Dio señales de vida con tres años de anticipación.
Pero nadie en ese entonces podía sospechar lo que volcán Tambora, en la isla de Sumbawa, en Indonesia, se traía entre manos.
Ocurrió en abril de 1815 y fue la mayor erupción volcánica en la historia de la humanidad de la que se tenga registro.
La ráfaga de lava y ceniza cargada de millones de partículas de azufre se elevó hasta unos 30 kilómetros de altura, alcanzando los límites del espacio.
Su sonido fue tan intenso que se escuchó a más de 2.500 kilómetros de distancia.
Cuando la erupción cesó y el manto de oscuridad se fue levantando poco a poco, los primeros rayos de luz revelaron un panorama desolador: un paisaje gris, inerte.
La erupción mató en el acto a más de 12.000 personas que vivían en las laderas del volcán y en las zonas aledañas.
Pero esta cifra no es nada en comparación con las otras 60.000 que perecieron más tarde en una lenta agonía a causa de las hambrunas y las enfermedades provocadas por el colapso de las cosechas -no sólo en Europa sino también en América del Norte- malogradas por la nube de cenizas.
El año siguiente se conoció en Europa como el año sin verano. Dicen que muchos de los cielos tornasolados del pintor británico J. M. W. Turner le deben su color a las cenizas del Tambora.
Y la primera novela reconocida de ciencia ficción también cobró vida también gracias a la furia del volcán.
Durante las frías y lluviosas tardes de ese falso verano, el poeta Percy Shelley, su futura esposa Mary y Lord Byron amenizaban las veladas contándose historias de terror en una residencia de los Alpes suizos.
Una de estas historias, obra de la imaginación de Mary Shelley, se publicó más tarde con el título de Frankenstein.
¿Llegó la hora de una erupción similar?
Ya han pasado 200 años de aquel evento catastrófico.
¿Pero qué posibilidades hay de que se repita un evento parecido con otro volcán como protagonista?
"Erupciones como estas ocurren cada dos o tres siglos, por eso creemos que una similar podría ocurrir dentro de relativamente poco tiempo", le dice a BBC Mundo Bill McGuire, Profesor Emérito de Geofísica y Peligros Climáticos del University College de Londres, y autor de numerosos libros e investigaciones de vulcanología.
"Pero cuándo o dónde es algo que no podemos predecir con exactitud".
"El problema es que hay alrededor de 1.500 volcanes activos y, por falta de dinero o pericia, sólo se están monitorizando unos 100 o 150".
Por otra parte, un informe de la red de vulcanólogos Global Volcano Model y de la Asociación Internacional de Vulcanología y Química del Interior de la Tierra publicado en enero, advierte que las probabilidades de un evento como el de 1815 son de un 33%.
Aunque las aseveraciones de McGuire puedan parecer alarmistas, el científico aclara que, en todo caso, "ninguna erupción tiene lugar sin una advertencia previa".
"Siempre se produce primero una señal, porque para que el magma llegue a la superficie necesita romper la roca y esto da lugar a terremotos. También necesita crear espacio y por eso la superficie del volcán se hincha. Todas estas son señales que podemos detectar".
En el caso del volcán indonesio la advertencia se produjo con años de anticipación. A veces, señala McGuire, el alerta puede producirse con una antelación de pocos meses o incluso semanas.
Actualmente no hay signos de una erupción inminente, similar en escala a la del Tambora, dice el experto.
No obstante reconoce que hay algunos volcanes, como por ejemplo el Uturuncu en Bolivia, que muestran señales de crecimiento, y esto podría generar una erupción masiva en el futuro.
Sin embargo, añade, "los volcanes muchas veces crecen pero luego se encogen. El magma llega hasta la corteza terrestre pero nunca hace erupción".
"Para un vulcanólogo es extremadamente difícil diferenciar entre este tipo de comportamiento y el que da lugar a una erupción", dice McGuire.
Consecuencias
En cuanto a las consecuencias el experto cree que aunque la globalización pueda suavizar el impacto (si las cosechas fracasan en un región del mundo se podrían importar productos agrícolas de otra zona), también sería la causa de que se sintiese más profundamente en regiones del globo que quizá no estén directamente afectadas.
"La erupción de un supervolcán reduciría la disponibilidad de alimentos, cuyo valor aumentaría de forma dramática", dice McGuire.
Como ocurrió con el Tambora, otro de los efectos tiene que ver con la reducción de las temperaturas.
Pero aunque a simple vista esto pueda parecer una ventaja si tenemos en cuenta el calentamiento global, McGuire argumenta que el enfriamiento no perdura lo suficiente como para que el impacto sea positivo.
Otro efecto concierne a la comunicación aérea.
Basta recordar cómo la nube de cenizas lanzadas por el volcán islandés Eyjafjallajokull en abril de 2010 -una erupción mínima en comparación con la del Tambora- obligó a la cancelación de más de 100.000 vuelos en Europa y ocasionó pérdidas millonarias.
Diez volcanes para no perder de vista
En particular (sin importar el orden), el investigador recomienda seguirle la pista a estos diez volcanes: Laguna del Maule (Chile), Uturuncu (Bolivia), Montes Albanos (Italia), Campi Flegrei (Italia), Yellowstone (EE.UU.), Monte Fuji (Japón), Mammoth Mountain (EE.UU.), Askja (Islandia), Monte Paektu (Corea del Norte/China) y Cumbre Vieja (Las Palmas, Islas Canarias, España).
En el caso del volcán de La Palma, el riesgo no reside tanto en la potencia de la erupción, sino en que ésta "puede provocar el deslizamiento de su ladera oeste hacia el Atlántico Norte y esto daría lugar a un tsunami".
Ramón Ortiz, vulcanólogo del Centro Superior de Investigaciones Científicas, en España, no concuerda con la opinión de McGuire.
"Aunque se produzca un deslizamiento, su efecto sería exclusivamente local, por las dimensiones de la isla".
"Para que sea un tsunami grande como el de Indonesia o Japón, la fractura tiene que ser de varios cientos de kilómetros, sino el tsunami se disipa enseguida", le dice el investigador a BBC Mundo.
"No creo que éste sea uno de los volcanes de mayor riesgo para el planeta".
"Si tenemos otro (en las Islas Canarias) que puede hacer una erupción más grande. Es el Teide (en Tenerife), pero está muy controlado y el sistema de alerta funciona perfectamente".
Clive Oppenheimer, vulcanólogo del Departamento de Geología de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, en cambio, sostiene que, basándose en los registros prehistóricos, "muchos de los eventos volcánicos han ocurrido en Indonesia. Es un país tan activo, desde el punto de vista de los volcanes, que creo que ese sería un lugar que no hay que perder de vista".
En todo caso e independientemente de cuál sea el volcán que entre en erupción, McGuire considera que los gobiernos deberían planificar para este evento y contar, entre otras cosas, con provisiones para abastecer a la población por un período de seis meses o incluso un año.