El balance del primer año de Donald Trump

El mandatario cumple un año de gobierno con resultados muy dispares, donde ha sido evidente el aislamiento en que ha caído Washington.




Cuando Donald Trump ganó la presidencia de Estados Unidos en noviembre de 2016, diversos analistas aseguraron que una vez que asumiera el cargo y se instalara en la Oficina Oval dejaría atrás su cuestionado estilo. Sin embargo, al estar próximo a cumplirse un año desde que el empresario se convirtió en el presidente número 45 de la historia de Estados Unidos, los hechos han demostrado que intentar hacer previsiones sobre el actual mandatario es siempre complejo. Lejos de moderar su estilo en estos 12 meses en la Casa Blanca, Donald Trump ha seguido sorprendiendo y no ha rehuido la polémica. Sin embargo, al margen de ello, en su primer año también ha dejado claro que los compromisos asumidos durante la campaña no eran solo promesas electorales, sino que estaba dispuesto a llevarlos a cabo, aunque los resultados de esa apuesta han sido muy dispares.

De la mano de su promesa de America first, Trump ha favorecido una política exterior unilateral y aumentado el proteccionismo de Estados Unidos. Además del retiro del TPP, decidió marginarse del Acuerdo de París sobre cambio climático y sacó a su país de la Unesco, denunciando la falta de una reforma profunda en la organización. A ello se suman las tensiones que ha enfrentado con la Unión Europea, en especial después de su primera gira a ese continente que llevó a la Canciller alemana Angela Merkel a asegurar "que los tiempos en que podíamos confiar en otros países han quedado atrás". Pero al margen de la necesaria reforma que requiere el actual sistema multilateral, nacido hace más de 70 años, lo cierto es que el estilo y las decisiones adoptadas por el mandatario han minado el rol de ese país en el ámbito internacional. Una situación que, además, está permitiendo a China y Rusia ampliar sus ámbitos de influencia.

En el plano interno, Trump ha enfrentado dificultades para concretar sus promesas, en especial en su política de inmigración y salud. No solo la justicia bloqueó varias de sus iniciativas que elevaban las restricciones a los inmigrantes, sino que no ha podido concretar dos de sus principales compromisos: la construcción de un muro en la frontera con México y el fin de la reforma de salud aprobada por su antecesor. Su campaña, además, está siendo objeto de una investigación federal por la supuesta influencia rusa. Pero pese a ello, Trump ha conseguido algunos triunfos en el plano económico. No solo logró aprobar la mayor reforma fiscal en más de 30 años que rebaja los impuestos corporativos de un 35% a un 21%, con la que apuesta a impulsar el crecimiento -pese al riesgo de aumentar el ya alto déficit fiscal-, sino que además la economía está dando señales positivas con una expansión de 3,2% en 2017, el doble del último año de su antecesor.

Lo anterior adelanta un segundo año complejo para el mandatario, en especial porque en noviembre se llevarán a cabo las elecciones legislativas de mitad de mandato, donde una pérdida de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes podría aumentar la presión para impulsar un juicio político en su contra. En ese escenario, las buenas cifras económicas podrían ser la principal carta de salvataje para contener las críticas contra su administración.

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