El revuelo que hubo el martes a las afueras del Teatro Harmond, en el centro de Washington, era como el de una noche de estreno: con fotógrafos y camarógrafos acosando a notables asistentes y alrededor más de un curioso.

No era una nueva obra, era un evento sobre salud pública. Pero los participantes eran "estrellas" que poco se dejan ver por la capital estadounidense: Bill y Melinda Gates, las cabezas de la fundación privada más grande del mundo, creada por el ex jefe de Microsoft cuando se retiró de la compañía.

Con la gala se cerró una jornada de intensa actividad para los Gates en la capital estadounidense, donde estuvieron pidiéndole al gobierno que, con todo y la recesión, siga financiando iniciativas globales de salud con el fin de reducir la mortalidad infantil a la mitad para 2025.

"Los programas de salud financiados por EE.UU. están salvando y mejorando las vidas de millones de personas, a un notablemente bajo costo. Todos los estadounidenses deberían estar orgullosos de ese éxito", afirmó Bill Gates en un encuentro con la prensa.

LAS PRUEBAS VIVAS
"La ayuda estadounidense ya contribuyó a reducir las muertes de niños en más del 50% en los pasados 50 años. Si mantenemos nuestro compromiso es posible rebajarlas a la mitad de nuevo dentro de sólo 15 años", aseguró Bill Gates, para quien no harían falta nuevas estrategias, sino mantener las que hoy existen.

Uno de los proyectos más destacados por los Gates es la iniciativa contra el Sida que puso en marcha el gobierno del presidente George W. Bush en 2003 y que, pese a las críticas sobre un supuestamente excesivo contenido religioso, se estima que ha ayudado a salvar hasta un millón de vidas.

Otro ejemplo es el Fondo Global para el combate del Sida, la Malaria y la Tuberculosis, una iniciativa internacional público-privada que recibe un tercio de su presupuesto del gobierno estadounidense.

"Los fondos gubernamentales que vienen de EE.UU están haciendo una gran diferencia en el terreno en el mundo en desarrollo. Es palpable la gran diferencia que están teniendo en salvar vidas", aseguró Melinda Gates.

Según los Gates, su fundación ha invertido US$11.900 millones en la salud global en la última década, pero "nuestro dinero es poco" y por eso consideran necesario que EE.UU. y otros gobiernos mantengan el flujo de recursos en beneficio de las naciones menos desarrolladas.

De acuerdo con cifras del Departamento de Salud de los EE.UU. en el 2009 se han destinado a proyectos sanitarios en otros países unos US$7.700 millones, lo que representa un crecimiento exponencial desde los US$1.500 que se comprometieron en 2001.

MALA SALUD ECONÓMICA
La presentación de los esposos-filántropos en Washington fue la cúspide de una campaña publicitaria lanzada el mes pasado por la Fundación Gates en la que se destaca el éxito de los planes de salud financiados por el gobierno estadounidense en otras partes del mundo.

La campaña se denomina El Proyecto de la Prueba Viva y recoge la experiencia de personas de varias partes del mundo beneficiadas por los programas financiados con dólares estadounidenses.

Desde planes contra el sida y la malaria en Etiopía, Egipto o Costa de Marfil, hasta un exitoso programa de vacunación contra el rotavirus en Nicaragua que ha ayudado a reducir las muertes por diarrea y deshidratación.

Pero la crisis económica ha hecho temer que muchas de esas organizaciones que trabajan en proyectos de salud en países en vías de desarrollo puedan perder, o al menos ver reducidas las fuentes de sus fondos, lo que podría comprometer el éxito del trabajo que desarrollan.