En la selección chilena de balonmano acusan locura. No es por un cuadro de demencia, ni por estrés. Esta semana el siete nacional disputará el Mundial de Francia y se ha impuesto un objetivo impensado: superar la fase de grupos. La meta es osada, pero todos confían en que es posible y, sin suspicacias, dicen confiar en que la hazaña es alcanzable.
"Es que si no tienes un margen de locura en esto, jamás lo vas a lograr", reconoce Felipe Barrientos, uno de los más experimentados en el plantel de la Roja del handbol. El portero ha participado ininterrumpidamente en las citas mundiales junto a Chile -"mi quinto Mundial, contando el Junior", enfatiza-, por lo que es una de las voces más autorizadas para hablar sobre el presente y futuro del equipo nacional.
La locura chilena radica en que la selección nunca ha ganado un partido en la fase de grupos de una Copa del Mundo. Desde comienzos de esta década que los nacionales han irrumpido consecutivamente en el torneo más importante de la disciplina, pero consiguiendo poco, por no decir nada. Lo más destacable fue el empate obtenido ante Eslovaquia, por 29 goles, en Suecia 2011. De ahí en más, sólo derrotas.
"Cuando comencé con la selección adulta estábamos grave, en los últimos lugares de (Sud) América. Nuestra generación, relativamente joven, se metió entre los mejores cinco, y ya estamos dentro del top tres o top 2", asegura Barrientos. El arquero recuerda también que "en el primer Mundial, nuestro objetivo era solamente estar, sólo eso ya era un premio". Pero durante la última temporada la situación ha cambiado considerablemente: "Ahora nos proponemos avanzar de ronda, que es súper ambicioso… Partimos desde muy atrás y ahora ya pensamos en estar dentro de los dieciséis mejores del mundo", agrega sin tapujos.
Llama la atención el optimismo que exhiben todos en la selección, sobre todo porque para este Mundial no contarán con el pívot Marco Oneto, considerado el mejor jugador chileno de todos los tiempos. El reciente refuerzo del Sporting de Lisboa se recupera de una lesión en la rodilla y quien lo reemplazará será el juvenil José Luis López (18), el más joven del equipo. Eso sí, él se desmarca de cualquier presión: "Todos los que estamos en el equipo estamos capacitados para reemplazarlo".
El semblante de López refleja con creces la edad que tiene. Sin embargo, sus condiciones físicas (1,90 metros y casi 100 kilos) lo tienen como uno de los jugadores más promisorios en el recambio chileno. Por lo mismo es que fue apadrinado por la fundación Oneto, que lo llevó durante un mes a entrenar con su ex club, el Wisla Plock de Polonia. "Es mi mentor", dice López sobre Oneto.
"Nunca imaginé esto. Es como un sueño hecho realidad", reconoce el joven de Machalí sobre la posibilidad de debutar en un mundial adulto. "Para mí es un premio al esfuerzo. He estado todo el año aquí, sin amigos ni familia, ahora soy recompensado".
Cambio de mentalidad
Hace exactamente un año, la selección chilena de balonmano estaba inmersa dentro de una situación tensa. Jugadores autoexcluidos reclamaban un cambio profundo en la cabeza de los seleccionadores, mientras que, en cancha, Chile mostraba un nivel errático, con presentaciones buenas y otras no tanto.
Ante ese escenario fue dificil trabajar. Y allí apareció una figura de conciliación: Mateo Garralda. El español es el gran motivador de este giro en las aspiraciones nacionales. El ex lateral fue campeón del mundo con su selección en 2005, además de bronce en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y Sídney 2000.
En los Juegos Panamericanos de Toronto, en 2015, Garralda estuvo como ayudante técnico de Puerto Rico y siguió de cerca a la Roja. Fue allí donde él mismo se presentó, a sabiendas del interés nacional por él, como candidato a asumir el liderazgo de la banca chilena. Así comenzó todo.
"Realmente estoy contento. Se han conseguido logros muy importantes, estoy satisfecho", dice el de Navarra. Como head coach de la Selección, Garralda consiguió disputar la primera final panamericana en la historia chilena, en la que cayeron ante Brasil por un ajustado 28-24. "En Argentina, con el local en el grupo, logramos meternos en la final. Quizás pagamos la novatada de la primera final, y que Brasil está entre los 12 primeros equipos del mundo, pero fue muy bueno", rememora el entrenador.
La filosofía de Garralda es siempre ganar. Para él, cualquier otra opción es señal de fracaso. Pero en Chile asume que el proceso debe ir de a un paso a la vez. Es consciente de ello, pero está lejos de conformarse sólo con una victoria. "Como objetivo primordial es mejorar cualquier clasificación (en el Mundial), pero personalmente quiero que el equipo asuma una responsabilidad mucho más alta, que es avanzar de ronda. Sé que es una meta muy ambiciosa, pero si no tenemos sueños altos y trabajamos por ellos no sirve de nada", explica el ideólogo de la osada meta del equipo nacional.
Emil Feutchmann, el mayor del clan y uno de los automarginados que retornó con la llegada de Garralda, habla de lo que representa la presencia del hispano. "Con su bagaje nos motiva y nos da luces de hasta dónde podemos llegar. Él tuvo la experiencia de vivir este mismo proceso con España, que era un equipo como el nuestro y llegaron a ser campeones del mundo. Ha recorrido el camino que nosotros queremos recorrer", dice el jugador del Wacker Thun suizo.
Emil explica cómo funciona el camarín chileno y aclara que, a diferencia de otros deportes, si aquí se consigue el resultado planteado no habrá celebraciones adicionales. "No hay asado, ni cábala, ni nada. No vemos a la Selección así. Nos tomamos esto con mucho profesionalismo. Yo mismo soy profesional hace 13 años. Nos dedicamos a esto", sostiene.
Durante este fin de semana, Chile finalizó su gira premundialista por Polonia, donde derrotó al Chroby Glogow (44-30), al SPR Stal (29-28) y empató con Zagleibe Lubin (28-28). Ayer arribaron a Malmö, donde afinan los últimos detalles para el debut en Francia.
Allí, Chile buscará estar a la altura de su deseo y para eso, la idea es clara: "Debemos ganarle a Bielorrusia y Arabia Saudita. Para mí, todo lo que no sea eso será un mal resultado", cierra, exigente, Feutchmann.