Ciudades iraquíes cayendo como piezas de dominó ante el avance de militantes islámicos, Bagdad que parece haber perdido el control, medio millón de desplazados por la violencia, convocatorias de emergencia en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas: todo esto ha sido provocado por la ofensiva del grupo radical Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS).
El martes los militantes de ISIS se hicieron con el control de Mosul, la segunda ciudad de Irak; y el miércoles tomaron la ciudad de Tikrit, cuna del depuesto y fallecido líder iraquí, Sadam Hussein, sólo 150 kilómetros al norte de la capital, Bagdad.
La violencia ha generado una devastadora crisis humanitaria que incluye a medio millón de personas que se vieron forzadas a dejar Mosul.
En el sur del país, en Samarra, a 110 kilómetros de Bagdad, también se han registrado violentos combates, aunque las fuerzas de seguridad aseguran haber sido capaces de frenar los avances del ISIS.
Entretanto, en la capital iraquí un atacante suicida mató el miércoles a 21 personas e hirió a otras 45 durante una asamblea chiita, informó la policía.
La violencia estalló con fuerza esta semana y el gobierno del primer ministro Nuri al Maliki parece estar perdiendo el control de la situación.
El ISIS, de hecho, ya controla un considerable territorio en el centro y occidente de Irak. También ha fortalecido su posición en el este de Siria, en su campaña por establecer un enclave militante sunita en la zona fronteriza.
Estalla la violencia
Tras la caída y posterior ejecución de Sadam Hussein -en medio de la invasión de EE.UU. y sus aliados-, el ejército iraquí fue desmantelado por el nuevo gobierno y se creó una nueva fuerza de seguridad.
Durante un período, Irak vivió una situación de relativa paz.
Pero a partir del retiro de las tropas estadounidenses de Irak en diciembre de 2011 grupos alineados con al Qaeda comenzaron a organizarse en distintos lugares del país y a experimentar una rápida expansión.
De hecho, el 22 de diciembre de 2011, apenas cuatro días después del retiro de las fuerzas de EE.UU., tuvo lugar una oleada de atentados con bombas en Bagdad. Los ataques causaron alrededor de 60 víctimas mortales.
El Estado Islámico de Irak (ISI), otra rama de al Qaeda y antecedente del ISIS (establecido en 2013), se atribuyó la autoría de aquellos atentados.
A partir de entonces, la violencia sectaria en el país arreció con más fuerza: atentados casi a diario con bombas (en mercados, mezquitas, funerales), ataques a prisiones, sedes policiales y cuarteles militares.
Según la organización no gubernamental Iraq Body Count, que hace recuento de las víctimas de Irak, en 2013 el país alcanzó su peor momento en materia de violencia en cinco años: 9.475 civiles muertos.
La rabia de los "Hijos de Irak"
El ISIS fue creado en abril de 2013. Inicialmente nació como una fusión entre el ISI y un grupo yihadista rebelde de Siria, el Frente Nusra. Ese año los jihadistas juraron lealtad al ISIS.
Desde entonces, el grupo se ha hecho muy popular entre sectores de las poblaciones tribales sunitas, que se sienten maginadas y perseguidas por Bagad.
Los sunitas se consideran a sí mismos los verdaderos iraquíes y siguen teniendo problemas en aceptar el hecho indiscutible de que constituyen una minoría en el país.
En efecto, el primer ministro Maliki, chiita, tomó una serie de medidas políticas que profundizaron el enojo de sectores opositores: permitió y estimuló las purgas de políticos iraquíes en nombre de la depuración del partido Baaz -la formación política de Sadam Hussein- de las estructuras de poder en Irak.
También interrumpió las políticas iniciadas por EE.UU. de trabajar con los líderes tribales sunitas y sus milicias -los llamados "Hijos de Irak"- para aislar a al Qaeda.
De modo que, además de los conflictos ancestrales entre sunitas y chiitas, la violencia en Irak también tiene otras raíces más profundas, políticas.
"Malestar más amplio"
Para Marina Ottaway, analista del Woodrow Wilson Center, con sede en Washington DC, la violencia se inscribe en el contexto de un "malestar más amplio que afecta a todas las provincias iraquíes, incluyendo algunas de mayoría chiita, debido a las políticas emprendidas por el primer ministro Maliki para hacer más férrero su propio control político y su poder, y en el proceso imponer un sistema de control altamente centralizado, lo cual la mayoría de las provincias ha comenzado a resentir".
Según explica Ottaway a la BBC, un tercio de las provincias iraquíes buscan transformarse en regiones que tengan cierto grado de autonomía, como la que ya detentan los kurdos.
En el contexto de esas tensiones, en 2012 en la ciudad de Ramadi -en el centro de Irak- un grupo de sunitas levantó unos campamentos en protesta.
Pero el primer ministro careció de la suficiente flexibilidad como para llegar a acuerdos con los manifestantes.
En diciembre de 2013, el gobierno ordenó el arresto del parlamentario sunita Ahmed al Alwani, quien había estado adelantando una negociación entre Bagdad y los manifestantes de Ramadi.
Además, el 31 de diciembre, un año después de haber sido instalado, las tropas del gobierno irrumpieron en la protesta y desmantelaron el campamento de los manifestantes.
La toma de Faluya y Ramadi
Dos días después de este ataque, en enero de 2014, la ciudad de Faluya y parte de Ramadi cayeron en manos de las milicias sunitas del ISIS.
A partir de ahí, los insurgentes continuaron su avance, hasta ahora imparable.
El 30 de abril, poco antes de las elecciones legislativas, el ISIS combatió a las fuerzas gubernamentales a las afueras de Bagdad y sus hombres desfilaron a plena luz del día en la ciudad de Abu Ghraib, a sólo 20 kilómetros de la capital.
La campaña del grupo yihadista prosiguió en Samarra, ciudad que atacó el 5 de mayo. Un mes después, los militantes embistieron la universidad de Anbar, en Ramadi y apuntaron hacia Mosul, ciudad que cayó en sus manos el pasado 10 de junio, tras cinco días de combates.
El ISIS tomó el control de la provincia de Nineveh, además de partes de las provincias cercanas Kirkuk y Salaheddin.
Ahora, con Faluya, Mosul y Tikrit en su poder, comienza a extenderse el temor en Irak de que el primer ministro Maliki no tenga la capacidad militar ni política para contener este incursión. Los militantes islámicos están cada vez más cerca de llegar a Bagdad y avanzando.