Universidad de Chile parecía tener todo controlado ante Barnechea, pero un tiro libre que rebotó en Patricio Rubio cambió todo. De controlar el partido, pasó a desesperarse y nunca más encontró la tranquilidad que requería para mantener la diferencia con Colo Colo. Ahora, tras el 1-1 de los laicos, los albos pueden alcanzarlos en el primer lugar.
Frente a un rival convencido de que moviéndose en conjunto, cubriéndose unos a otros, puede suplir la escasez de individualidades (más allá del talento que esboza Cristian Ivanobski) y complicarle la vida a cualquier adversario, por más linajudo que sea, los universitarios tuvieron paciencia al inicio, pero luego, cuando más la requerían, la perdieron.
Durante el primer tiempo, el cuadro de Martín Lasarte no se hizo problemas en tocar y tocar, sin importar que muchas veces fuese hacia atrás para volver a empezar.
Percibían en carne propia las dificultades que habían sufrido los últimos rivales de Barnechea, que en su invicto de cinco partidos con que llegaba al Nacional apenas había recibido dos goles.
El forastero obligaba a esa búsqueda constante, con su presión en el medioterreno, con cinco hombres destinados a asfixiar la salida con Mathías Corujo, Guzmán Pereira y Gustavo Lorenzetti. Hasta Gustavo Canales debió bajar más allá de la mitad de cancha para encontrarse con el balón.
Las dificultades que encontraba la U para generarle peligro al arquero Jorge Manduca, al menos, no se traducían en demasiado sufrimiento en la retaguardia.
Una ocasión llena de rebotes de Francisco Ibáñez, luego de una cesión de Oscar Hernández (que bien podría haber definido él mismo), fue lo mejor de los huacocheros antes de que el local empezara a enrielar el encuentro hacia sus objetivos.
Patricio Rubio volvió a ser el dueño de la llave para abrir las complicaciones defensivas que imponía el conjunto de Francisco Bozán. Luego de una buena contención del portero visitante a un remate de Canales, el delantero se encontró con la pelota para abrir la cuenta.
Después de eso, Johnny Herrera le achicó bien a Ibáñez. Un susto que dejaba en claro que el recién ascendido no pretendía darse por vencido.
Un tiro libre de Hernández que rebotó en Rubio para descolocar el golero universitario, a los 51 minutos, confirmó esa premisa.
Con el empate, el partido ganó en ritmo. Barnechea hizo a un lado su función más defensiva y se soltó, ubicándose sobre terreno universitario. Incluso, Bozán se atrevió con el ingreso de un segundo atacante, Francisco Pizarro.
Casi en paralelo, Lasarte respondió con el regreso de Gonzalo Espinoza, inactivo hace un mes y medio, para intentar volver a adueñarse del control del partido y sumar variantes para llegar al área rival. Al rato, con la entrada de Ramón Fernández insistió en esa misión, despreocupándose de la contención.
Pese a eso, era los blancos se movían con mayor claridad y riesgo. Herrera, otra vez figura, le controló remates a Pizarro, Ivanobski y Francisco Levipán; José Rojas se la sacó del zapato a Ibáñez
Con el final cada vez más cerca, parecía que era más posible que en Ñuñoa se produjera una hecatombe que la U pudiese mantener sus diferencias en la tabla con Colo Colo y Wanderers.
Desordenada y contra las cuerdas, con el murmullo nervioso de sus hinchas acompañando cada jugada, la U logró forzar el retroceso de la visita, pero no tuvo la claridad para romper la paridad, una paridad que enciende el torneo, a dos fechas del final.