El Cabo de Hornos es el único buque científico que tiene Chile. Desde 2013, fecha en que fue inaugurado, ya ha realizado 55 expediciones científicas. El Instituto de Fomento Pesquero (Ifop) y Sernapesca son algunas de las entidades que han usado el buque.

El barco puede transportar 70 personas, es de última generación y cuenta con un laboratorio húmedo de pesca, un laboratorio de iguales características pero de usos generales, otro químico, sala de operación de sensores acústicos y frigoríficos de temperatura regulable. Es uno de los más modernos del mundo.

Dentro de sus estudios se encuentran el realizado a la marea roja en las Regiones de Los Lagos y Aysén. Con las investigaciones hechas por este buque se comprobó que nada tuvieron que ver las toneladas de pescados muertos lanzadas al mar con este fenómeno natural. En septiembre pasado, hubo un análisis sobre la merluza austral, que hoy se encuentra en veda.

En octubre del año pasado, se efectuó el primer estudio en Chile del fondo marino a 5 kilómetros de profundidad y que buscaba determinar la temperatura, los nutrientes y las especies que habitan en ese ambiente.

Y en mayo de este año, el Ifop concretó una investigación del jurel, específicamente entre Pichidangui e Islas Guaitecas. La idea es que haya un óptimo viaje y que la comunidad científica que se adjudica el periplo mediante concurso, pueda realizar el proyecto.

El capitán Sergio Devotto, jefe del Departamento de Hidrografía y Oceanografía del buque, explica que "somos la plataforma para apoyar la investigación hidrográfica, oceanográfica e investigación pesquera. Este buque tiene una capacidad multifuncional de tareas y que se pueden desarrollar dentro de este buque, desde geología marina hasta captura de peces y del comercio en general".

Es tal la importancia del Cabo de Hornos que el capitán Devotto dice que "este buque nos hace comprender algún problema que tengamos a futuro para así poder solucionarlo. Todo el escenario ideal, físico, químico que haya que investigar, este buque lo permite".

Según el capitán, la más importante investigación fue sin dudas "la que se realizó frente a las costas de Chiloé por el tema de la marea roja y el sobre crecimiento de algas nocivas que afectó el desarrollo económico de esa región. Para mí fue lo más importante y nos permitió seguir avanzando y no retrasarnos en otras actividades".

El barco fue uno de los invitados estelares en el último Congreso Mundial de áreas Marinas Protegidas IMPAC4 realizado en La Serena, en septiembre, y en el que navegaron más de 30 científicos del Reino Unido, Francia, España y Senegal. El académico de la U. Católica del Norte e investigador del Núcleo Milenio de Ecología y Manejo Sustentable de Islas Oceánicas, Guillermo Luna, presente en la navegación, indicó que "es una tremenda oportunidad para mostrar nuestro país y darles a conocer a la comunidad científica cuáles son los esfuerzos que estamos haciendo para preservar nuestras áreas marinas protegidas. Asimismo, revelar la manera en la que enfrentamos los problemas que amenazan la biodiversidad marina".

La embajadora del Reino Unido en Chile, Fiona Clouder, quien también estuvo a bordo de la nave, destacó el compromiso de Chile con el medioambiente: "No soy una experta en esta materia, pero lo que yo he visitado me parece de un gran nivel científico, tecnológico, sin diferencia con Gran Bretaña".