La historia pesa. Y en este caso, las estadísticas también. Una vez más, Barcelona volvió a amargar a Manuel Pellegrini, como viene ocurriendo desde el desembarco del técnico chileno en Europa. Esta vez el cuadro catalán superó 2-1 a Manchester City en el duelo de ida de los octavos de final de la Liga de Campeones y tomó una ventaja importante en la eliminatoria.

Desde el arranque, la historia empezó torcida para Pellegrini. Barcelona, inspirado como pocas veces en esta temporada, destrozó el planteamiento del City sobre la base de cuatro pilares fundamentales: posesión, precisión, presión y sobre todo profundidad. Por largos pasajes se pareció incluso a aquel conjunto dirigido hace unos años por Pep Guardiola.

La idea del técnico chileno de intercambiar golpe por golpe con los catalanes no funcionó. Alinear a dos delanteros y dos volantes externos, para intentar hacerle daño en ataque al equipo catalán sólo quedó en el papel. Y es que jamás pudo compartir el dominio del balón. Entonces, resultó imposible siquiera generar acciones de peligro. Durante todo el primer tiempo, apenas tuvo un remate al arco, lo que marca claramente la poca agresividad en los últimos metros.

En contrapartida, Barcelona mostraba toda su riqueza individual y colectiva sobre el campo del Etihad. A diferencia del año pasado, cuando en esta misma instancia necesitó de una ayuda arbitral para salir con una victoria desde Manchester, esta vez supo plasmar en el marcador toda su superioridad en el juego.

Liderados por un inspirado Lionel Messi, quien decidió conducir a sus compañeros desde una posición más retrasada, pero no por eso menos influyente en el juego, Barcelona encontró espacios en todas las zonas del campo de juego para edificar su dominio . Una vez que detectó la poca recuperación de balón que tenía el City, lo sometió a una presión asfixiante, especialmente en el primer tiempo.

En esos 45 minutos, el marcador registró dos goles, ambos convertidos por Luis Suárez, pero la sensación térmica era demoledora. Bien pudieron ser cuatro o cinco. Si no hubo más tantos en favor de Barcelona fue por un par de buenas intervenciones de Joe Hart y por impericia en la puntada final  de los arietes catalanes.

Algo mejoró el City en el segundo tiempo, especialmente tras el ingreso de Fernandinho por Nasri. Justamente, la presencia de un recuperador en el mediocampo le permitió al equipo de Pellegrini sostener una mayor presión en el campo rival.

Así nació el descuento de Sergio Agüero, a los 70', tras una recuperación de Clichy a la salida del área de Barcelona. Desgraciadamente para el técnico chileno, el propio lateral francés se iría expulsado minutos más tardes por una fuerte entrada sobre Dani Alves. El envión que suponía el tanto del ariete argentino se desvaneció con la desventaja numérica.

Quizás si lo único rescatable para Pellegrini sería el penal perdido por Messi en los descuentos, que de algún modo le dio vida para el juego de vuelta. Aunque por juego, la diferencia entre uno y otro fuese abismante.

La revancha, programada para el 18 de marzo en Camp Nou, supone una empresa gigantesca para Pellegrini y su equipo, que nunca en la historia superó los octavos de final de la Liga de Campeones. Las estadísticas, para colmo, juegan en contra del técnico chileno, que necesitará mejorar muchísimo si no quiere hipotecar su futuro en Inglaterra. Una eliminación podría ser un golpe de nocáut.