Sur del Gran Buenos Aires. Bosques, segunda ciudad más importante del partido de Florencio Varela. A la derecha de la autopista que une a la capital argentina con La Plata. A unos 40 minutos en auto del clásico Obelisco porteño. Ahí, un complejo deportivo de alto rendimiento con tres canchas de fútbol con piso sensacional y un verde tan perfecto como el de esa nutrida arboleda que colabora para una pintura ideal de aire puro y paz. Aparte, dos canchas aptas para fútbol 7 y nueve para fútbol 5. Tan grande es el lugar que regala espacio para el cemento: una edificación con auténticos rasgos hoteleros: un amplísimo restaurante; un gimnasio de última generación; hidromasaje; sauna; piscina; un play room gigante; una sala de conferencias preparada para proyectar videos; y 52 habitaciones dobles como para concentrar al mismo tiempo a tres planteles. Este paraíso deportivo que sin dudas podría pertenecer a un gigante como River o Boca es propiedad de Defensa y Justicia. Ahora lo goza Sebastián Beccacece, el hombre que ayer cumplió 36 años y que hace un par de meses se fue golpeado de Universidad de Chile en su primera experiencia como entrenador y que busca revancha en este modesto, pero atrevido equipo argentino. Sentado en un sofá hiper confortable, con metegol (taca-taca), ping pong y pool a su espalda, se prepara el ex DT azul, en la antesala del partido frente a Estudiantes (ganó 1-2 ayer en La Plata), para un mano a mano con La Tercera que será de repaso, reflexión y autocrítica, vacío de resentimientos.

¿Por qué aceptó la propuesta de Defensa y Justicia?

Vi en Defensa la posibilidad de un lugar para desarrollar lo que a nosotros nos apasiona, que es una metodología de trabajo, mostrar lo que hacemos, conducir con determinados valores. Me parece que es un club de humildad, respeto, generosidad. Me hace acordar mucho a mis comienzos. Nos han recibido con los brazos abiertos. Nos brindan estas instalaciones: tener esta concentración acá, tres campos excelentes, una cancha con el mejor piso del fútbol argentino, hinchas que se autoconvocan en los quinchos para ver cómo mejoran el club, dirigentes que vienen en el día a día y sabemos el esfuerzo que hacen… Veo un club humilde, con ganas de crecer, de consolidarse en Primera, que hizo mucho esfuerzo para llegar adonde está hoy. También es un club que viene siguiendo una línea de juego que va vinculada a lo que nosotros sentimos, que es intentar jugar. Intentar, intentar, intentar...

¿Qué tipos de jugadores encontró en Defensa?

Encontré un equipo que no le tiene temor a arriesgar. Eso es fundamental y es virtud del proceso anterior. Pero sí, producto del resultado no deseado, encontré un plantel disminuido en la confianza, en la autoestima, con ansiedad. Cuando uno tiene la autoestima baja crece la ansiedad, porque uno cree que acelerando los procesos los resultados van a llegar. Hay que trabajar eso. Cuesta, pero se intenta. El grupo va asimilando rápido la idea de reencontrarse con esa fuerza interior que uno tiene. En definitiva, el secreto está en creer en la capacidad individual y sobre todo creer en la estructura colectiva. Si uno tiene un mal día individualmente, hay que descansar en el conjunto. Y uno tiene un buen día, mejor. Es bueno saber que hay una estructura que te va a respaldar, a contener. Por eso es muy importante estimular eso. Estemos dispuestos a dar, a dar, a dar… Se enseña mucho a conquistar, a recibir, pero muy poco se enseña a dar. Es un trabajo lindo.

Ya pasaron algunos meses desde su salida de la U. A la distancia, ¿por qué cree que no le fue bien?

Agarramos con toda la convicción y el entusiasmo de hacer las cosas bien. Nos tocó transitar un momento en el que equipo venía de varios golpes, estando en un lugar complicado en la tabla, a cuatro puntos del descenso, y nosotros pensamos que con trabajo y tres refuerzos íbamos a modificar todo eso rápidamente. Pero la realidad nos marcó que no fue así. Nos costó un tiempo bajar un poquito y adaptarse a lo que había, no ser tan pretenciosos. Yo creo que la falla estuvo en no tener esa capacidad de adaptarme a lo que había y de no ser tan fundamentalista. Es parte del aprendizaje. En el segundo semestre, al contrario. Ahí se cambió casi el 70 por ciento del plantel. Pero ya venía con el arrastre anterior. El grupo estaba muy bien, muy fuerte. Los chicos estaban muy contentos con el trabajo que se venía realizando. Pero por toda la presión mediática y la necesidad de descomprimir, para los dirigentes era mucho más sencillo cambiar, les generaba alivio. Lo de la U fue parte de un aprendiza doloroso, pero necesario. Desde el 2007 que no tenía un golpe así. Y esos golpes dan un nuevo impulso.

¿Qué pasó en el segundo semestre?

No hubo la paciencia para dejar que el trabajo se desarrollara. De hecho, la U terminó quinta. Cuando nos fuimos estaba quinta (nota de la redacción: marchaba décima). Se desarrollaba un proceso normal, pero cargaba en la mochila un golpe duro de terminar salvándose del descenso y después una expectativa inmensa que se había generado. No responder a eso provoca una enorme frustración interna, externa. Los jugadores se entrenan y no consiguen resultados. Nosotros damos todo y no se consiguen resultados; entonces nos preguntamos en qué estamos fallando. La gente empuja, acompaña, llena el estadio, es increíble. Y nosotros tenemos esa deuda con la gente… En ese clima, para gestionar esa situación, se necesitan dirigentes preparados para convivir con esos momentos.

¿Cómo terminó con la dirigencia?

-Con Carlos (Heller) tuve un vínculo directo y muy cordial. Con Pablo Silva y Andrés Lagos, que después se sumaron, también. Pero hay que hacerse cargo. No me gusta poner excusas. Nada me cambia lo que pienso sobre la gente de la U y sobre Chile. Tengo los mejores recuerdos. Esta vez tocó que las cosas no salgan y hay que aprender a aceptarlas, aunque cueste.

Carlos Heller y Sebastián Beccacece

¿Se arrepiente de sostener una relación tan cercana con los jugadores?

Soy muy agradecido de los futbolistas, porque dejaron todo. No les puedo reprochar nada. Y soy muy agradecido del grupo de colaboradores que hoy también me acompaña en Defensa. Y también estoy muy agradecido de Luis Bonini, que no está con nosotros, pero mostró una lealtad y una entrega grande en todo el sentido de la palabra. Uno siempre necesita en esos momentos tener gente de ese nivel al lado. Esto es como cualquier foto del campeón… Cuando ganás, estás rodeado. Pero son pocos los que están cuando perdés. A la U fuimos a buscar resultados y nos llevamos el reconocimiento de la gente y de los futbolistas en la adversidad. No es poca cosa, pero no se valora. El premio estaba en otro lado, no donde uno se había enfocado.

¿Cómo sintió al hincha de la U en el momento de la derrota?

El hincha de la U se portó impresionante conmigo. Acompañó, toleró. Sólo en un partido con Antofagasta nos fuimos silbados. Y en el día a día siempre me sentí apoyado por la gente. "Ahora se va a dar", me decían los hinchas. Yo sentía que el deseo estaba instalado. Me dolió el hecho de no poder devolverles lo que ellos esperaban. Es como una deuda interna. Hicimos todo el esfuerzo, pero no le pudimos cumplir. Esa deuda está. Pero lo intentamos. No hubo un día en el cual no nos levántaramos y diéramos todo para cambiar la historia. Dimos todo. Esa es la tranquilidad que nos llevamos.

¿Siente que se esperaba que usted fuese otro Sampaoli? ¿Influyeron negativamente esas expectativas tal vez desmesuradas? 

Cuando las cosas no se dan, todo eso se vuelve en contra. Por ahí el enfoque inicial estuvo muy marcado desde el resultado y no desde el proceso. Fue un error personal. En el análisis me dejé llevar por el "venimos acá a ganar" y no por el proceso. Y yo creo que uno va a desarrollar más que a ganar, a lograr que el futbolista que uno trabaja sea mejor. Y si es mejor seguramente a la larga va a ganar. A Defensa vine a ganar. Todos queremos ganar, pero no hay que perder de vista el camino. Yo en la U estuve muy obsesionado con el resultado final y eso produjo demasiadas expectativas. Por eso uno tiene que hacer un replanteo. Me sirvió la U para aprender a enfocarme en el desarrollo, para decir "vamos a ganar, pero creyendo en esto, creciendo en el día a día". Si hoy te cuesta controlar, vamos a ver cómo controlás mejor mañana; si hoy te cuesta centrar, vamos a ver cómo centrás mejor mañana… Ver la evolución está bueno. El problema está en los clubes grandes: hay que ganar ayer (sic). Cuesta más el desarrollo. Por eso es importante enganchar una racha de resultados que traigan tranquilidad y confianza. Y nosotros no la tuvimos.

Aunque levantó, a la U igual le costó un montón el segundo semestre. ¿Debe encarar un cambio de concepción global?

No lo sé. Cambiar en la mitad de camino es volver a empezar, a readaptarse. Es un tema. Los jugadores tienen emociones, sensaciones también. Siempre un dirigente en Perú decía que los procesos no se rompen, sino que se corrigen. Lo que está mal hay que terminarlo, pero corrigiéndolo. Eso me quedó muy marcado. Y en la U se terminó rompiendo un proceso al que a lo mejor le faltaban dos meses. No era tanto tiempo. Faltó eso: "Continuemos, banquemos que ya está, vemos cómo termina y a fin de año si no se logra el objetivo chau". Eso lo había blanqueado: me iba, chau, gracias. Yo no estaba por plata como intentaron instalar los medios.

Todavía se lo nota dolorido por esa situación.

Me molestó la difamación. Se dijeron muchas cosas que eran mentiras. Se mezcló todo. Mi salida de la ANFP era antes de tiempo, era en junio. Después decidimos que era en noviembre. Luego sale lo de Jadue, también Jorge (Sampaoli) se va de la Selección. Entonces, la ANFP no terminó aceptando mi contrato y lo llevó a juicio… Fue todo más complejo. Son cosas extrafutbolísticas, pero terminan afectando. Antes de ir a un clásico tuve que pasar por Tribunales para defender un contrato. Son cosas que desenfocan, que desgastan energéticamente. Pero se dio así. Cuando decidí, estas cosas no estaban. No sabía que iban a pasar. Tocó eso y hubo que afrontarlo con fortaleza y con la verdad. La justicia dictaminó que lo que reclamábamos por contrato era justo y lo terminamos cobrando. No pedía nada de lo que no había arreglado o no tenía firmado. El acuerdo era con todo el directorio.

¿Le gustaría volver alguna vez a la U?

No quiero pensar tan adelante. Yo estoy muy enfocado en el día a día de Defensa. Es lo que hoy más me importa. Es el compromiso que llevo a cualquier lugar. A todos lados llevo mi emotividad y mi corazón. Es el modo que tengo de vincularme con el sitio donde estoy. Querer al lugar que me da la posibilidad de desarrollarme. Quiero devolver todo lo que me están dando. No pienso en el futuro ni en el pasado. Pienso en el presente. Y Defensa es el presente. Puede venir cualquier otro equipo, pero no me voy a mover de Defensa hasta que no termine el vínculo.

beccacece

Luego de la mala experiencia en la U, ¿siente que le quedó abierta la puerta del fútbol chileno para volver como técnico o se le cerró por un largo tiempo?

Después de salir de la U, me fui al sur con mi familia y noté muy agradecida a la gente. Me pedían fotos, me deseaban suerte, me saludaban. Me agradecían por las cosas anteriores en la U y en la Selección. Yo creo que la gente tiene memoria y no hay que subestimarla. De hecho, en el estadio Nacional, hay una frase que dice que un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro. Yo creo que hubo muchas cosas buenas y son valoradas.

¿Qué le provocó el campeonato de Universidad Católica?

Es un campeón merecido porque viene haciendo las cosas muy bien. El grupo, el entrenador. Realmente, hoy, Católica está un escalón arriba del resto.

¿Tiene la calma que falta en Colo Colo y en la U?

Claro. Eso pasa porque Católica tiene menor repercusión mediática, tanto a favor como en contra. No se difunde tanto ni cuando las cosas van bien ni cuando van mal. Lo que pasa es que Colo Colo y la U se llevan más páginas. Pero me parece que Católica es un justo campeón, indiscutido. Lo que ha desarrollado este último tiempo su entrenador lo pudieron coronar.

¿Hay abajo un recambio a la altura de la Selección actual de Chile?

Uno siempre cree que está la posibilidad del recambio. Lo que pasa es que salió una camada que hizo mucho ruido a nivel mundial: Vidal, Alexis, Jara, Medel, Bravo, Aranguiz, Marcelo Díaz, Felipe Gutiérrez… No era normal eso. Antes eran Zamorano, Salas y alguno más. Sacar jugadores así, a montones, no es fácil. Pero bueno, yo soy siempre optimista.

¿Qué le genera observar al Sevilla de Sampaoli?

No lo he visto mucho, la verdad. Pero sí me genera la satisfacción de que en tan poco tiempo pudo imponerse. Ese es un mérito muy grande. Hablo sobre todo del resultado. No entro en el detalle del análisis, porque no lo he observado tanto como para debatir. Pelea los lugares de arriba, gana partidos de Copa del Rey, después de mucho tiempo logró la clasificación en la Champions… Es un mérito muy grande.

¿Le gusta la Selección de Pizzi?

De la Selección siempre digo que esto viene desde hace tiempo. Bielsa, después Claudio (Borghi), Jorge (Sampaoli) y ahora Pizzi, entre todos ellos han instalado a Chile entre los mejores y se ha podido mantener un alto nivel. Pasa porque hay un grupo de futbolistas que ya viene consolidado y que va a estar siempre más allá del técnico del momento. Se sienten cómodos, se conocen, se quieren, se identifican con la camiseta, quieren jugar con la Selección. Eso favorece mucho. Es darle continuidad a algo que se viene desarrollando hace muchos años. Después, el desafío de la Selección será plantear qué pasa cuando este grupo no esté. Ese será otro tiempo.