"Es muy importante dejar en claro que la forma y composición que tome la convención constitucional no está cerrada a ninguna alternativa. Esto es parte central del debate que debe iniciar el Congreso con este proyecto de ley". Con esas palabras, la presidenta Michelle Bachelet explicó esta tarde la idea detrás de la iniciativa que se presentaba: la reforma al Capítulo XV de la Constitución, que reglamentaría todo el proceso para crear una nueva Carta Magna.

La precisión era relevante. Porque en la presentación, momentos antes, varios de los asistentes habían quedado con dudas sobre si la propuesta descartaba o no la Asamblea Constituyente, uno de los mecanismos impulsados para la reforma. Esto porque el procedimiento establece que será el Congreso el que convoque, con el voto de dos tercios de los diputados y senadores en ejercicio, a una instancia denominada Convención Constituyente.

Sin embargo, la explicación era que la mandataria no quiso cerrar la puerta a alternativas. Por eso, la fórmula propuesta, tal como está, podría terminar convirtiéndose en una asamblea constituyente o bien en otro formato que los legisladores decidan, mediante otra legislación específica que debería sortear un quórum más bajo, de cuatro séptimos en cada cámara.

"Proponemos que mediante una ley orgánica constitucional se regula la convocatoria de dicha convención, sus integrantes, la forma de elegirlos y nombrarlos, cómo se organizará, y sus funciones y atribuciones", señaló la mandataria.

"Como gobierno prepararemos una propuesta de nueva Constitución que recoja los resultados de las bases ciudadanas que expresan el sentir de la ciudadanía. Con esta propuesta, viable dentro del actual marco constitucional, estamos siendo consistentes con la existencia de un carácter democrático, institucional y participativo de cada etapa del proceso", cerró Bachelet.