En una posición más real, emulando un salto en el mar, la icónica ballena del museo nacional de historia natural recibirá a partir de hoy a los visitantes, estrenando también un nuevo nombre: Greta.
Protegida por una carpa en el hall central del museo, un equipo de 30 especialistas trabajó desde noviembre de 2012 para desarmar, limpiar y rearmar cada una de sus 53 vértebras y piezas.
El esqueleto ha sido, durante los últimos 118 años, el principal atractivo del museo de historia natural, que, además, es el más visitado del país, con cerca de 800 mil personas que lo recorren al año.
En el marco de la celebración del aniversario 183 del museo, los resultados de esta intervención serán expuestos al público, mostrando a Greta sobre modernos soportes, que buscan asegurar una mínima intervención y daño en los huesos del cetáceo y, por otro lado, una puesta en escena más atractiva.
Los restos fueron dispuestos en una estructura de un metro de alto, que simula olas del mar y que permite apreciarla desde nuevos ángulos y a mayor altura: desde abajo del estómago hacia arriba.
"Antes la ballena estaba en el suelo, en una posición que simulaba estar acostada sobre la arena, lo que no era tan atractivo ni imponente. Además, parte de su boca estaba al revés, por lo que asimilaba la boca de un pato. Muchas veces se prestaba para confusión y algunos creían que era un dinosaurio", afirma Guillermo Castillo, jefe de colecciones del museo.
Añade que el primer registro de armado de la ballena data de 1907, por lo que se trabajó desde cero: hubo que acudir a la experiencia de otros países y crear soluciones a medida que el trabajo avanzaba, para evitar riesgos como el desplome de las piezas.
Para ello, además de los científicos del museo, el proyecto incluyó la contratación de ingenieros y arquitectos, para crear la estructura sobre el suelo, ya que la posibilidad de colgarla desde el techo, como se hace en otros museos del mundo, fue desechada. Esto, ya que el edificio del museo es monumento nacional y no puede ser intervenido.
"Como muchos chilenos vine a ver esta ballena cuando niño y para mí es un honor haber participado en este trabajo innovador", recalca Castillo. A su juicio, lo más complicado fue armar el cráneo y mandíbula: "Tuvimos que sacarla con mucho cuidado y crear una estructura sólo para desmontarla, ya que por el sistema de anclaje antiguo, estaban unidas ambas partes. Luego comenzamos a desarmar toda la estructura metálica antigua, que en algunos casos atravesaba los huesos, sin dañarlos".
El director del museo, Claudio Gómez, afirma que la restauración de la ballena era una de las prioridades de su gestión, tras los trabajos por el 27/F y luego de la reapertura del museo, en mayo de 2012: "Hay mucha gente que identifica la ballena con el museo o el museo con la ballena, por lo tanto, es también un regalo de vuelta para la ciudadanía".