El presidente que llegó al poder basando parte de su prestigio en haberse opuesto a la Guerra en Irak 11 años atrás, y que se puede jactar de haber cumplido su promesa electoral de retirar a las tropas estadounidenses de ese país, se ha convertido en el cuarto inquilino de la Casa Blanca de forma consecutiva en ordenar operaciones militares en esa nación árabe.
Barack Obama había intentado mantenerse al margen del conflicto iraquí durante meses: no movió sus fichas cuando el grupo extremista Estado Islámico (conocido anteriormente como ISIS) tomó en junio pasado la segunda ciudad más importante de Irak, Mosul; ni cuando amenazó la ciudad de origen de Saddam Hussein, Tikrit; ni cuando parecía que tenía el camino libre para la capital del país, Bagdad.
El mandatario hizo hincapié el jueves en la situación humanitaria del pueblo yazidí, la comunidad religiosa atrapada en el Monte Sinjar, que enfrenta dos opciones, ambas malas: quedarse en la montaña y morir de hambre o sed, o bajar y enfrentarse a los militantes islámicos fuertemente armados.
Hablando desde la Casa Blanca, Obama dijo que la fuerza aérea estadounidense ya lanzó comida y agua para los cercados y agregó que su país actuará con responsabilidad "para evitar un potencial acto de genocidio".
Pero semanas atrás, otra minoría religiosa en Irak, los cristianos, denunciaron que el Estado Islámico los había obligado a dejar Mosul, quedarse y pagar un impuesto, o ser ejecutados, y ninguna acción militar fue decidida por la administración demócrata.
Entonces, ¿por qué desde este viernes la fuerza aérea estadounidense ha comenzado a bombardear objetivos del grupo extremista?
La segunda razón brindada por el presidente parece ser la respuesta más indicada: la protección de los intereses estadounidenses en el Kurdistán iraquí.
Más si se toma en cuenta que el primer bombardeo aéreo estadounidense tuvo como objetivo baterías de artillería del Estado Islámico que atacaban posiciones kurdas en Erbil.
EL REVÉS MILITAR KURDO
En la ciudad de Erbil, capital de la región del Kurdistán, Washinton tiene desplegados asesores militares y diplomáticos; pero en el pueblo kurdo en general EE.UU. tiene un aliado clave en una de las zonas con más reservas petrolíferas de la región.
Citando a funcionarios cercanos al mandatario, el diario estadounidense The New York Times informa este viernes que la habitual reticencia de Obama a intervenir en Irak no fue vencida "hasta que ISIS obtuvo una serie de victorias rápidas y determinantes el fin de semana pasado y el último miércoles contra los kurdos en el norte, que han sido un aliado leal y confiable de EE.UU., sobre todo si se lo compara con el gobierno del primer ministro Nuri Kamal al Maliki en Bagdad".
Desde el levantamiento del Estado Islámico, el ejército kurdo o peshmerga pareció estar capacitado para enfrentar a la nueva amenaza extremista, pero la caída este jueves de la ciudad de Qaraqosh, habitada en su mayoría por cristianos y custodiada por los kurdos, mostró otra realidad.
El Estado Islámico, armado con arsenal estadounidense que obtuvo tras su victoria sobre las fuerzas de seguridad iraquíes en Mosul, muestra signos de contar con un poder de fuego superior al de la peshmerga.
La desconfianza entre las autoridades chiitas en Bagdad, a cargo del gobierno nacional, y el gobierno regional kurdo en Irbil ha conspirado en contra del rearme del ejército kurdo que, según expertos citados por el diario estadounidense The Washington Post, sólo cuenta con armamento viejo proveniente de Rusia.
CAMBIOS POLÍTICOS MÁS QUE MILITARES
Según explica el corresponsal de BBC Mundo en Washington, Thomas Sparrow, la confirmación del primer ataque aéreo representa un nuevo capítulo en la estrategia iraquí del presidente Obama y es su reacción más fuerte a la avanzada del Estado Islámico.
Aunque el presidente ha reiterado que su intervención será limitada y no habrá soldados en el terreno, algunos comentaristas en Washington ya se están preguntando si estos ataques podrían desencadenar una operación mucho mayor, agrega Sparrow.
La publicación estadounidense New Yorker se pregunta este viernes si la Casa Blanca se conformará con evitar una masacre de los yazidíes y detener el avance extremista sobre Erbil, o en cambio aspirará a un nuevo cambio de gobierno en Bagdad.
"Los líderes iraquíes necesitan unirse y formar un gobierno nuevo que represente los intereses legítimos de todos los iraquíes, y que pueda enfrentar amenazas como el Estado Islámico. Irak ha elegido un nuevo presidente, un nuevo titular del Parlamento y está buscando consenso sobre un nuevo primer ministro", dijo Obama.
Y añadió: "Ese progreso necesita continuar para que se revierta el avance de los terroristas que se alimentan de las divisiones iraquíes".