Elegido el objetivo, tomaban el auto desde Lo Barnechea a 170 kilómetros por hora y recorrían la caletera de la autopista para evitar los pórticos, hasta llegar a Chicureo. Ya en el lugar, la puesta en escena era siempre la misma: entraban por un sitio eriazo, votaban la pandereta del jardín, se metían por la puerta de la cocina, intimidaban a los propietarios, los amarraban, los encerraban y desmantelaban la casa, todo en siete minutos. Siempre, coordinados desde afuera por un colaborador clave, quien por teléfono les entregaba los pasos a seguir.
Así actuaba la banda "Los Colados", organización delictual conformada por siete personas, seis hombres y una mujer, que en un mes prácticamente "arrasaron" con Chicureo, en la comuna de Colina, y que fueron detenidos luego de una serie de escuchas telefónicas que resultaron claves en la indagatoria a partir del uso que los sospechosos le daban al teléfono, dado que por celular se ponían de acuerdo antes del robo y durante el atraco.
La pista surgió luego de que en uno de los sitios del suceso dejaron un auto abandonado, que pertenecía a una pareja de los delincuentes. Le mostraron las fotos de uno de los involucrados a las víctimas y lo reconoció, dado que a veces se sacaban los pasamontañas durante el asalto. Así, el próximo paso fue "pincharle" el teléfono. Según los antecedentes manejados por el OS-9 de Carabineros y la fiscalía, entre octubre y noviembre esta banda asaltó 11 casas en Chicureo.
El persecutor de la unidad de análisis criminal de la Fiscalía Centro Norte, Iván Olavarría, explicó que "obtuvimos la autorización del tribunal para intervenir sus teléfonos, donde se pudo establecer que siempre se comunicaban entre sí para coordinar el robo, antes, durante y después".
El líder del grupo era Maximiliano Coronado Arias (26), quien cuenta con antecedentes penales desde los 16 años por robos con intimidación y receptación. Hace casi tres años fue condenado por robo, sin embargo, tras cumplir con su pena quedó en libertad a comienzos de este año, de acuerdo a los registros de la policía uniformada.
No demoró mucho en retomar su "especialidad". Con seis amigos organizaron la banda y en cosa de meses comenzaron a acechar casas de Vitacura y Colina, en Chicureo. El jefe nacional del OS-9 de Carabineros, comandante Francisco Villarroel, explicó que "son delincuentes avezados y violentos, que con armas intimidaban y amarraban a las víctimas. Incluso, algunos de sus integrantes eran recluidos por otras bandas para que les brindaran apoyo. Son muy reconocidos entre los ladrones".
Muestra de su audacia se puso a prueba el 7 de noviembre, cuando a las 20.45 horas entraron con pasamontañas y capuchas a un domicilio ubicado en el sector de Santa Luisa, en Chicureo.
Ingresaron por la pandereta, intimidaron a la asesora del hogar y a dos menores de 17 y 13 años. Los amarraron, los encerraron en la pieza y se llevaron joyas, dinero y equipos tecnológicos. Otras de las afectadas fue una madre que fingió que el asalto era un juego para que su hijo no se diera cuenta del violento hecho (ver nota secundaria).
Los investigadores detectaron un patrón común que relataban las víctimas: siempre había uno de los integrantes del grupo que se quedaba afuera haciendo guardia. Él se comunicaba con uno de los que estaban adentro y les iba dando instrucciones de cómo ir actuando. Todas estas conversaciones quedaron registradas. "Con las escuchas se logró perfilar el modus operandi que nosotros ya veníamos investigando. Entre ellos se comunicaban con apodos y claves, pero tras lograr la autorización del tribunal se pudieron asociar esos nombres a los números telefónicos de donde se llamaban", explicó el fiscal Olavarría.
Según la fiscalía y Carabineros, desde que este grupo fue detenido han disminuidos los delitos en el sector. Los sospechosos quedaron en prisión preventiva.