Fue espectacular. Así de simple. Beyoncé ofreció anoche un gran concierto en Santiago y marcado por constantes los cambios de vestuario, las nítidas proyecciones de una gran pantalla gigante y de alta tecnología, la actuación de un notable banda de acompañamiento (integrada solamente por mujeres) y, por cierto, el talento desbordante de la cantante estadounidense reciente ganadora de seis premios Grammys.

A las 20.30 horas, con media hora después de lo previsto, la diva negra del pop apareció en escena con uno de sus mayores éxitos: Crazy in love fue recibido con una ovación y ya quedaba claro de entrada que los más de 14 mil asistentes presenciarían uno de los mejores espectáculos disponibles en la actualidad.

Arriba del escenario, Beyoncé es un torbellino: no pierde el tono mientras despliega exigentes coreografías y cada paso que da está estudiado y ejecutado a la perfección. If I were a boy, Single ladies (put a ring on it) y Halo fueron algunas de las canciones que sonaron durante la velada y que servían de excusa para mostrar su simpatía con varios guiños hacia la platea. Se acercó a los bordes del escenario y saludó y pidió coros y caminó hasta una tarima ubicada en la mitad de la cancha con una bandera chilena que recogió en el camino.

Tras 120 minutos en escena -y después de un tributo a Michael Jackson- la cantante se retiró de la tarima mientras en la pantalla se proyectaba el texto "i'm yours" (soy tuya) en alusión al nombre de la gira que la trajo por primera vez al país (I am... tour).