La historia triste con final feliz fue hace un año, en el Sudamericano de karting en Perú. El chileno Benjamín Ramos tenía buenas posibilidades, pero en la partida, en el segundo lugar de la grilla, el vehículo se murió. No anduvo nomás y el hijo del Chachi Ramos miró desde afuera la carrera. Testigo del asunto fue Rubens Barrichello, ex piloto de la Fórmula Uno que participaba también de una serie. El brasileño se le acercó a Ramos, lo consoló, le dijo que estas cosas pasaban y que sabía qué era sentir lo que el chileno sentía.
La historia feliz con final feliz fue este año. Ramos volvió al Sudamericano, esta vez en Bogotá. Era el poleman, luchó metro a metro con un argentino el primer puesto, se pasaron varias veces, y cerca de la llegada se toparon, con el transandino fuera de pista y el chileno embalado hacia la bandera a cuadros.
Dos de julio, en Colombia, por primera vez un chileno conseguía el título subcontinental de karting, una disciplina en la que al menos en Sudamérica, los que mandan son los argentinos y brasileños. Fue la cúspide de una carrera, pero también, como manda la ley de la evolución tuerca, el inicio de una ruta más exigente: los autos de fórmula.
Ramos partió en el motociclismo de trial, la poco conocida y menos desarrollada en Chile especialidad que combina pericia con equilibrio y de la que su padre, César Ramos, había disfrutado toda su vida. Empezó a los tres años y en 2006 fue campeón nacional infantil y hasta fue a entrenar con grandes de Europa, amigos de su papá. Pero un día, a los 15 años, ambos se dieron cuenta de que el trial no llevaría muy lejos al único hijo varón del Chachi y la naciente afición por el enduro era claro que se iba a quedar en eso, un pasatiempo.
Pensaron entonces en las cuatro ruedas y a finales de 2013, Benjamín empezó a competir. En marzo de 2014 consiguió la pole en la primera carrera en la que se presentó: una señal. Ha sido campeón nacional en 2015, ganó la prueba internacional Copa Chile en 2014 y 2016 y ha participado en competencias internacionales de nivel como una en Le Mans, a la que consiguió una invitación, en el mismo año de su debut y en la Gran Final de Portimao, misma carrera a la que podrá ir este año, en noviembre, gracias al título sudamericano. "Mi idea es entrar a la final, a la que van 36 de los 72 inscritos", explica Ramos.
Ahí parte la disyuntiva. Dos caminos: seguir en el karting un tiempo o pasar a las fórmulas. También existe la opción de hacer ambas paralelamente.
Está por un lado la posibilidad, que le planteó el equipo Energy Kart, de correr el Mundial de karting, pues esta serie es un camino en el que quiere seguir. Pero también piensa que el paso a las fórmulas es lo más natural. Al punto que más que una idea es un plan que ya tiene alternativas: la Fórmula 4 de México o alguna serie similar en Europa, como Italia o Alemania. "Tenemos este proyecto de pasar a fórmula, tenemos una butaca reservada en un equipo y faltaría ver dónde vamos. Si nos apoyan las empresas para poder dar el salto. El título nos sirve para que las empresas vean que esto no es casualidad, que es fruto del trabajo, antes no veían los logros que podía obtener", dice Benja.
Eso sí, aún no tiene experiencia en fórmula, pues en Chile tampoco hay autos con la tecnología que lo preparen para la realidad de las fórmula 4 internacionales.
México no parece un destino atractivo, pero sí lo es, pues los F4 de ese país ruedan el mismo fin de semana, en octubre, en que se presenta la Fórmula Uno en el Hermanos Rodríguez y se puede correr ante potenciales auspiciadores y 300 mil personas en las tribunas.
¿El sueño? Evidentemente la Fórmula Uno. "Es lo que todos los pilotos sueñan con llegar. El camino debería ser el paso a fórmula, fuera de Chile", explica el piloto.
¿El camino? Se prevé duro, pues Ramos -y su padre- sabe que habrá que desembolsar mucho dinero para llegar a ese punto en que a un piloto le pagan por correr, escaso en el mundo tuerca. Visto de otra forma: el costo de una temporada en la F4 italiana, por ejemplo, es de 300 mil euros y el piloto los paga para correr. Ése es un estigma de los volantes con el que Ramos sabe convivir. "Si hay algo distinto en este deporte a los demás es que es una actividad excesivamente cara, tanto en infraestructura como en mantenerse adentro del deporte", explica.
Es la única manera, además, de competir en series cuyos resultados le permitan optar a una superlicencia de la FIA.
Otra convivencia complicada es con el dolor, las heridas o la misma muerte. O menos directo, con los accidentes. El caso de Billy Monger, quien perdió las piernas a los 17 años en la Fórmula 4 Británica, golpeó al chileno. "Ver a esa persona cómo se le rompen los sueños, llega. Lo mejor es tomárselo con calma y no pensar en eso; porque si lo haces, ocurre. Hay que dejarlo de lado para que no te afecte mentalmente y competir tranquilo", comenta.
Se cuida Ramos. En lo que come, en el escaso carrete, en no faltar a los entrenamientos de fin de semana, todo en convivencia con los estudios de primer año de arquitectura.
Con el título sudamericano, es tiempo de seguir tocando puertas para los Ramos, en busca de la ayuda para salir de Chile. "Aquí no se puede", aclara el piloto, repitiendo una sabida frase. ¿Cómo sería el desarrollo ideal del mundo tuerca en Chile?: "Aquí falta la infraestructura y la buena organización de los campeonatos, en términos de los comisarios, todo. Ahí tendríamos un buen semillero de pilotos, ya que hay jóvenes que no se desarrollan bien. He visto gente que se pierde, por la plata o la infraestructura que no está".
"Pasar por el karting es fundamental, es la base del automovilismo", dice. Debería irle bien a Ramos. Hizo lo primero que hay que hacer, correr en karting, que es la escuela de conducción por definición. La mayoría de los grandes partieron en él y muchos se mantienen practicándolo, como Barrichello, quien cuando supo del triunfo sudamericano le mandó un mensaje de felicitaciones.
Bien, porque Barrichello, de karting, de fórmulas, de pena y alegría, sabe mucho.