De muy buen humor y bromeando sobre el ataque que lo mantuvo alejado durante un mes de la actividad pública se mostró hoy el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi.
El jefe de gobierno, quien fue golpeado en la cara con una miniatura de la catedral de Milán por Massimo Tartaglia, un hombre con problemas mentales, dijo que "los souvenirs han perdido el valor y te los tiran a la cabeza".
Berlusconi participó en una actividad con periodistas y jóvenes de su partido Pueblo de la Libertad (PDL), la que comentó que el ataque no le dejó mayores consecuencias. "¿Han visto que tengo poquísimas señales? Desgraciadamente tengo que hacerme el implante de un diente", precisó.
"Pero han visto que tengo una pequeña señal solo aquí, una aquí, pero tengo los músculos muy fuertes", añadió sonriente.
Pero esta no fue la primera aparición pública de Berlusconi desde el ataque. El 7 de enero se le vio por primera vez ante las cámaras cuando paseaba por la localidad de Mougins, en la Provenza francesa, en compañía de su hija Marina y sus nietos.
Hasta ese momento Berlusconi se había limitado a participar telefónicamente en algunos medios de comunicación y actos celebrados por su partido, el Pueblo de la Libertad.
La agenda de Berlusconi prevé hoy un almuerzo de trabajo en su residencia de Roma, para analizar la reforma de la Justicia que prepara su Ejecutivo, y por la tarde una reunión con el jefe de Estado, Giorgio Napolitano.
La vuelta al trabajo de Berlusconi coincide con el reinicio de las actividades parlamentarias tras las vacaciones de Navidad.
El Parlamento se ocupará en estos días de las polémicas normas que el Gobierno de Berlusconi quiere aprobar sobre el llamado "proceso breve" y la ley sobre el "legítimo impedimento". Leyes que la oposición rechaza por considerar que su objetivo es evitar que Berlusconi se enfrente a los procesos judiciales que tiene pendientes.