, la ex ministra PS registró 50% (un punto menos que en la medición de abril), contra 9% del Laurence Golborne, 4% de ME-O y 2% de Andrés Allamand y Franco Parisi.
El silencio de Bachelet, sin embargo, está ad portas de finalizar. En su círculo informan que el hecho de no despejar públicamente que repostulará a La Moneda, a menos de un año de las elecciones de noviembre de 2013, puede ser confundido en esta etapa con excesiva seguridad, desapego y prepotencia. En este nuevo cuadro, la ex presidenta anunciaría su decisión de competir a más tardar durante los primeros días de marzo.
Pero los plazos podrían acelerarse de acuerdo con los resultados de la próxima CEP, que se dará a conocer a fines de este mes. En el caso de que disminuya su apoyo, en un margen de tres a cuatro puntos, Bachelet podría apurar su pronunciamiento. A fines de diciembre, por lo demás, la directora de ONU Mujer estará de vacaciones en Chile y personalmente se encargará de tomar la temperatura al escenario político.
En el bachetetismo informan que, técnicamente, Naciones Unidas podría informar sobre su renuncia antes de que se produzca su salida formal del organismo en marzo. Entre el 4 y 15 de ese mes, Bachelet tiene contemplado encabezar la Comisión de la Condición Jurídica de la Mujer en Nueva York.
En la Concertación, paralelamente, sostienen reuniones con el PC y otras fuerzas para asegurarle una mayoría. En la oposición indican que, una vez que sea candidata única, después de las primarias de junio, realizarán un pacto de gobernabilidad entre todos los sectores. Así, pese a las diferencias en el programa, habrá un acuerdo sobre lo que se lograría realizar en un gobierno y lo que, definitivamente, no se alcanzaría a abordar en cuatro años. De esa forma, evitarían la aparición de díscolos, sobre todo entre los comunistas.
Bachelet considera que las protestas de 2011 marcaron un nuevo ciclo político. Cree que la primera etapa, desde 1990 a 2010, tuvo como eje central la superación de la pobreza. El segundo ciclo, estima, debe centrarse en la distribución del ingreso -la igualdad- y los sectores medios.
El 16 de junio, en una carta a la DC, llamó al partido a dar respuesta "con creatividad a los nuevos desafíos que nos presenta el cambio del ciclo político".
La ex presidenta siguió de cerca las manifestaciones de 2011. Recibía informes diarios con información actualizada sobre los movimientos sociales y especialmente, el estudiantil. En el bacheletismo no pasó inadvertido en papelógrafo colgado en el frontis de la U. de Chile, con su rostro y la frase: "¿Dónde está?". En diciembre de ese año abordó las consecuencias del descontento, en la sede de la OIT en Santiago: "Constituye una amenaza para la estabilidad política y menoscaba las posibilidades de prosperidad económica". En agosto pasado, los resultados de la encuesta CEP tranquilizaron al círculo de Bachelet: el estudio mostró que la ciudadanía respaldaba cambios moderados, derribando la idea de que Chile buscaba radicalizarse.
Bachelet leyó en las movilizaciones sociales la necesidad de impulsar una agenda reformista, que se haga cargo de los temas que ni ella ni los otros presidentes de la Concertación abordaron en 20 años. Las propuestas no serán "revolucionarias", señalan en su círculo, pero deberán adaptarse a las nuevas expectativas de los ciudadanos. "Los cambios que Chile está buscando, las demandas que vemos a diario, requieren un diálogo franco entre los diferentes actores, pero sobre todo se necesitan propuestas claras e innovadoras", indicó Bachelet en una carta al PPD, en julio. Las elecciones municipales ratificaron lo que ya había anticipado la encuesta CEP de agosto: la sociedad chilena quiere reformas, pero no busca un cambio total del sistema económico. En los últimos comicios, la apuesta política del PC, de formar un bloque de izquierda junto al PPD y el PRSD, se desplomó. El eje DC-PS se impuso en las urnas.
La desigualdad y el combate contra los abusos, que se tomaron la agenda política desde 2011, las quiere capitalizar en un programa con énfasis social. "Hoy en Chile la discriminación, el abuso y la exclusión son conductas socialmente inaceptables y es desde la política donde se puede avanzar aún más para erradicar estas prácticas", escribió en una carta a la DC, el 16 de junio. La equidad también se ha transformado en una preocupación prioritaria del círculo de la ex Presidenta: el senador Camilo Escalona impulsó la publicación del libro "Retrato de la desigualdad en Chile" en septiembre y el programa está siendo trabajado por el ex director de Presupuesto Alberto Arenas. "El diseño de la protección social va a tener que hacerse cargo de la pobreza, pero con una dimensión más aguda en la desigualdad", dijo en septiembre el economista.
Bachelet sabe que no podrá abarcar todas las demandas que irrumpieron en las calles. Pero su idea de impulsar reformas a la educación, la salud y la agenda laboral son instrumentos para canalizar el descontento. Entre algunos privados reconocen a Arenas, engranaje clave en el programa de gobierno de Bachelet, como "prosindicalista". De llegar a La Moneda, a diferencia de su primer mandato, una prioridad será elaborar propuestas con miras a una reforma laboral.
En enero, Bachelet dijo que "es indispensable" una reforma tributaria. "No cualquiera, sino una reforma de verdad que signifique allegar más recursos, que sea permanente, no una reforma que luego retroceda", agregó. En el primer semestre de 2012, el ajuste al sistema impositivo realizado por el gobierno enfrentó al oficialismo y a la oposición. Y Escalona lideró las discusiones en el Parlamento. Tras la aprobación de la propuesta, la Concertación y el PC apostaron a que el tema se transforme en un eje de la campaña. La propuesta del conglomerado opositor, presentada en abril, contempla recaudar entre seis mil y ocho mil millones de dólares. Entre otros aspectos centrales, propone que las rentas de capital tributen sobre la base devengada.
Una reforma tributaria es clave, dicen en el bacheletismo, para lograr llevar a cabo el programa de gobierno.
De acuerdo con la encuesta CEP que se dio a conocer en diciembre de 2011, luego de las manifestaciones estudiantiles, un 13% de los ciudadanos tiene confianza en la labor de los legisladores y un 7% en los partidos. El descrédito institucional preocupa a Bachelet, quien ha dicho que la sociedad demanda "cambios profundos en nuestro sistema político". "Nuestra democracia tiene que ser cada vez más legítima y la crisis de representatividad existente en el país requiere ser enfrentada con la máxima urgencia", señaló en junio. En la oposición estiman que es necesario reforzar las instituciones en vista de un eventual nuevo gobierno. En el bloque indican que nada asegura que una nueva administración no deba enfrentar nuevas protestas callejeras, ni siquiera una posible incorporación del PC al Ejecutivo.
El 8 de diciembre, en su saludo al PC por sus 100 años, Bachelet indicó que "urge reformar" el binominal, ya que considera que el actual sistema electoral chileno tiene "limitaciones". En su carta a la DC de junio había mencionado otras cuatro reformas: "Una nueva ley de partidos políticos, el voto de los chilenos en el extranjero, elección democrática en los gobiernos regionales y primarias como mecanismo de participación ciudadana".
La propuesta que más acomoda a la ex Presidenta es la comisión Edgardo Boeninger, entregada en 2006 por el fallecido dirigente DC: se acercaba a un sistema proporcional y planteaba, entre otros aspectos, la elección de 150 diputados, aumentar el número de senadores de 38 a 50 y "establecer mecanismos que incentiven la participación de la mujer en la actividad política".
La ex presidenta ha alentado públicamente a la oposición a buscar acuerdos. "La historia nos mostró la cara más oscura de lo que les pasa a los países y a las sociedades cuando son incapaces de encontrar y cultivar el diálogo, el respeto al adversario político, la confianza y el amor a la patria", le escribió en marzo a Escalona. En junio, el parlamentario PS se enfrentó al senador del PPD Guido Girardi, quien no estaba de acuerdo con abrir un camino de negociaciones con el Ejecutivo. Desde Brasil, en medio de la disputa, la directora de ONU Mujeres rompió su silencio para apoyar a su compañero de partido: "El diálogo es la mejor manera de enfrentar algo que une a todos los chilenos, como son los problemas país. Y a través del diálogo, encontrar posiciones comunes. Siempre he creído que es mucho mejor que la confrontación o darse la espalda unos a otros", dijo el 20 de junio.
En la oposición explican que la búsqueda de consensos persiguió al menos un objetivo político en 2012: Apaciguar las críticas a Bachelet por su rol en el 27/F y congelar la carrera presidencial, en momentos en que la ex presidenta cuenta con una amplia ventaja en las encuestas.
En su carta al PC, la ex Presidenta habló de "un acuerdo amplio de las fuerzas democráticas". El PS quiere garantizar un respaldo amplio para la ex presidenta tanto en el Parlamento como en el gobierno y, sobre todo, que su eventual administración logre controlar las movilizaciones sociales. Con miras a esos desafíos, el papel que pueda desempeñar el PC resulta fundamental, explican los socialistas. Por ello, para el bacheletismo es clave replicar la estrategia electoral que llevaron a cabo en los últimos comicios, donde el bloque logró buenos resultados gracias a la lista única de alcaldes.
En un paso definitivo de su ingreso al establishment, el PC debe decidir si apoyará a Bachelet en las primarias y si, finalmente, las condiciones internas del partido le permitirán ingresar a un eventual gobierno y dejar de ser oposición por primera vez en cuatro décadas. El dilema genera discusiones en la colectividad.
Bachelet pretende otorgarle un rol central a la DC y reforzar la alianza del centro y la izquierda. En junio envió una carta de marcado acento político al partido, la más relevante hasta la fecha. Un mes después, en su saludo al consejo nacional del PPD, apostó por no fortalecer el rol de Guido Girardi: entonces era el principal impulsor de la creación de un polo izquierdista.
Aunque durante sus cuatro años de gobierno tuvo una relación lejana con los partidos, cosa que le valió críticas en su sector y desembocó en el fenómeno de los díscolos, Bachelet actualmente plantea una reivindicación de la política: "Creo que la acción política es necesaria para alcanzar una mejor vida para todos, en particular para aquellos que se han favorecidos. Estoy convencida de que es posible moverse en esa dirección", dijo en Nueva York a fines de noviembre.
La estrategia coincide con el diagnóstico que realiza el bacheletismo: si recuperan La Moneda, no dejará el manejo del gobierno en manos de los técnicos, sino que imperarán las decisiones políticas.
Bachelet dijo en junio que "(es necesario) promover nuevos liderazgos y una mejor representación de mujeres: más senadoras y más diputadas. También más mujeres alcaldesas y más concejalas. Para ello es muy importante que se avance en la tramitación de una ley de cuotas".
El 11 de septiembre, en Costa Rica, alabó "la legislación electoral que ha asegurado la participación efectiva de las mujeres en los partidos políticos y en los cargos de elección popular". La ley de cuotas no fue aprobada en su gestión, como intentó impulsar al inicio de su gobierno. En esos días designó un gabinete "paritario", el que duró sólo algunos meses.
En el bacheletismo indican que su campaña estará enfocada en las mujeres, donde cuenta con altas cifras de apoyo.
La palabra "convergencia" es la que más usan hoy desde democratacristianos a comunistas. El término reemplaza al concepto de "coalición": la idea es llegar a acuerdos en la oposición, pese a sus diferencias y a que finalmente el PC no se incorpore a un eventual gobierno. Lo central es una mayoría en el Parlamento y que Bachelet llegue a La Moneda.
Bachelet ha alentado a sus ex ministros a defender el legado de su Administración. Con ello, pretende evitar que le ocurra lo que le sucedió al Ricardo Lagos, cuya popularidad se desvaneció como ex presidente a causa de las críticas por el Transantiago. De hecho, la misma directora de ONU Mujeres ha quebrado su silencio para destacar los logros de su período y responder las críticas. En octubre de 2011, en una entrevista concedida al analista Moisés Naim en Washington, dijo que "en lo económico, desde nuestro gobierno generamos una respuesta a la crisis". En enero, después de reunirse con Piñera, dijo que "actualmente hay nuevas condiciones que obligan a tomar en consideración las peticiones de la gente en torno a las reformas políticas, condiciones que antes no hubo".
También ha deslizado críticas al oficialismo. En agosto de 2010, tras una visita al Presidente en La Moneda, la directora de ONU Mujeres expresó su desacuerdo con una serie de medidas tomadas por su sucesor, lo que molestó al gobierno. En mayo de este año, ante la arremetida de la Alianza por su actuación el 27/F, pidió "no politizar" la causa judicial.
En cualquier caso, en el bacheletismo indican que, después de que ella anuncie su repostulación, a más tardar los primeros días de marzo, aumentará la crispación.