Los invito a olvidarse por un instante de lo que es actualmente el barrio Suecia. Haga memoria y recuerde esas calles con casonas francesas que albergaban a las mejores tiendas de decoración, moda y galerías de arte que habían en Santiago. ¡Sí! ese barrio de los años 80 que hoy intenta recuperarse con la arremetida de importantes conglomerados que han comprado algunos terrenos para reconstruir en parte la otrora mística entregada por tiendas, oficinas y restaurantes de excelencia y calidad.
Los ex protagonistas de este barrio coinciden al afirmar que Suecia fue lo que hoy es Alonso de Córdova. Y sí, porque ahí estaban los mejores y los que marcaban pauta y vanguardia. Javier Pinochet, Rafael Hurtado y Axel Grossman, por nombrar algunos, poblaron General Holley, mientras Luis Fernando Moro y Dekoras, de Josefina Prieto, hicieron lo suyo en Santa Magdalena. Galerías de arte como Praxis, encabezada por Tomás Andreu, Época de Lily Lanz, Plástica 3 formada por tres mujeres: Isabel Aninat, Ana María Stagno y Magdalena Correa, y la galería Bucci de Enrico Bucci, eran otros de los referentes, al igual que las casas de moda de Atilio Andreoli, Rubén Campos, José Cardoch, Susana Palominos e Irfe, que por esa época daban cuenta de las últimas tendencias.
Así, una mixtura de creatividad glamorosa marcó la vida de este barrio con sus tiendas que lucían en sus vitrinas chintz, cretonas y linos. Uno de los propietarios, Rafael Hurtado, instaló su primera tienda con telas importadas de gran calidad. En ese tiempo cuando se tapizaba todo, desde los muros hasta las puertas de los clósets, el lugar era de Rafael Hurtado. "El ambiente del sector era de tiendas de lujo con mucho público y el día sábado se llenaba. Algo que no se ha vuelto a repetir en ningún lugar de Santiago", comenta.
Javier Pinochet, con aires renovados después de su estadía por 10 años en Europa, arrendó parte de una casa donde se instaló con su tablero de dibujo y planteó una propuesta diferente a los jóvenes que armaban su primera casa. "A los novios les propuse proyectar ambientes propios y no repetir la casa de sus padres. La juventud se reveló con esta idea", explica el decorador.
En General Holley estaba el taller de Rubén Campos, proyectado por su vecino Axel Grossman que llamó la atención en la época por el estilo moderno y por estar tapizado completamente con chintz color mantequilla. Un guiño revelador del momento que les tocó vivir y por el cual agarró fama de ser el lugar más elegante de la capital.
EL ARTE DEL BARRIO
Pese a un contexto histórico difícil, las galerías Praxis, Plástica 3, Época y Bucci traían un aire fresco. A ellas concurría un público bastante amplio, desde estudiantes universitarios hasta adultos y lo más importante, muy conocedores del tema. Eran verdaderos espacios abiertos y de encuentro de todas las expresiones plásticas, en donde se hacían charlas y exposiciones. "Nuestra galería fue un espacio alternativo para atraer a artistas que estaban en el extranjero como Mario Toral, Benjamín Lira, Juan Pablo Langlois, Juan Downey", recuerda Isabel Aninat, en tanto, Tomás Andreu, quien fuera director de Praxis, hace memoria de los expositores, entre los que destacaban Ernesto Barreda, Rodolfo Opazo, Roser Bru, Jaime Antúnez y Lily Garafulic. Andreu señala la trascendencia de las otras galerías vecinas y en especial de Época, de Lily Lanz, importante no sólo por sus exposiciones sino también por ser un verdadero centro cultural. "Muchos artistas expusieron por primera vez. Entre ellos, Francisco de la Puente, Francisco Smythe, Francisca Sutil, María José Romero y Pablo Domínguez", cuenta Lily Lanz.
SUECIA A LA MODA
Las mujeres y hombres que buscaban lo exclusivo en vestuario iban directamente a Suecia. Ahí se concentraba un nutrido número de boutiques de diversos estilos y tendencias como Versión Francesa, Fiorucci, V. Colecction, Benetton, Irfe y Susana Palominos, entre otras. En tanto, la alta costura se impuso con Atilio Andreoli, Rubén Campos y José Cardoch.
Durante ocho años, Atilio Andreoli mantuvo su tienda en Suecia con General Holley. De ella, mantiene los mejores recuerdos: "Era un lugar muy agradable con buenos bares como el New Orleans, Red Pub y el Boston y donde uno mantenía una muy buena relación con los vecinos", puntualiza. Por su parte José Cardoch, fiel al barrio donde todavía permanece su taller recuerda los concurridos desfiles presentando sus colecciones ochenteras.
Aunque muchos culpan del deterioro de este emblemático sector de Santiago a la transformación de la calle General Holley en un paseo peatonal y a las patentes de alcoholes entregadas por la municipalidad, hoy soplan vientos de renovación, y una serie de proyectos con auspiciosos cambios de arquitectura y urbanismo se están dando a conocer, planteándose en dos a tres años proyectos como el de Francisco Reyes, quien edificará dos torres de oficinas de 15 pisos en la avenida Costanera, entre Nueva Lyon y General Holley. O el proyecto de Cristián Boza, que levantará en Costanera, entre Suecia y General Holley, un edificio de 11 pisos, además del Fondo Santander, que tiene proyectado un edificio de 15 pisos emplazado en Costanera entre Suecia y Bucarest.
El gerente general de Colliers, Jaime Araya, nos explicó sobre este proyecto: "La propuesta es hacer un barrio con edificios de oficina, restaurantes y tiendas de mejor calidad frente al río Mapocho, que esté conectado con el Costanera Center y también, que tenga una interacción con avenida Providencia y las áreas verdes de la ribera del Mapocho".