El Papa dijo hoy que tras el Concilio Vaticano II se desató un "utopismo anárquico" entre algunos miembros de la Iglesia convencidos de que todo sería nuevo, pero que gracias a líderes como Pablo VI y Juan Pablo II se defendió la novedad del concilio y la unicidad de la Iglesia.
Así lo afirmo Benedicto XVI ante unas doce mil personas que asistieron a la audiencia pública de los miércoles, que por motivos de espacio se celebró en la basílica de San Pedro y en el Aula Pablo VI del Vaticano y cuya catequesis dedicó a la figura de San Buenventura.
Recordando las respuestas del teólogo franciscano a las teorías de Joaquín de Fiore, que mantenía en aquella época medieval el comienzo de una nueva fase de la historia con la llegada de una "Iglesia del Espíritu" que se impondría a la Iglesia jerárquica, dijo que esa "idea del utopismo espiritual" se repitió también durante el Vaticano II.
"Sabemos que después del Concilio Vaticano II algunos estaban convencidos de que todo era nuevo, que era otra Iglesia, que la Iglesia preconciliar había acabado y teníamos otra, completamente diferente", manifestó el Obispo de Roma.
El Papa Ratzinger agregó: "Un utopismo anárquico, pero gracias a Dios los timoneles sabios de la Barca de Pedro Pablo VI y Juan Pablo II defendieron de una parte la novedad del Concilio y al mismo tiempo la unicidad y la continuidad de la Iglesia, que es siempre Iglesia de pecadores y siempre lugar de gracia".
Echando mano de Buenaventura, Benedicto XVI dijo también que Jesucristo es la última palabra de Dios y que no hay que esperar otro Evangelio u otra Iglesia.