"No somos populistas", dijo la Presidenta Michelle Bachelet, de 62 años, ayer en una entrevista a Bloomberg News en el Palacio Presidencial de Santiago. Evitaremos "aumentar drásticamente el gasto fiscal. Somos optimistas y creemos que la economía se recuperará".

Bachelet, que asumió su cargo el 11 de marzo por segunda vez, propone aumentos de impuestos de US$8.200 millones, en su mayor parte a través de gravámenes más altos para las empresas, para financiar el gasto en salud y educación, que incluirá la absorción de algunas escuelas de gestión privada. El ex ministro de Hacienda Felipe Larraín atribuye a las propuestas en materia de impuestos la responsabilidad de haber debilitado la confianza de los dirigentes empresariales.

La economía de Chile, el país más rico de América Latina con una población de aproximadamente 17 millones de habitantes, creció 2,6 por ciento interanual en el primer trimestre, por debajo del 2,7 por ciento de los tres meses anteriores y del 5 por ciento del tercer trimestre.

El plan impositivo incluye un aumento de la tasa del impuesto a las ganancias empresariales de 20 por ciento a 25 por ciento y la eliminación de una cláusula que permite a los accionistas evitar el pago de impuestos sobre las ganancias que se reinviertan en la compañía.

Las propuestas fueron aprobadas por la Cámara de Diputados la semana pasada y ahora pasarán al Senado.

Inversores extranjeros

El plan y la desaceleración económica han tenido escaso impacto en el interés extranjero en los activos chilenos. El costo de asegurar la deuda chilena contra impago en el mercado de permutas de riesgo crediticio cayó al nivel más bajo en un año de 70 puntos básicos ayer. Otra señal de confianza en la economía local fue que Abbott Laboratories acordó pagar US$2.900 millones por CFR Pharmaceuticals SA el 16 de mayo, la mayor toma de control de una compañía chilena en por lo menos cuarenta años, según los datos que reunió Bloomberg.

Sin embargo, la confianza de las empresas locales se debilitó en el primer trimestre, de acuerdo con una encuesta dada a conocer por el banco central la semana pasada.

Bachelet Sees No Populism in Tax-and-Spend Narrowing Inequality

"No es realista pensar que los cambios impositivos propuestos no vayan a tener incidencia en la economía", dijo este mes Larraín, que fue ministro de Hacienda de 2010 a 2014, calculando que el impacto será de 1 por ciento a 2 por ciento del producto interno bruto.

El compromiso de Bachelet de mejorar los servicios sociales le dio popularidad entre los votantes de un país que, si bien es el más rico de América Latina, también tiene la mayor desigualdad de ingresos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos de 34 naciones. Chile vivió tres años de protestas estudiantiles por la calidad y el costo de la educación.

No populista

"Este es un gobierno que propone un programa de libre mercado, combinado con mayor bienestar social", dijo Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody's Analytics Inc. de West Chester, Pensilvania. "Eso dista mucho de ser populista".

Los planes anunciados por Bachelet ayer prohibirían que las escuelas parcialmente financiadas por el Estado obtengan ganancias, en tanto el Estado compensará a los dueños por las inversiones pasadas. Bachelet destacó que el gasto adicional no se desperdiciará. "Para nosotros, la primera cuestión es la calidad", señaló. "La gente habla mucho de que la educación sea gratuita pero para nosotros lo principal es la calidad. No queremos una educación que sea gratuita pero mala".

Dos tercios de los ingresos adicionales por el aumento de impuestos se destinarán al gasto en educación y salud, mientras que el resto irá a equilibrar el presupuesto en cuatro años. "Haremos las dos cosas", respondió Bachelet cuando le preguntaron si la prioridad era equilibrar el presupuesto o financiar el gasto social. "No es una cuestión de A o B. Es ambas cosas".

Cambio gradual

El aumento de impuestos se aplicará en forma gradual para "mantener la gobernabilidad y la cohesión social", explicó Bachelet. "Queremos dar a las empresas tiempo para adaptarse pero también tiempo al sistema educativo para cambiar".

La economía chilena se ha desacelerado en tanto la caída de los precios del cobre y el aumento de los costos frenan el auge de las inversiones en la industria minera. El cobre, que representa más del 50 por ciento de las exportaciones chilenas, promedió US$6.651 la tonelada (US$3,02 la libra) desde que Bachelet llegó a la presidencia, frente a US$7.920 la tonelada bajo el gobierno de Sebastián Piñera. El gobierno ayer rebajó su pronóstico de crecimiento económico del 4,9 por ciento calculado por el gobierno anterior a 3,4 por ciento este año.

La desaceleración está afectando los ingresos fiscales al tiempo que un terremoto en el norte de Chile y un incendio en la ciudad portuaria de Valparaíso que dejó a más de 8.000 personas sin casa hacen subir el gasto.

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Enormes costos

"Los costos de reconstrucción son enormes", dijo Bachelet. "Hasta ahora lo hemos hecho por medio de una reasignación de recursos, pero probablemente necesitemos más dinero".

El gobierno está analizando las opciones para tapar una brecha de ingresos de US$2.000 millones respecto de las primeras proyecciones presupuestarias, dijo ayer el ministro de Hacienda Alberto Arenas. Las opciones comprenden recurrir a los activos financieros que tiene el Tesoro y al dinero recibido de la minera de cobre estatal Codelco que se reserva para gastos militares conforme a la llamada Ley del Cobre, explicó el funcionario. Los costos de reconstrucción solos llegan a US$1.250 millones en los próximos tres meses.

El crecimiento económico de Chile promedió 5,2 por ciento en los últimos treinta años, llevando el ingreso per cápita a unos US$19.000, el más alto de América Latina, según el Fondo Monetario Internacional.

"La forma en que quiero gobernar el país es seguir haciendo todas las cosas buenas que hicimos en el pasado", dijo Bachelet. "Pero, por otro lado, hacer frente a los desafíos".