El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, afirmó hoy, al celebrarse el Día Mundial para la Erradicación de la Pobreza, que la creación de trabajos decentes es una de las formas más eficaces para combatir este problema.
"El 17 de octubre presenta una oportunidad para reconocer el esfuerzo y la lucha de las personas que viven en la pobreza, una oportunidad para escuchar sus preocupaciones", dijo Ban Ki-moon en un comunicado emitido hoy con motivo de esa conmemoración global.
El lema de este año está centrado en la creación de trabajos decentes y oportunidades de capacitación para reducir la brecha económica, especialmente en los países en vías de desarrollo.
A juicio de Ban, "el trabajo decente y productivo es uno de los medios más eficaces para luchar contra la pobreza y promover la autosuficiencia".
El viernes pasado, Ban pidió especial atención para los jóvenes, que tienen el triple de posibilidades de sufrir desempleo que los adultos.
Según el funcionario, en 2009 más de 81 millones de jóvenes no tuvieron empleos, una cifra récord.
"Una de las mejores maneras de que los jóvenes vean un futuro de esperanza es a través del prisma de un trabajo decente", dijo el secretario de la ONU, al agregar que más de la mitad de la población trabajadora en el mundo "es vulnerable al desempleo".
Se calcula que cerca de 212 millones de personas en el mundo no tenían empleo en 2009, un aumento de 30 millones de personas en comparación con 2007, según un informe reciente de la Organización Internacional del Trabajo citado por el funcionario.
Mañana, durante una jornada de conmemoración por el Día Mundial para la Erradicación de la Pobreza, los Estados miembros y representantes de la ONU, así como líderes de organizaciones no gubernamentales, analizarán formas prácticas de aliviar la "carga desproporcionada del desempleo entre los jóvenes".
Dado que, según la ONU, las trabajadores domésticas figuran entre los grupos más vulnerables y marginados, la jornada de mañana incluirá el testimonio de una ex empleada doméstica que, con la ayuda del grupo Domestic Workers United, logró la aprobación de una ley en Nueva York para ayudar a ese colectivo.
Esa ley, la primera de su tipo en Estados Unidos, garantiza los derechos básicos y reconoce la labor de las trabajadoras domésticas.