En enero de 2012, el Pentágono anunció el retiro de entre 10 mil y 15 mil miembros de su contingente de 80 mil soldados en Europa, para destinarlos a Asia. El objetivo de la maniobra no era potenciar las fuerzas en Irak o en Afganistán, sino reforzar la presencia de EE.UU. en la región Asia-Pacífico, para -de alguna manera- contener la creciente influencia y presencia de China.
Cuando se dio a conocer esa nueva estrategia militar, se consideró a esta zona como una "región crítica"; la reciente decisión de Beijing de crear una zona de defensa en el mar de China Oriental, algo que ha generado gran tensión con Japón y Corea del Sur, estaría dándole la razón a Washington.
Es en medio de este clima que el vicepresidente norteamericano, Joe Biden, inició ayer una gira de seis días, que lo llevará por tres de las principales potencias asiáticas: China, Japón y Corea del Sur. El objetivo inmediato es aplacar la tensión entre Beijing y Tokio, cuya relación se ha deteriorado por la disputa que ambas naciones mantienen por un archipiélago diminuto de cinco islas deshabitadas y tres arrecifes en el Pacífico.
Según la agencia Reuters, en su visita a Asia, Biden tiene la misión de aplacar las tensiones militares con China y, al mismo tiempo, respaldar a Japón, su aliado. La semana pasada, EE.UU. envió dos bombarderos B-52 a la zona sin previa notificación a China, mientras que hoy se espera que reafirme la alianza con Tokio, que se remonta a la década del 50, tras la Segunda Guerra.
EE.UU. no ha dicho públicamente a quién apoya en la disputa por la soberanía de las islas, conocidas en Japón como Senkaku y en China como Diaoyu. Pero sí ha reconocido el control administrativo de los japoneses.
Anoche, además, el portavoz de la Casa Blanca Jay Carney afirmó que el gobierno estadounidense no acepta "la legitimidad de las exigencias de China para operar" en el área de identificación aérea en el mar de China Oriental. Según los analistas, Washington pretende evitar una escalada militar, pues no quiere que sus relaciones comerciales con China se deterioren.
En Japón, Biden tiene previsto reunirse con el primer ministro Shinzo Abe. El miércoles viajará a Beijing, donde se encontrará con el Presidente Xi Jinping y luego partirá a Corea del Sur. Para el sábado está previsto un viaje a la Zona Desmilitarizada, en la frontera entre las Coreas. "La finalidad del viaje es demostrar cómo el gobierno de Obama, si bien absorbido por problemas internos, sigue fuertemente comprometido con su estrategia de reequilibrio de la relación con Asia", señaló la agencia Ansa.
Pero la visita de Biden tiene también una carga simbólica, porque pese al cambio de estrategia anunciado por el Pentágono, la presencia política y del propio Obama es uno de los puntos pendientes. A comienzos de octubre, el presidente norteamericano suspendió su participación en la cumbre de Apec en Bali (Indonesia), pues en ese momento se vivía el cierre del gobierno federal en EE.UU., por la falta de un acuerdo para la aprobación del presupuesto 2013-2014. La ausencia de Obama no hizo más que favorecer a Xi y al ruso Vladimir Putin, que logró un rol destacado en la crisis en Siria y que opacó a su homólogo estadounidense.
Tras ese revés, se espera que Obama viaje a Asia en abril. Según The New York Times, la crisis entre China y Japón sorprendió a EE.UU. en un momento en que el gobierno de Obama se había enfocado en otras formas de conflicto (uso de drones y ciberataques), mientras que la tensión en el Pacífico más se parece al estilo de la Guerra Fría. Y esto, justo cuando el foco estaba en Siria y las negociaciones con Irán.