Poco antes de las 16 horas de ayer, la Presidenta electa, Michelle Bachelet, comenzó a telefonear a los jefes de partidos de la Nueva Mayoría.
El primero en ser contactado fue el timonel DC, Ignacio Walker, a quien comunicó los nombres de sus correligionarios que integra- rán su futuro gabinete a partir de marzo.
El diseño fue replicado con el resto de los líderes de las colectividades: sólo les informaba de los miembros de su partido que formarían parte de su equipo ministerial.
Bachelet se encontraba en el Hotel Plaza San Francisco desde las 14.30 horas, lugar en el que encabezó una breve ceremonia en la que dio a conocer a los 23 futuros secretarios de Estado, 14 hombres y nueve mujeres.
Antes de revelar los nombres, Bachelet destacó la "experiencia, capacidad técnica y compromiso con el programa" de los nuevos secretarios de Estado, quienes, a su juicio, tienen gran "experiencia de gobierno, parlamentaria y de terreno".
La Mandataria había tenido que desechar la idea de aprovechar la ceremonia para anunciar también a los subsecretarios e intendentes. El retraso en dichos nombramientos daba cuenta de la falta de acuerdo que existe sobre el punto con los partidos, los que ahora apuestan a compensar su falta de injerencia en el diseño del gabinete. "Serán dados a conocer la próxima semana", dijo Bachelet.
Golpe de autoridad
"Hemos elegido hombres y mujeres, de regiones y Santiago, con distintas experiencias", comentó Bachelet antes de convocar al salón a su futuro ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, y dar la primera sorpresa en la integración de su equipo.
La nominación del ingeniero de 39 años -el más joven en asumir la cartera- fue recibida con asombro incluso en el PPD, partido en el que milita desde su adolescencia.
En privado, Peñailillo había señalado que no estaba interesado en un ministerio y que mantendría el bajo perfil que lo ha caracterizado desde sus tiempos de jefe de gabinete de Bachelet en el gobierno anterior.
El giro, en todo caso, se había afianzado la jornada anterior. Fuentes cercanas a la mandataria electa sostuvieron que fue entonces que ésta optó por instalar en la primera línea a parte importante de su equipo más cercano.
La decisión supuso un golpe de autoridad de Bachelet a los partidos y constituyó una señal para el sello que la presidenta electa pretende imprimir en su segundo mandato.
A diferencia de su gobierno anterior -cuyo primer equipo ministerial tuvo un grado de influencia mayor de parte de los entonces jefes de las colectividades-, esta vez Bachelet llevó a parte significativa de su grupo cercano al gabinete.
Así, Peñailillo, Alvaro Elizalde (PS), ex vocero de la campaña, quien llegará a la Segegob; Javiera Blanco (independiente pro DC), futura ministra del Trabajo, y Alberto Arenas (PS), designado titular de Hacienda, fueron advertidos el jueves que desembarcarían en el gabinete.
Otra decisión de la mandataria electa que descolocó especialmente a la directiva DC fue la nominación de la senadora Ximena Rincón en la Secretaría General de la Presidencia. La actual parlamentaria -quien deberá renunciar a su cargo- no estaba en los planes de la mesa que dirige Ignacio Walker, de quien es reconocida detractora.
Las designaciones en Educación y Cancillería constituyen otra de las señales más relevantes del gabinete. En dichas carteras, la mandataria electa nominó a dos de las figuras de mayor experiencia de su equipo ministerial: el ex ministro de Hacienda del gobierno de Ricardo Lagos, Nicolás Eyzaguirre, y el ex vocero de la misma administración, Heraldo Muñoz.
Ambos personeros deberán enfrentar dos temas claves para Bachelet, la reforma educacional y el escenario que se abrirá para Chile luego del fallo de La Haya de este lunes.
Las directivas de los partidos, según reconocieron en privado, resintieron las ausencias de Camilo Escalona (PS) y José Goñi (PPD) en el gabinete, además del socialista Ricardo Solari.
El PC, en todo caso, celebró la nominación de Claudia Pascual en el Sernam, la primera figura comunista en llegar a un equipo ministerial desde la UP.