Cha Kil-yong, conocido como Mr. Cha, parece un actor famoso o una estrella de pop, pero es en realidad un profesor de matemáticas. Eso sí, el más famoso de Corea del Sur. Durante una sesión de peluquería, mientras se preparaba para dar una de sus clases por internet, habló con la BBC para un documental sobre educación. Ese día se hizo un peinado que describió como "de fuego artificial", para "enseñar a los estudiantes la pasión que tengo por la enseñanza".
Cha no duda en usar extravagantes disfraces, pelucas y caretas mientras enseña complicadas ecuaciones matemáticas para entretener y motivar a sus estudiantes. Cuando no da clases se codea con otros ídolos de los jóvenes surcoreanos, como una exitosa cantante de pop con la que grabó una canción llamando a los alumnos a sonreír mientras se preparan para el gran examen de sus vidas, para el que estudian intensamente durante tres años: el KSAT, que les abre las puertas a la universidad y determina el futuro de todo adolescente.
El Profesor como rey
En Corea del Sur los maestros están entre los miembros de la sociedad más respetados. Un antiguo proverbio dice que el profesor y el rey tienen el mismo estatus, y otro asegura que nadie debería pisar siquiera la sombra del profesor.
Los estudiantes más talentosos aspiran a entrar en las codiciadas facultades de magisterio, que seleccionan a los mejores entre miles de candidatos. Y si los profesores además de buenos son mediáticos, pueden llegar a convertirse en celebridades millonarias.
Cha hizo su fortuna en apenas seis años, enseñando en una escuela privada en línea a la que están suscritos 3 millones de jóvenes, que pagan unos US$22 al mes por ver sus clases de matemáticas.
La educación, una obsesión nacional
Corea del Sur es uno de los países asiáticos que recurrentemente encabezan las listas globales de educación, como las pruebas PISA. Tiene uno de los sistemas educativos más exitosos del mundo en cuanto a resultados, pero también uno de los más duros, no exento de sombras.
En Corea del Sur muchos jóvenes estudian desde las 8 de la mañana hasta las 11 de la noche y los padres suelen gastarse una verdadera fortuna en la educación privada de sus hijos. "Hace 60 años, casi el 80% de los surcoreanos eran analfabetos", destaca Sian Griffiths, editora del diario británico Sunday Times y presentadora del documental de la BBC. "Hoy Corea del Sur es un gigante económico. Y eso lo lograron a través de la educación", dijo.
Como resultado, la sociedad y las familias consideran primordial para la vida de los jóvenes y el futuro del país alcanzar el éxito académico. Y para lograrlo, están dispuestos a hacer enormes sacrificios.
Clases después de las clases
Al terminar las 6 o 7 horas en la escuela la mayoría de los alumnos surcoreanos van a estudiar durante varias horas más a bibliotecas y academias privadas nocturnas llamadas hagwon, que constituyen una parte fundamental de la gigantesca industria educativa en Corea del Sur. Estas hagwon utilizan a "tutores estrella" para atraer a más estudiantes.
Son tan populares y compiten de tal manera entre sí que el gobierno intervino legislando que debían cerrar a las 10 de la noche. Pero después muchos estudiantes van a seguir estudiando a sus casas o regresan a los colegios, que pueden seguir abiertos hasta la medianoche.
La BBC siguió a Young Chan en uno de estos periplos cotidianos. "Descubrí que me ayuda mucho repasar lo que aprendí ese día en el colegio. La biblioteca cercana a mi casa solo abre hasta las 10 de la noche, así que si quiero estudiar más vuelvo al colegio y me quedo hasta las 12".
Ese día después de la escuela Chan acudió a una sesión de estudio de 5 horas en la biblioteca local, pero antes tuvo que hacer cola porque estaba muy concurrida. Su padre trabaja lejos de la familia durante la semana para poder pagar además las tutorías privadas."Desde la perspectiva occidental es un sacrificio enorme. Pero en Corea, separarse de la familia para poder pagar la educación de los hijos es muy común, así que lo acepto así".
El lado oscuro: los estudiantes más infelices
Pero la idea de que si no tienes éxito en la escuela tampoco lo tendrás en la vida ejerce una enorme presión sobre los jóvenes. Además, las obligaciones escolares casi no les dejan tiempo para dormir, jugar o socializar.
De hecho, según los propios resultados de las pruebas PISA, los estudiantes surcoreanos son los más infelices. Y uno de los síntomas es la enorme tasa de suicidios: la más alta de los países industrializados entre los 10 y los 30 años. Do Yen Kim estudió 16 horas al día durante tres años para poder entrar en la prestigiosa Universidad de Seúl. Al hablar con la BBC de esa época no pudo evitar emocionarse: varios de sus amigos no aguantaron la presión. Se suicidaron cuando tenían 15 o 16 años.
Muchos también critican el autoritarismo y la falta de creatividad en el modelo de enseñanza. El exministro de educación surcoreano Ju Ho Lee dijo que es hora de hacer cambios en el sistema escolar del país para preparar a la siguiente generación. "Nuestro niños quizás necesiten una gama de habilidades distintas de los meros resultados numéricos. Debería fomentarse la comunicación, la colaboración y la creatividad".
Entretanto, profesores estrella como Mr. Cha, pueden seguir construyendo su imperio gracias a la obsesión nacional por los resultados académicos.