La decisión de la Comunidad de Madrid de sacrificar a Excalibur, el perro de la auxiliar sanitaria infectada con el ébola, causó polémica en España y dividió a expertos.

Mientras algunos abogaron por la eutanasia preventiva, otros sugirieron su permanencia en cuarentena para estudiar qué papel juegan estas mascotas en la propagación del virus de ébola. Y es que hasta el momento no hay suficientes estudios sobre la transmisión del ébola de humanos a animales.

El presidente del Consejo General de Veterinaria, Juan José Badiola, aseguró a BBC Mundo, que hasta el momento no hay ningún estudio que haya demostrado que el virus del ébola se pueda contagiar de seres humanos a perros.

Badiola explicó que el único estudio que demostró la exposición de estos animales al virus se realizó en Gabón entre 2001 y 2002 como consecuencia de un brote en humanos.

Tras analizar varias muestras de sangre canina se vio que había un pequeño porcentaje de perros que presentaron "reacciones inmunitarias" pero "ni presentaron síntomas de la enfermedad ni fallecieron".

"Se demostró que el ébola estuvo en su sistema inmune, pero en ningún momento el estudio constató que los humanos fueran el origen de la transmisión", dijo Badiola.

Según Badiola, estos animales podrían haberse expuesto al virus mediante el contacto con otros animales o por la ingesta de animales muertos.

De hecho, por el momento lo único que se ha demostrado es la transmisión del ébola a humanos procedente de murciélagos, simios e incluso algún antílope.

Oportunidad perdida

La confirmación del sacrificio de Excalibur resultó un jarro de agua fría para los que lo consideraban importante desde el punto de vista científico.

El primer defensor de mantener al perro vivo era Eric Leroy, director general del Centro Internacional de Investigaciones Médicas de Franceville, en Gabón y el principal autor del estudio que se realizó allí sobre el tema.

Para Leroy conocer el papel de los perros en los brotes puede ser muy importante en África porque las aldeas africanas afectadas están llenas de perros. Por eso mismo el experto consideraba fundamental mantener a Excalibur con vida.

"Al perro de Madrid hay que aislarlo, hacerle un seguimiento, estudiar sus parámetros biológicos, ver si está infectado y averiguar si excreta virus. Es muy interesante desde el punto de vista científico, no sirve para nada matarlo", dijo Leroy a El País antes de que se supiera que el canino había sido sacrificado.

En opinión de Leroy, si el perro Excálibur, al que no se le realizaron las pruebas del ébola, hubiera contraído la enfermedad, lo habría hecho por contacto directo con su dueña.

Con su muerte continuará la incógnita de si los humanos pueden contagiar a los animales de ébola.