Quizá la literatura clásica inglesa no pueda competir con la seducción de las tablets de última generación y otras maravillas tecnológicas, aunque sí utilizarlas como su propia arma.
Esa es la idea que ha guiado a la Biblioteca Británica para descargar online lo que califica de sus "mejores tesoros literarios", una colección de 1.200 manuscritos originales, primeras ediciones, ilustraciones y cartas del puño y letra de autores universales como Charles Dickens, John Keats, Oscar Wilde, Jane Austen, Lewis Carroll, Robert Louis Stevenson o las hermanas Brontë.
El objetivo no es sólo acercar sus grandes obras a los usuarios de la era multimedia, sino principalmente hacer que esos autores resulten más accesibles. Una prueba de que sí lo fueron está en los artículos y viñetas de prensa que en 1895 daban cuenta del juicio contra el dramaturgo Oscar Wilde por "indecencia grave", y que se saldó con una condena de dos años a trabajos forzados. El Wilde de antes del ocaso pudo saborear el éxito gracias a piezas como La importancia de llamarse Ernesto, cuya primera edición figura asimismo entre los fondos que la institución londinense ha puesto a disposición en su web y que, en una primera etapa, están consagrados a las grandes firmas de la literatura romántica y victoriana.
La búsqueda del rastro de Charles Dickens en la web se traduce en dos centenares de entradas, que incluyen desde el manuscrito del prólogo de Oliver Twist o la primera edición de Un cuento de Navidad, hasta bonitos grabados de escenas de este último libro ejecutados en la época en que fue escrita o la entrada que alguien pagó en el Dublín de 1869 para conocer al mismísimo autor en una de sus últimas despedidas del público.
De Jane Austen, la Biblioteca Británica exhibe en su portal las anotaciones de la propia autora sobre lo que sus coetáneos pensaban de ella y de su obra, el debate entre sus parientes sobre cuál de sus novelas era la mejor e incluso el poco amable comentario de uno de sus colegas: "Orgullo y Prejuicio es una completa sandez".
También Charlotte Brontë, cuyo manuscrito original de Jane Eyre figura en el nuevo portal, descargaba su imaginación en pequeños cuadernos que son la primera prueba que se conoce de su ambición literaria. En 1826 escribió un relato corto ilustrado con dibujos para su hermana pequeña Anne, en una sugerencia de que ya entonces las niñas de aquella creativa familia comenzaban a idear juntas las historias que años más tarde volcaron en sus novelas y poesías.
De cómo el pintor y el poeta William Blake encaraba sus obras da cuenta una de las libretas en las que solía dibujar sus bocetos previos o escribía los primeros borradores de sus poemas. Tanto este poeta como Keats o Shelley son considerados autores difíciles para un profesorado inglés que considera todo un reto conseguir que los jóvenes se entusiasmen con la literatura.