La victoria ajustada de la centroizquierda en los comicios generales de Italia ha determinado un Parlamento muy inestable, con una mayoría absoluta en la Cámara Baja y un Senado estancado en un empate técnico. El día en el que llegaron los resultados definitivos, empezaron los análisis y se abrió el baile de las posibles alianzas, ya que urge a Italia crear a toda prisa una mayoría que pueda gobernar el país con los mercados al acecho y después del estancamiento sucedido el año pasado en Grecia.

El primero en tantear la disponibilidad de las otras fuerzas fue Silvio Berlusconi, líder del bloque derechista: "Tendremos que reflexionar todos, con gran responsabilidad: esta Italia no puede ser gobernada", declaró, mostrándose disponible a dialogar con la primera coalición, la liderada por Pier Luigi Bersani. El magnate convertido a la política hace 20 años aboga para pactar con los rivales al menos para reformar la ley electoral y elegir al futuro Presidente de la República. Sin embargo, Bersani, apoyándose en su victoria coja como en un bastón, mira como posible aliado al Movimiento 5 Estrellas, que en su debut en las urnas nacionales cosechó el 25,5% de los consensos, siendo el partido más votado.

De hecho, las combinaciones tampoco pueden ser muchas, ya que el país resultó dividido en tres: el 29,54% confía en la izquierda tradicional, arrastrada por el Partido Democrático, fusión en frío de ex comunistas y ex democratacristianos que tras años de decepciones electorales parecía haber calentado el motor. El 29,18% sigue creyendo en las promesas de Silvio Berlusconi: le bastó con decir que devolvería parte de los impuestos pagados en 2012 para salirse otra vez con la suya, a pesar de los juicios abiertos en su contra por corrupción. Sin embargo, el voto también escogió una tercera vía: Beppe Grillo, comediante popular e hiriente en principio, bloguero seguido y polémico después, nuevo líder carismático y castigador, en la actualidad.

Su Movimiento 5 Estrellas, que se presentó a las primeras elecciones locales en 2010 y conquistó a dos consejeros en una región del norte, es el verdadero ganador. Irrumpe en los palacios romanos con 54 senadores y 108 diputados. Una fuerza que presume de no doblegarse a los esquemas típicos de los partidos tradicionales: sin líder formal (Beppe Grillo no se presentó como candidato), sin directivos, sin asambleas generales ni congresos, los "grillinos" ni tienen una sede. Su casa es la Red, donde debaten, predican y hasta seleccionan a los candidatos. Nacen como "perro guardián" de las viejas fuerzas. Su misión es la oposición más que el gobierno. Ahora están en el juego. Y el final del partido depende de ellos.

Bersani lo sabe y lo reconoce: "Perdimos aún siendo la primera coalición -admitió con cara tensa y señalando que la situación es "dramática"-. Pero decimos que no a un gobierno entre Pueblo de la Libertad y Partido Democrático. Es necesario un gobierno de cambio. Buscaremos en el Parlamento una mayoría para hacer las reformas". Y por si no quedara claro de dónde espera sacar los votos que le faltan para tener la mayoría también en el Senado, su socio de coalición Nichi Vendola señaló: "Grillo es el verdadero ganador de las elecciones. No se pueden hacer alianzas que le excluyan". La novedad de la jornada es quizás que Grillo, que siempre dijo que no pactaría con nadie, deja ver una apertura: "Nosotros no somos contra el mundo, vamos a evaluar reforma por reforma, ley por ley. Si llegan propuestas que estén en línea con nuestro programa, las analizaremos".

En las próximas horas, el Presidente de Italia, Giorgio Napolitano, debería empezar a consultar con los varios líderes y finalmente entregarle a alguien, probablemente Bersani, el espinoso encargo de formar un gobierno.