"El no es un socialista adecuado, es un banquero, un liberal de estilo estadounidense", confiesa Cristel le Roy, de 50 años, al diario británico The Times. El domingo, en la segunda vuelta en Francia, esta mujer votará por la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen y no por su rival socioliberal Emmanuel Macron. Le Roy vive en Auchel, una ciudad en la región Norte-Paso de Calais, a unos 50 minutos de Calais, conocido por su "Jungla", el famoso campamento de refugiados que fue evacuado en octubre del año pasado y el corredizo por el cual los migrantes buscaban pasar a Reino Unido.
Auchel está ubicada en el cinturón del óxido francés. En esta zona, la mayoría de sus habitantes son obreros y mineros que han trabajado en industrias. En los últimos 25 años, Francia ha perdido 1,5 millones puestos de trabajo en las industrias, lo que ha provocado un incremento del descontento a nivel nacional. Y es precisamente allí donde Marine Le Pen ha ido ganando terreno. Auchel era reconocida por ser un bastión de izquierda y durante décadas fue comunista. Algunos parques y calles llevaron por años el nombre de Lenin o recordaron a otros líderes comunistas.
Pero ahora, Le Pen está sacudiendo el mapa geográfico y el cinturón del óxido se ha convertido en su bastión. Allí se ha presentado a sí misma como la "salvadora" de la clase trabajadora francesa. "Soy la candidata de las personas", ha dicho la líder del Frente Nacional (FN). En Auchel, Le Pen triunfó con más de 44% en la primera vuelta. Macron obtuvo ahí sólo 13,5% de respaldo. En otras ciudades, como Hénin-Beaumont y Hayange, también ha ganado adeptos.
A pesar que el corazón industrial es la cuna de Macron, esto no ha sido suficiente para ganar apoyo en este sector, que se siente abandonado.
Parte importante de los franceses también se sienten desamparados en Marsella, en el sur del país. En ese puerto, el sector de La Castellane es una de las zonas con mayor tasa de criminalidad, tráfico de drogas, cesantía y pobreza. Ahí viven cientos de migrantes de diferentes partes, en su mayoría del norte de Africa, lo que ha provocado una serie de guetos. Tradicionalmente también habían votado por la izquierda y hoy se inclina por Le Pen.
En Marsella viven casi 300 mil musulmanes sobre una población de 900 mil y es la ciudad "más islámica" de toda Europa occidental. Al igual que en el cinturón del óxido, se sienten abandonados y ven en el Frente Nacional una oportunidad. Así, muchos de sus ciudadanos no quieren que lleguen más inmigrantes. "No tenemos capacidad para acoger más extranjeros. Yo estoy aquí desde hace 23 años y vine a trabajar. Pero ahora no hay trabajo ni siquiera para nosotros, así que muchos menos para los que llegan", dice un taxista de origen marroquí al diario El Mundo. Pese a todo, Macron tiene un 59% de intención de voto, contra 41% de Le Pen.