Este año se han visto más policías y controles de seguridad en la Berlinale; no podía ser distinto a dos meses del atentado terrorista que sufrió la capital alemana en diciembre pasado. Las tensiones que vive Europa se ven en la programación del festival, en las iniciativas que integran refugiados entre el público de las funciones y en las cajas instaladas afuera de las salas para hacer donaciones a inmigrantes de países en conflicto. La película favorita de la prensa hasta ahora, The other side of hope, del finlandés Aki Kaurismäki, está en la misma frecuencia, pero con una diferencia: el director es capaz de sacar risas ahí donde sólo parece haber tragedia.

"Soy muy modesto. Quiero cambiar el mundo, pero como no tengo dinero, me conformo con cambiar por ahora Europa. Luego será el turno de Asia", dijo el cineasta en medio de aplausos y carcajadas en la conferencia de prensa, donde habló del filme que se perfila como uno de los candidatos al Oso de Oro que se entregará este domingo. En él, Kaurismäki cuenta la historia de Khaled, un mecánico sirio que perdió a su familia en Aleppo y que llega a Finlandia buscando asilo. Todo pinta mal: el Estado lo quiere deportar, una banda de neonazis lo persigue, pero la esperanza se enciende cuando conoce a Wikström, el dueño de un restaurante de medio pelo.

Fiel a su estilo, el director de Un hombre sin pasado construye sobre el oscuro paisaje europeo una comedia brillante, llena de absurdo y humanidad que, de paso, sube el nivel de una competición oficial hasta ahora poco brillante. Sólo dos cintas han sido alabadas de manera unánime por la crítica: The other side... y Una mujer fantástica, del chileno Sebastián Lelio, que ocupa el segundo lugar del ranking de la revista Screen Internacional, en la que siete críticos le dieron un promedio de 3,2 estrellas de un total de 4, dejando a la cabeza a Kaurismäki con 3,7.

Medios como The Guardian y Variety aseguran un premio para Daniela Vega, la protagonista del filme, lo que podría significar un segundo Oso de Plata para una actriz dirigida por Lelio, tras el triunfo de Paulina García en 2013 con Gloria. Entre los pronósticos de los periodistas que cubren el festival, el nombre de Vega también se repite como uno de los que podría llevarse un premio: "Su actuación fuerte, expresiva, sutilmente angustiada, merece mucho más que un elogio político", escribió Guy Lodge, de Variety.

La gran decepción ha sido The dinner, del israelí Oren Moverman, un thriller con Richard Gere y Laura Linney al que algunos críticos ni siquiera le dieron una estrella. Varias otras películas también han sido recibidas de manera fría, en particular la francesa Django, de Etienne Comar, sobre la vida de Django Reinhardt, el músico de jazz perseguido por los nazis por sus orígenes gitanos, y la inglesa The party, de Sally Potter, por la que varios medios apostaron como una favorita antes de su estreno. Se trata de una comedia correcta, pero que no está al nivel de una competencia como Berlín.

El documental Beuys, de Andres Veiel, sobre el prolífico artista alemán, dividió por su dispersión, pero sedujo por el retrato íntimo que hace del creador a partir de material inédito. Felicité, del franco-senegalés Alain Gomis, y la húngara On body and soul, de Ildiko Enyedi, han entusiasmado más a la crítica, pero dentro de la mesura en comparación con el fervor que causaron Kaurismäki y Lelio. En cualquier caso, a la Berlinale aún le quedan dos días para dar alguna sorpresa.