La mañana de este miércoles un avión de la compañía TransAsia sobrevoló una autopista elevada perdiendo una de sus alas y cayó en un río cercano de la capital taiwanesa, Taipéi. Al menos 23 personas murieron.
Dos conductores que circulaban por la autopista registraron el incidente con sus celulares, y la grabación se difundió ampliamente en los medios y las redes sociales.
Las imágenes son espectaculares, pero, a la vez, resultan tristemente familiares.
Y es que últimamente pareciera que los accidentes aéreos ocurren con una regularidad cada vez mayor.
Sólo el año pasado, tuvieron lugar tres incidentes de avión que dejaron cientos de muertos.
El 8 de marzo el vuelo MH-370 de Malaysia Airlines desapareció en el mar en un trayecto entre Kuala Lumpur y Pekín.
Cuatro meses después, el 17 de julio, otra aeronave de esa misma compañía se estrelló en Ucrania. Aunque probablemente fue derribada.
Y cuando el año estaba por terminar, el 28 de diciembre, un avión de AirAsia se hundió en el mar de Java.
Entonces, ¿es volar cada vez más arriesgado?
Mínimo histórico
Sin duda, en comparación con años previos el 2014 fue peor que la media en términos de víctimas mortales.
Murieron 986 personas en accidentes de aviones comerciales, 537 de las cuales en los dos vuelos de Malaysia Airlines siniestrados.
Pero, al mismo tiempo, las compañías aéreas también transportaron a más pasajeros que nunca: 3.300 millones de viajeros en 27 millones de vuelos, de acuerdo al informe sobre seguridad de la página web especializada AirlineRatings.com.
El documento indica que, aunque el año pasado ocurrieron 21 accidentes mortales de avión, esa cifra es un mínimo histórico.
Según el informe, hace 50 años sólo había el 5% de los vuelos comerciales de hoy en día, pero el cuádruple de incidentes.
Así que, a pesar de los accidentes de alto perfil que producen decenas de víctimas, el transporte aéreo es, estadísticamente, más seguro que nunca.