Ricardo Lunari habla con el Canal + de la tv española, que realiza un documental sobre Marcelo Bielsa. Es la época en que el rosarino conquista los corazones de la afición del Athletic de Bilbao y gran parte de sus jugadores, a quienes supo conducir hacia la final de la Europa League, tras derrotar al poderoso Manchester United en cuartos. Eso, sin contar también la final de la Copa del Rey en la que cayeron derrotados ante el Barcelona de Messi. El ex jugador de la Universidad Católica, recuerda. "Un compañero mío un día dice '¿dónde está el martillo?'. 'Lo tiene el loco', refiriéndose a Marcelo. Él escuchó eso, nos citó a todos, nos sentó y nos preguntó uno por uno si sabíamos que a él lo llamaban 'el loco'. Por supuesto, todos nos hacíamos los tontos. 'No, no, no', hasta que un compañero mío le dijo 'sí, debe ser por la forma que usted tiene de trabajar'. '¡Cómo me van a decir así!', dijo. Desde un primer momento a él no le gustó para nada que lo conozcan como el loco".
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El tiempo ha pasado y Marcelo Bielsa ya no está en España. Tampoco en Marsella, su destino posterior a San Mamés. Hoy, el día en que se cumplen diez años desde el aterrizaje en Chile del hombre que da nombre al estadio de Newell's, él se encuentra en Francia dirigiendo al Lille, cuadro y afición que de a poco comienzan a entender las particularidades de uno de los entrenadores más influyentes del mundo en las últimas tres décadas de la historia del fútbol.
Y la pregunta, molesta, se la repiten cada tanto en cualquier lugar al que llegue a desplegar su personalidad, encantadora con la comunidad y exigente con los futbolistas: ¿por qué le dicen "loco"? Acá, quizás una de las pocas veces que se animó a hablar del calificativo: "Porque algunas respuestas que elijo no coinciden con las que se eligen habitualmente", declaró en 2014.
Estas, son algunas ocasiones en las que el entrenador de Chile en el mundial de Sudáfrica 2010 fue tildado de loco, cuestionado por sus métodos o simplemente rotulado de forma arbitraria y sin motivo aparente. Como se trata de Bielsa, terminó teniendo razón.
Argentina dividida en 70 partes, recorrida en un Fiat 147
Marcelo Bielsa había decidido retirarse como jugador de fútbol profesional, dedicarse a estudiar el comportamiento del cuerpo humano -educación física- y transformarse en entrenador. En aquella labor, su profesión hasta el día de hoy luego de esperar algunos años, comenzó adiestrando a un puñado de jugadores jóvenes de Newell's, una de las vertientes más importantes de talento en el fútbol argentino. Cuando le tocó asumir, Bielsa decidió partir el mapa de su país en zonas que fue visitando a la hora que fuera, en un Fiat 147 de color blanco, según cuenta "La Vida por el Fútbol", la biografía de Marcelo Bielsa escrita por el periodista Román Lucht. Ese mapa, de setenta ubicaciones, luego dividido en cinco subsectores, fue recorrido para encontrar una de las mayores camadas del fútbol argentino en los últimos años.
Fue en 1982 cuando Jorge Griffa, mentor de Marcelo Bielsa, lo acompañó en el viaje más trascendental de su carrera. Una noche tras irse de un asado luego de escuchar la leyenda de un centrodelantero fornido que estaba a punto de fichar por Rosario Central, un joven Bielsa y un no tanto Griffa, llegaron a la casa de uno de los entrenadores más valorados hoy por hoy en la Premier League y el fútbol europeo. Tras los sucesivos golpes en la ventana, les abrió la puerta de esa casa de Murphy, cerca de Rosario y a la una de la mañana, la madre de Mauricio Pochettino.
"Se presentan a la una de la mañana en un pueblo de tres mil habitantes donde ni los perros están despiertos. Mi madre no conocía a nadie, pensó que nos querían robar o algo por el estilo", recordó Mauricio Pochettino a Canal +. Tras tomar café y explicar sus intenciones, el dúo de entrenadores de Newell's destapó las piernas del jugador acostado. El niño de catorce años y casi un metro ochenta de estatura sólo escuchó "qué piernas de futbolista, qué pinta de futbolista". Así comenzó la carrera del estandarte defensivo del Newell's que llegó a ser bicampeón nacional y subcampeón de la Copa Libertadores. En circunstancias similares fueron reclutados jugadores como Ricardo Lunari, Eduardo Berizzo o Gabriel Batistuta. Diez futbolistas que trabajaron en las divisiones inferiores con Bielsa, luego subieron con él al primer equipo. Lejos de ser una locura, el viaje y las molestias entrada la noche se pagaron solas.
Medel de defensa central
José Sulantay declaró hace algunos días que se había desaprovechado mucho a ciertas figuras que lograron el tercer lugar para Chile en el Mundial Sub-20 de Canadá el 2007. Uno de los apuntados fue Gary Medel, el defensa central titular indiscutible junto a Gonzalo Jara en la Selección de Chile. ¿Quién fue el entrenador que lo cambió de posición? Un joven Medel debutó en la UC jugando de lateral derecho, dirigido por Jorge Pellicer. Ahí, le tocó marcar a Marcelo Salas, a quien acarició con rudeza cada vez que pudo. Posteriormente, se conoce al Medel volante central, que emigra a Boca Juniors y le anota dos goles a River Plate en el clásico del fútbol argentino. Marcelo Bielsa, entrenador de Chile entonces, decide ubicarlo, primero en la posición en que debutó: como lateral por la diestra. El movimiento natural del equipo fue haciendo que al desprenderse un lateral izquierdo, fuera Roberto Cereceda o Arturo Vidal, Chile quedara con tres defensores, siendo Medel el marcador por derecha en aquel dibujo circunstancial.
De ahí a colgarse la chapa de defensor quedaba solo un paso. Alguna vez jugó de volante derecho -como en el triunfo de Chile frente a Venezuela de visita en la era del rosarino- pero la suerte de Gary ya estaba echada. "Está claro que es un jugador con ferocidad defensiva, que le gusta quitarle la pelota al rival. Él tiene esa virtud. Además, es el mejor cabeceador del equipo. No me parece descabellado que juegue en esa posición; es muy potente y capaz de igualar la fuerza y capacidad de cualquier centrodelantero", dijo un previsor Bielsa sobre un jugador que posteriormente destacó como central en el proceso clasificatorio a Brasil, posterior mundial, la Copa América de 2015 -donde llegó a actuar como defensor izquierdo marcando a Messi-, la Copa América Centenario de 2016 -formando dupla junto a su socio de siempre Jara- y la Copa Confederaciones de 2017 en la que Chile cayó derrotado por Alemania en la final. Actualmente, Medel, otrora volante central, actuó como defensor central en el Inter de Milán durante la última temporada y lo ha hecho con cada entrenador que llegó a la selección luego de Bielsa, a excepción de la era de Claudio Borghi, donde jugó en la posición que más le acomoda a José Sulantay.
Big Mac pour Gignac
Alguna vez a Humberto Suazo, cuando jugó en el Real Zaragoza y fue clave para evitar el descenso de aquel equipo, le apodaron "Paquirrín". El sobrenombre, hacía alusión a una comparación con el hijo de Isabel Pantoja, sobre todo esbozando un supuesto sobrepeso. Eran tiempos de Sudáfrica 2010 y Bielsa daba ruedas de atención a los medios luego de cada amistoso o en la previa de los duelos de Chile, como era costumbre. Al ser abordado por la prensa europea sobre las opciones de Suazo en el Zaragoza, Bielsa se salió del libreto como casi nunca y solo dijo "¿qué más les puedo decir sobre Suazo…¡que lo compren!".
Alguna vez le escondió los alfajores a un joven Gabriel Batistuta o le apuntó perfecto a los tres kilos de sobrepeso que tenía Gary Medel, quien decía estar en plenas condiciones. Las hinchadas rivales del Olympique de Marsella le gritaron durante años cada fin de semana "Big Mac Pour Gignac" al centrodelantero del que sería luego el equipo de Bielsa. Una burla, como la de los españoles a Suazo, que aludía a un sobrepeso del hoy compañero de Eduardo Vargas en México. Bielsa sabía que el jugador no se encontraba en plenas condiciones y quedó plasmado en una historia en la que, obviamente todos pensaron primero que Bielsa estaba diciendo alguna locura en vez de algo totalmente lógico. "Yo te conozco de memoria, sé todo acerca de tu carrera", le dijo Bielsa al francés según consignó L'Equipe en los primeros días de Marcelo en Marsella.
Bielsa no mentía: había visto, al igual que cada vez que llegó a un equipo, los 48 partidos de la temporada anterior. En ellos, André-Pierre Gignac aún con sobrepeso, había sido el goleador de su equipo. "Si bajas dos kilos, harás 25 goles", dicen que fue la sentencia del rosarino. Otros, que Bielsa consignó que Gignac sería el goleador de la competencia. La historia, evidentemente quedaría mejor con otros números, pero tampoco son despreciables los reales: el francés anotó 21 veces y fue sub-líder de la tabla de goleo. Bajó, no dos, sino seis kilos antes de lograrlo. "¿Los seis kilos de Gignac? No fueron gracias a mí, si no, lo aplicaría conmigo", dijo Bielsa tras la campaña.
Hay que marcar a Sorín
Marcelo Bielsa también dirigió a Vélez en Argentina. El ex cuadro de José Luis Matador Sánchez o Waldo Ponce, fue campeón de la mano del rosarino, no sin algunas anécdotas llamativas. La que más ilustra a un Bielsa con la razón y siendo enjuiciado por el resto, tiene que ver con la petición para un futbolista en la previa de un partido frente a River Plate. Martín Posse entrenó duro en la semana. Demasiado. Le hizo caso a Bielsa en los ensayos, quien le dijo "tenés que perseguir a Sorín hasta abajo de la cama si es necesario".
"Mire Marcelo, la verdad para mí, es un esfuerzo muy grande el que tengo que hacer para perseguir al rival. Siento que pierdo fuerza y me desgasto demasiado en algo que no es mi función principal", dijo el delantero a Bielsa, caracterizado siempre por contemplar ambas fases del juego entre las obligaciones de sus futbolistas. "No hay inconveniente, Martín. Negocie. Si usted se pone de acuerdo con Sorín para que no pase en todo el partido, no hay ningún problema" dijo Bielsa ante la mirada incrédula de sus dirigidos. El encuentro, terminó igualado 1-1 y el gol de los millonarios lo hizo a cinco minutos del pitazo final, Juan Pablo Sorín.
Scoponi, salir jugando y las pifias del público
Así como una de las máximas que acompaña al dogma de moda en el fútbol mundial -aquel que reza que salir jugando es mejor que salir largo buscando el pivoteo de algún compañero-, alguna vez existió otra que tenía que ver con salir siempre por los costados, nunca por el centro del campo -un alto porcentaje de las salidas de la selección chilena son por aquella vía, accidentes como el de Marcelo Díaz en la final de la Copa Confederaciones mediante.
Las hinchadas se han manifestado contra cualquier expresión contracultural en este sentido, en la mayoría de las ocasiones. Cuando un equipo sudamericano toca hacia atrás como lo hace el Barcelona, seguramente caerán algunas pifias. Ya lo dijo Bielsa para elogiar lo bueno que hacía Guardiola con su Barça, revolucionando aquel concepto del toque temprano, seguramente sin parecerle un estilo muy cercano o propio. La raíz de esta apreciación, se encuentra en uno de los personajes por los que alguna vez profesó admiración de forma pública: Louis Van Gaal, padre de la máquina del Ajax a fines de los años ochenta. "El Ajax realizaba, en promedio por partido, 37 pases hacia atrás. El aficionado los rechaza, por ansioso, pero indudablemente, esa jugada es el comienzo del nuevo intento", dijo Marcelo Bielsa.
Su selección chilena jugaba de igual manera en la mayoría de las ocasiones -cómo olvidar esa salida de Bravo y Medel en Colombia o la de Jara en Paraná jugando contra Brasil-, pero no siempre fue igual con Bielsa. Siempre se discute sobre su capacidad de ser flexible o se afirma con extraña certeza que si jugaban juntos Crespo y Batistuta en Corea-Japón Argentina pasaba de ronda. Se le reprochó alguna vez que Saviola no ingresara simplemente por tener los suficientes centrodelanteros ya en el campo: uno. Pero una de las historias más clásicas de Bielsa, por la que siempre se le apunta como un personaje atípico o simplemente con el feo adjetivo de "loco", es la de Norberto Scoponi.
El arquero debía, en vez de salir jugando, lanzar los saques de fondo y cualquier jugada en la que interviniera para reanudar un intento de ataque, directo hacia lo ancho de la cancha, lo más lejos posible. El abucheo del público, caía como si de un equipo sudamericano tratando de salir jugando desde el fondo 0-0, pasados los veinte minutos del primer tiempo, se tratara.
La esencia de la jugada quizás es lo que más retrata las veces que Bielsa fue tomado por loco: nunca ese Newell's se vio mejor que presionando arriba. De forma insólita, era un equipo al que le acomodaba mucho más presionar a esas alturas de la cancha para recuperar, lejos de su arco, que salir jugando el balón ante la presión del rival, como hoy está de moda. ¿Qué sería de Chile en las finales de las Copas América de 2015 y 2016 sin las posesiones altas que consiguió para desahogar la presión rival tras un cabezazo de Arturo Vidal habilitando un compañero luego de un saque de Bravo? ¿Sin su presión sobre la posesión rival en el último cuarto? Algo muy distinto a lo que nos hizo tan felices. De seguro, a la distancia, Bielsa sonrió y Scoponi volvió a contar la historia que les acomoda a algunos, cada vez menos: la del loco Bielsa.