Las obras, tituladas "Slovanská Epopej" (Epopeya Eslava) han estado por el último de medio siglo colgadas en un castillo en el pueblo moravo de Moravsky Krumlov, pero ahora funcionarios en Praga quieren trasladarlas a la capital, lo cual ha generado malestar en el resto del país.
"La Epopeya Eslava' es el alma de Moravsky Krumlov", asegura el alcalde de esa localidad, Jaroslav Mokry.
"Y Krumlov -agrega- es el salvador de la Epopeya".
En sus palabras, "Krumlov salvó a la Epopeya del deterioro, de los estragos del tiempo, de los comunistas. Krumlov salvó a la Epopeya de la destrucción".
TRIBUTO
La obra maestra de Mucha está colgada en un castillo derruido muy cerca de la oficina del alcalde.
Las piezas, veinte, de hasta seis metros de altura y ocho de ancho, son un tributo a los checos y a los eslavos en general.
Las imágenes, como las describe el periodista de la BBC Rob Cameron desde Praga, tienen casi un aura sobrenatural y representan la historia y las tribulaciones nacionales.
En uno de los cuadros una joven mujer amamanta a un niño arrodillada sobre cadáveres mientras un pueblo arde en la distancia.
En otro, Jan Amos Komenský, también llamado Comenio y conocido como el Padre de la Pedagogía, aparece desplomado en una silla observando el mar. Comenio fue desterrado de su país en 1620 y murió en el exilio.
"Tenemos que conocer esos momentos de nuestra historia para poder vivir felizmente y en paz", explica Pavla Hemerkova, quien conduce la visita guiada a las galerías donde se muestran las obras.
"Se trata de pinturas importantes y creo que deben permanecer aquí", remarca. "Considero que Mucha también hubiese preferido que permanecieran aquí".
GESTAPO
Mucha pintó "La Epopeya Eslava" durante dos décadas y la terminó en 1928.
El artista legó la obra a Praga como capital de la nueva Checoslovaquia pero con una condición: que Praga construyera una galería para exhibirla. Y eso nunca sucedió.
La historia de cómo terminó en un dilapidado castillo en el sur de Moravia, a 200 kilómetros de la capital es en sí misma épica, como dice el periodista de la BBC Rob Cameron.
Mucha murió de neumonía en 1939 tras ser arrestado e interrogado, a los 78 años de edad, por la Gestapo. Las pinturas fueron envueltas y escondidas en depósitos -e incluso, se dice, en una tumba- para que no cayeran en manos de los nazis.
Tras la II Guerra Mundial fueron trasladadas provisionalmente a Moravsky Krumlov y comenzaron a ser expuestas en el castillo en 1963.
Ahora, que Praga las reclama, la ira en las calles de Moravsky Krumlov es palpable, explica Cameron.
"Aquí cuidamos muy bien de 'La Epopeya", asegura Jana Kralova, peluquera local.
"No entiendo por qué Praga aspira a tenerlo todo y dejarnos a nosotros sin nada. Praga está llena de arte".
LIMBO LEGAL
La maraña legal ha durado una década pero ahora se ha intensificado.
A principios de año, Praga reclamó la obra basándose en el testamento de Mucha.
Su familia, que dirige la Fundación Mucha, intervino apelando a las autoridades moravas para que bloquearan el traslado de la pieza.
La fundación conversa con las autoridades en Praga sobre la construcción de una galería que albergue la obra y dice que moverla ahora no sería sino una solución provisional.
Unos mil estudiantes de arte protagonizaron una protesta en las afueras del castillo de Moravsky Krumlov e incluso el presidente Vaclav Klaus dio su apoyo al pueblo.
Las autoridades al final concedieron el pedido de la Fundación pero ahora Praga ha dicho que apelará.
"Es una situación absolutamente absurda y una violación de los derechos de propiedad de Praga", manifestó el concejal Ondrej Pecha, quien encabeza la campaña para llevar la obra a la capital.
Pecha explica que ya la ciudad pagó por los gastos técnicos de la instalación de la pieza en una galería del Palacio Veletrzni como parte de una exposición que ya está planificada.
La capital exige que Moravsky Krumlov pague las facturas si se suspende la muestra.
"La Epopeya Eslava" se encuentra en un limbo legal. Es propiedad de Praga pero no puede abandonar su sitio de acogida temporal hasta que se resuelva la disputa.
"Praga ha quedado muy mal a los ojos de todo el país, no sólo de los moravos", opina el alcalde Mokry.
"Hemos recibido cientos de cartas. Muchas proceden de praguenses que están molestos con las autoridades", dice.
"Están molestos por cómo la capital está tratando a un pueblo pequeño que ha salvado una obra de arte valiosa. Es, pura y simplemente, una vergüenza".