EL CHILE QUE QUEREMOS
Michelle Bachelet
Candidata presidencial PS-PPD-PC-MAS-IC
CUANDO UNO mira a Chile desde fuera, se da cuenta que tenemos un país que es valorado en el mundo y eso no es casual. Es el resultado del esfuerzo de muchos chilenos y chilenas, y también es el proceso acumulado de todos los gobiernos democráticos hasta hoy.
Desde que volví a Chile me he encontrado con un país distinto. Un país con energía y empuje, con ciudadanas y ciudadanos empoderados y que tienen ganas de ser protagonistas de la construcción no sólo de su futuro personal y familiar, sino también del futuro colectivo.
He visto un Chile descontento. A pesar de los niveles de crecimiento económico que hemos logrado y de haber avanzado en la disminución de la pobreza, nuestra patria sigue marcada por la desigualdad, por los abusos, por la sensación de incertidumbre y desprotección frente a la vejez, el desempleo, la enfermedad o la educación de los hijos.
Estamos viviendo un nuevo ciclo político y social. Eso nos sitúa en un punto de inflexión, en que podemos implementar las soluciones que la mayoría espera de nosotros. Es el minuto de profundizar las cosas buenas que hemos hecho y cambiar aquello que no ha funcionado bien. Asimismo, queremos encaminarnos hacia una sociedad más inclusiva, con personas que puedan desplegar sus capacidades, con libertad para emprender, con más arte en las calles, deporte, sin discriminación de raza, sexo o etnia, con consumidores que se sienten protegidos, con regiones pujantes y más autónomas.
En este esfuerzo, combatir la desigualdad representa un imperativo ético y también un compromiso con la gobernabilidad y el desarrollo de Chile. Para ello, será necesario realizar cambios profundos, con gobernabilidad, con visión de Estado y con una mirada de largo plazo.
Resulta impostergable que realicemos una reforma educacional con énfasis en la educación pública y basada en la calidad, inclusión y gratuidad. Esto beneficiará a millones de niños, niñas y jóvenes de nuestra patria. Una reforma educacional que también permitirá que el país tenga una fuerza laboral más calificada, emprendedora y productiva. Tengo la convicción de que superar la desigualdad, a través de la educación, es el mejor mecanismo para resolver los desafíos de competitividad y productividad que tenemos.
La magnitud de este desafío requiere reformar nuestro sistema tributario. Necesitamos contar con los recursos necesarios de modo permanente. Y también que todos participen de este esfuerzo, en especial quienes están en condiciones de contribuir más.
También tenemos que darle un nuevo impulso a nuestra política. Queremos política de la buena, cercana a la gente y sus aspiraciones. Por eso necesitamos una nueva Constitución, un ordenamiento político que nos represente a todos, que esté construido mediante un proceso democrático que refleje la realidad del país. Y tenemos que cambiar el sistema binominal, porque Chile merece la representación de todos sus ciudadanos, y no sólo de los grupos de poder.
Los invito a construir una nueva mayoría que dé sustento político y social a estos cambios. Que incorpore a partidos políticos y organizaciones sociales, a militantes e independientes, a trabajadores, pequeños y grandes empresarios, a artistas e intelectuales, y a todos quienes creen que Chile merece y debe tener un desarrollo inclusivo.
EL CHILE VALIENTE
José Antonio Gómez
Candidato presidencial del Partido Radical
LA SIGUIENTE batalla presidencial puede ser la primera del Chile del futuro o la última del Chile del pasado. Hasta ahora, desgraciadamente, está ocurriendo esto último. Y es que los candidatos no quieren arriesgar, no quieren apostar a nada nuevo, pues temen que Chile cambie tanto que ellos queden fuera de escena. A mí no me importa, sin embargo, si esa es la consecuencia. Debemos ser responsables y generar la transformación que Chile necesita.
No podemos seguir esperando más para diagnosticar lo que no funciona: pensiones de miseria, una educación de baja calidad y alto costo, un sistema de salud segregado y caro, condiciones de empleo precarias, falta de garantías a los derechos como ciudadanos y consumidores, desigualdad en todos los frentes, falta de desarrollo regional, falta de poder en jóvenes, mujeres, minorías étnicas y ancianos, deslegitimación de las instituciones, un sistema tributario injusto y una política deficitaria. Este último problema, que parece ser el menos urgente, es parte de la explicación de todo lo anterior. Si la política no funciona, las soluciones de una sociedad no llegan
No puede haber buena política si no se respetan los derechos y ese es nuestro compromiso, una verdad traducida en la necesidad de hacer cambios estructurales en el modelo político, social, cultural y económico que nos ha gobernado durante los últimos 37 años. Estamos convencidos que la construcción del programa debe terminar con la política de "lo posible" y debemos avanzar hacia lo "necesario". Sin esta nueva ética es imposible configurar un programa a largo plazo.
Esta política de lo necesario implica entender que es urgente terminar con la injusticia estructural y multidimensional, la cual no es solamente económica, sino que se basa en la estructura de poder que la protege. Es por eso que las cuatro áreas principales de nuestro programa son:
1. La construcción de una democracia real y social a partir de una asamblea constituyente que elabore una nueva constitución democrática.
2. Un rol del Estado responsable de sus ciudadanos y ciudadanas, que se encargue de implementar una política social realmente justa, universal, solidaria e igualitaria en educación, salud, pensiones, desarrollo social, deportes, política de vivienda y drogas.
3. Un nuevo sistema laboral y una verdadera reforma tributaria, como elemento central de una economía solidaria enfocada en el bienestar de todas las familias de nuestra sociedad y no por el bienestar de algunos pocos.
4. El respeto total al medioambiente en todas nuestras acciones comunitarias, sociales o económicas, donde la energía sea limpia y diversificada, los recursos naturales sean efectivamente de todos los chilenos y se proteja a nuestra biodiversidad.
A todos los que se preguntan por qué enfrentar a alguien que ostenta tan alta popularidad, he aquí la respuesta. Este es nuestro proyecto, esta es nuestra misión.
No da lo mismo quien gobierne, ni el proyecto que representa. Algunos quieren perfeccionar el modelo, nosotros queremos cambiarlo por otro que garantice mayor justicia. Tenemos el coraje y la voluntad política para hacerlo, representamos a ese Chile Valiente que no teme a los cambios.
LA REVOLUCION DE LA DIGNIDAD
Claudio Orrego
Candidato presidencial de la Democracia Cristiana
CHILE SIGUE siendo un país de enormes desigualdades, la mayoría de las cuales comienzan desde la cuna. Por eso creo indispensable un nuevo Contrato Social y Político que nos lleve a la revolución de la dignidad.
Para este Chile más digno que queremos construir es indispensable contar con una educación pública de calidad desde la etapa preescolar, así como terminar con el financiamiento compartido en la educación general, reemplazándolo con un aumento en la subvención del Estado y cobertura total para la educación técnico profesional.
Incorporaremos la protección a la familia como una variable transversal de las políticas públicas, considerando la diversidad de sus necesidades, como la variedad de formas y uniones que existen en el país. Porque creemos en la responsabilidad compartida de hombres y mujeres en el cuidado de los hijos, estableceremos un fuero paternal para el apoyo a muchos hogares donde se incorpore un nuevo hijo.
Las familias quieren vivir en paz y la cárcel no está disminuyendo la delincuencia. Hay que transformar esas escuelas del delito en espacios reales de rehabilitación. Propongo una agencia de reinserción social y un subsidio a empresas que contraten a infractores de ley con primera condena, con el propósito de otorgar una nueva oportunidad a muchos que podrían ser una gran contribución para su país.
También es un deber mejorar las oportunidades de empleo y salario de los trabajadores. Creemos en la urgencia de aumentar la sindicalización y ampliar los espacios de negociación colectiva, como instrumento indispensable para mejorar las oportunidades de los trabajadores y así avanzar hacia sueldos justos y condiciones laborales más dignas. Por lo mismo, más que bonos, proponemos un subsidio laboral permanente a la mujer trabajadora jefa de hogar.
Chile debe erradicar los abusos, aunque estos sean legales, como el multirut en las empresas o las vergonzosas exenciones tributarias que permiten que los más ricos paguen menos impuestos. Fortalecer el rol del Sernac o de la Fiscalía Nacional Económica es una cuestión importante, pero nada tendrá éxito sin el necesario componente ético que también cabe exigírsele a los agentes del mercado.
Las actuales isapres ya no tienen cabida en el nuevo Chile. Queremos reemplazarlas por "Entidades Solidarias de la Seguridad Social", las que para poder recibir la cotización obligatoria del 7% deberán otorgar el acceso universal a un plan de salud igual para todos, sin selección de riesgo al ingreso, que no discrimine en precios ni por sexo o edad, y eliminando la preexistencia y cautividad.
Nuestras ciudades están saturadas, tóxicas y segregadas. Nuestro compromiso es impulsar una gran reforma urbana por la integración social, la equidad, el transporte público eficiente y gobiernos locales con poder y recursos. Comenzaremos con la gestión activa de suelos urbanos para vivienda social y estableciendo zonificaciones que permitan más integración.
Finalmente, queremos terminar con el centralismo que asfixia a nuestras comunidades locales y regionales. Llegó el momento no sólo de distribuir poder político, con un nuevo pacto constitucional, o poder económico con una reforma tributaria, sino también redistribuir el poder territorial, partiendo por el derecho de la comunidad a elegir sus intendentes y decidir libremente sobre los proyectos públicos que se ejecutan. Chile puede ser un mejor lugar para todos.
LA VIDA QUE QUEREMOS VIVIR
Andrés Velasco
Candidato presidencial independiente
LIBERTAD E igualdad pueden y deben conjugarse. No hay verdadera libertad para las personas si no gozan de ciertos mínimos sociales. Con libertad e igualdad las personas pueden vivir la vida que quieren vivir, no la que les tocó. Hemos traducido estos valores en los siguientes ejes de gobierno.
Combatiremos la pobreza y desigualdad mediante políticas activas de empleo -en especial para mujeres y jóvenes- tales como subsidios al trabajo, capacitación para quienes no tienen empleo, flexibilidad en las jornadas de trabajo y acceso universal a salas cunas. Un mercado laboral no discriminador e inclusivo es una herramienta clave para fortalecer la cohesión social.
Daremos tranquilidad y seguridad a la clase media creando un seguro de salud universal para todos los chilenos e impulsando una gran reforma educacional. Financiaremos la puesta en marcha de esta reforma usando recursos que de otro modo las Fuerzas Armadas habrían gastado en armamentos. Así crearemos un Instituto Nacional de la Educación para formar profesores, educadores de párvulos y directores de excelencia. Los gastos permanentes de este tremendo cambio educacional se financiarán con una reforma tributaria, que para este y otros fines recaude 2% del PIB.
Proponemos una nueva estrategia de crecimiento para Chile. Los países no se desarrollan produciendo más de lo mismo, sino que desarrollando nuevos sectores. Diversificar nuestra actual estructura productiva requiere de un Estado mucho más activo: que planifique en torno a una estrategia de innovación de largo plazo, que cree incentivos a la inversión en ciencia y tecnología y que potencie sectores con perspectivas de crecimiento futuro. Esto debe ir, necesariamente, de la mano de una política energética moderna que concilie la generación de más energía a menor precio con la protección del medioambiente.
Necesitamos mejores ciudades y calidad de vida para todos. Chile es un país urbano. Tendremos mejores vidas si construimos mejores ciudades, con barrios más amables, más áreas verdes y más espacios para la cultura y el deporte. Implica también calles más seguras, en la que las personas puedan caminar sin temor, y ciudades más integradas, donde la gente pueda vivir más cerca de su trabajo y tener más tiempo libre.
Profundizaremos las libertades individuales. Las personas son todas iguales y deben tener iguales derechos. Vamos a impulsar el matrimonio igualitario con igualdad de derechos y lucharemos contra la discriminación en todas sus formas. Asimismo, despenalizaremos el consumo y autocultivo de la marihuana al tiempo que combatiremos con fuerza el narcotráfico.
Y lo más indispensable: una mejor política. No concretaremos ninguno de estos avances si no mejoramos nuestra política. Hoy, las malas prácticas de las dirigencias partidarias cierran los caminos del cambio en democracia. Nuestro compromiso es eliminar el binominal, reducir los quórums para restaurar la regla de la mayoría en el Congreso, democratizar los partidos, elegir democráticamente a los intendentes, y cortar el nexo funesto entre el dinero y la política. Haremos estos cambios por la vía institucional, sin demagogia ni tinterilladas. Sólo dejando que entre aire fresco podremos realizar las transformaciones que mejoren la vida de las personas y les abran mayores espacios de libertad.