El Papa Benedicto XVI dijo hoy que el mundo actual vive una "especie de dictadura del relativismo", que "mortifica la razón, porque llega a afirmar que el ser humano no puede conocer con seguridad más allá del campo científico".
El Pontífice hizo estas manifestaciones ante varios centenares de fieles que asistieron en el patio de la residencia de los papas de Castel Gandolfo, a una treintena de kilómetros al sur de Roma, a la audiencia pública de los miércoles, la primera que celebró tras los días de vacaciones transcurridos en Les Combes, en el Valle de Aosta.
El Obispo de Roma dedicó la audiencia a hablar de la figura de san Juan María Vianney, el Cura de Ars, con motivo del 150 aniversario de su nacimiento, que se cumplió ayer, y afirmó que el sacerdote vivió en una Francia "post revolucionaria en la que se experimentaba una especie de dictadura del racionalismo".
"Los desafíos de la sociedad actual no son menos complejos que los de aquel tiempo. Si entonces había una dictadura del racionalismo, ahora se registra en muchos ambientes una especie de dictadura del relativismo. Ambas aparecen como respuestas inapropiadas a las justas preguntas del hombre de usar la razón como elemento distintivo y constitutivo de su propia identidad", afirmó.
Benedicto XVI agregó que el racionalismo fue inadecuado, porque no tuvo en cuenta los límites humanos y pretendió elevar sólo la razón a medida de todas las cosas, "transformándola en una diosa".
El relativismo contemporáneo, añadió el Papa, "mortifica la razón, ya que llega a afirmar que el ser humano no puede conocer nada con certeza más allá del campo científico".
El Papa teólogo subrayó que hoy como ayer, el hombre "hambriento de razones va a la constante búsqueda de respuestas exhaustivas a las preguntas de fondo que no cesa de hacerse".
Benedicto XVI presentaba buen aspecto y se le vio mover con facilidad la mano derecha que tiene enyesada tras fracturarse el pasado 17 de julio en Les Combes la muñeca al caer en su alcoba.
La audiencia la celebró desde el balcón de patio central del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo y concluida se asomó al balcón que da a la plaza del pueblo para saludar a otros varios centenares de fieles reunidos allí, ante la imposibilidad de entrar por falta de espacio en el patio de la residencia papal.