Agatha Christie era "la reina del crimen", pero Patricia Highsmith rápidamente fue "la poeta del miedo". No sólo porque sus novelas eran intrincados thrillers psicológicos; Highsmith era de temer: ruda, perversa y racista al punto de ser antisemita. "Era un ser humano malo y cruel", sintetizó en una entrevista Otto Penzler. "¿Pero sus libros? Brillantes", acotó el editor de siete obras de la escritora.
Highsmith era, por sobre todo, talentosa. Nominada tres veces al premio Edgar y candidata al Premio Nobel en 1991, la escritora pensaba que la vida "no tiene sentido si no hay crimen en ella". Escribió 22 libros donde triunfaban los malos y su personaje más exitoso fue Tom Ripley, un estafador amoral, sexualmente ambiguo y asesino. Pero tras su talento ocultaba una historia de vida tan turbulenta como las novelas que escribía, y Joan Schenkar desmenuzó durante ocho años la vida de la escritora para escribir la biografía The talented Miss Highsmith: the secret life and serious art of Patricia Highsmith, recién lanzada en EEUU. Schenkar tuvo acceso a ocho mil páginas de documentos inéditos, 38 cuadernos y 18 diarios de vida que Highsmith dejó tras su muerte el 4 de febrero de 1995, luego de 74 años de vida.
"Las conexiones entre su trabajo y su vida son absolutamente cruciales, y en mi libro se detallan cada una de ellas", afirma Schenkar a La Tercera. La biógrafa ahonda en los traumas de Highsmith que afectaron su obra, como la relación tortuosa que tenía con su madre. Esta dejó a Patricia a cargo de su abuela en Fort Worth durante los primeros años. Highsmith nunca olvidó el abandono ni que su madre le revelara que había tratado de abortar cuando la esperaba. La relación inspiró el cuento The terrapin, donde un joven apuñala a su madre.
"Highsmith es la menos entendida y más misteriosa de los escritores norteamericanos de fines del siglo XX. Ningún escrito sobre ella captura sus profundas contradicciones ni los secretos que escondía", dice Schenkar, aludiendo a la amistad que sostuvo la escritora con la actriz y cantante Judy Holliday.
La escritora era celosa de su vida privada, y sólo en la biografía se sabe de las innumerables amantes que tuvo. Vivió recluida en Greenwich Village, con más de 300 caracoles de mascota, hasta mediados de los 80, antes de emigrar a Suiza, a fin de evadir los impuestos que tanto la malhumoraban y para escapar de una sociedad en donde era una paria social. Schenkar lo atribuye a su lesbianismo, tema que desarrolló en Carol, novela donde se veían atisbos de un "tradición existencialista", como escribió Michael Dirda en New York Review of Books.
Desde su primera novela en 1950, Extraños en un tren, Highsmith presentó a criminales inmunes a los códigos morales. Cinco años después llegó El talento de Mister Ripley, cuyo protagonista -un adorable y seductor asesino- aparece en otras cuatro novelas. Pero para entender al carismático criminal hay que comprender a la autora, y hasta hoy la biografía más completa es la de Schenkar. Para el New York Times, se trata de "una biografía literaria fuera de lo común", con una voz "asertiva, y muy digna de Highsmith".