BBC: Luz solar para la producción de uvas en el desierto de Atacama
La creciente demanda energética en Chile hace cada vez más necesaria la búsqueda de fuentes energéticas alternativas, las llamadas renovables. En el caso del desierto de Atacama, la luz solar puede ser la solución perfecta.
Algo que no falta en el desierto de Atacama en Chile es la luz del sol.
Siendo el desierto más seco sobre la Tierra, dispone de uno de los niveles más altos de luz solar en el mundo.
Aquí en el norte de Chile, las nubes aparecen alrededor de 30 días al año como mucho.
Estas condiciones climáticas, combinadas con enorme franjas de tierra vacía a lo largo de la costa atlántica, deberían convertirlo en el lugar ideal para explotar el sol como fuente de energía.
El potencial para la energía solar en Atacama es enorme – y Chile necesita hacer uso de ella. Pero apenas se ven paneles solares.
Así que un pequeño parque solar en el Valle de Copiapó parece una excepción extrañamente perdida entre las colinas y montañas anaranjadas de Atacama.
Está gestionado por Subsole, una de las mayores productoras chilenas de fruta fresca, y su socia alemana, la compañía de energías renovables Kraftwerk.
"Queríamos aprovechar la oportunidad que ofrece el desierto de Atacama", explica José Miguel Fernández, de Subsole, mientras camina entre los brillantes paneles que harán uso del sol abrasador.
"Este proyecto concuerda con nuestro compromiso con el medioambiente para las generaciones futuras y es una forma de conseguir que, ojalá, otros productores de frutas sigan nuestro camino".
Copiapó es un oasis verde en el desierto, con los viñedos de Subsole floreciendo gracias a una reserva natural de agua subterránea. Y para regar estos viñedos, Subsole recurre al sol.
La energía solar ayudará a la compañía a bombear agua durante el día y regar en la tarde o la noche.
Fuentes alternativas
A pesar del potencial del desierto de Atacama, sólo el 4% de las necesidades energéticas de Chile se cubre con energías renovables no convencionales como la solar, eólica, geotérmica, los biocombustibles o la energía de las olas.
Los combustibles fósiles importados suponen más del 60% de toda la producción eléctrica, casi todo el resto procede de proyectos hidroeléctricos locales, muchos de los cuales han generado controversia.
El anuncio del gobierno el año pasado de la construcción de cinco nuevas presas hidroeléctricas en la prístina región de Aysén, en la Patagonia, desató protestas masivas por todo el país.
El gobierno insiste en que proyectos como estos son cruciales para satisfacer las crecientes necesidades energéticas de Chile. Se espera que la demanda se doble en los próximos años, en gran parte como resultado del continuo auge de la minería.
"Necesitamos duplicar nuestra capacidad de suministro de electricidad en los siguientes 10 años", afirma Gabriel Rodríguez, director de Energía, Ciencia, Tecnología e Innovación en la cancillería chilena.
"Dependemos mayoritariamente de la electricidad hidráulica, que no es fácil por el impacto medioambiental, y el resto – carbón, gas, petróleo – lo tenemos que importar.
"Así que el desarrollo de energías renovables es esencial para nuestra propia seguridad de suministro", opina.
Después de asumir el poder en marzo de 2010, el presidente chileno Sebastián Piñera esbozó un plan energético, con el objetivo de incrementar el uso de las energías renovables tanto como un 20% para 2020.
Mantenerse fiel a este objetivo ayudaría a Chile en su camino para convertirse en el primer país desarrollado de América Latina – después de todo, Chile ha sido la economía con un crecimiento más rápido en la región desde 1990.
La energía solar es una de las fuentes por las que apuestan tanto las compañías estatales como las privadas.
Aunque algunos expertos dudan que Chile pueda conseguir el objetivo en tan poco tiempo, Joan Farmer, editor del boletín de América Latina, dice que, dada la situación económica de Chile, podría ser posible.
"Es bastante ambicioso, pero de todos los países de América Latina, creo que una nación que podría cumplir ese objetivo es Chile", dice.
Sin embargo, alejarse de otras fuentes energéticas más tradicionales como el carbón puede ser difícil: en el caso de Subsole, la empresa todavía tiene que encontrar financiación. La firma consiguió asegurarse fondos del Banco de Desarrollo Interamericano (BID).
"Le dimos a Subsole un préstamo de US$32 millones, para ayudar a la compañía con su proyecto, porque es muy importante. El mercado de la energía renovable en Chile todavía no está muy desarrollado", sostiene la representante del BID en Chile, María Urriba.
Empresas mineras
Urriba subraya que el gobierno debería dar un impulso firme al sector de la energía solar, particularmente en beneficio de los mayores consumidores de energía: las empresas mineras de Atacama.
El país depende mucho de la producción de cobre, que supone hasta un 70% del total de las exportaciones chilenas. No es de extrañar que la industria minera consuma más de la mitad del suministro energético chileno y es de prever que la demanda crezca aún más.
"El gran desafío para Chile es suministrar energía renovable para el sector minero, y esto es posible, porque el desierto de Atacama tiene las condiciones perfectas para captar la energía solar", explica Urriba.
Está ocurriendo, aunque con lentitud.
La empresa estatal minera de producción de cobre Codelco, junto con la compañía española de energía renovable Solarpark, está construyendo una instalación de energía solar cerca de la ciudad de Calama.
Una vez que sea operativa, la fábrica Calama III suministrará un megavatio de electricidad a la mina más grande del mundo, Chuquicamata.
Es incierto que Chile logre alcanzar su ambicioso objetivo del 20% para 2020.
Pero una cosa es segura – lentamente pero con firmeza, el país se está dando cuenta del potencial que ofrece el desierto de Atacama.
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