Mauricio Macri luchó a lo largo de su vida y carrera política con tres enemigos para llegar a la Presidencia de Argentina, en diciembre de 2015. Su padre, el empresario Franco Macri; su gran rival política, Cristina Fernández de Kirchner, y él mismo. Ese es uno de los puntos que se desprenden del libro Macri. Historia íntima y secreta de la élite argentina que llegó al poder, de la periodista argentina Laura di Marco y que acaba de ser publicado.

El mismo Presidente accedió a ser entrevistado por Di Marco (autora de los libros Cristina Fernández. La verdadera historia, y La Cámpora. Historia secreta de los herederos de Néstor y Cristina Kirchner) y ya en las primeras páginas el propio gobernante cuenta la difícil relación con su padre, Franco, algo que en no pocas ocasiones ha sido ventilado por la prensa argentina.

"Cuando vos la aguantaste de tu padre, que es el tipo que más soporté en esta vida, creo que aguantás todo. Y por otro lado, yo no hubiera sido quien soy si no fuese por papá. Tengo claro que recibí una buena educación. Que me entrenó, a veces en su forma alocada, porque la verdad que, a los cinco años, ir a las obras los sábados a la mañana y dibujar, estaba bueno, pero a los 12 ir de viaje con él por Europa y comerme reuniones de cinco, seis horas para armar un consorcio para una obra, era una desgracia", sostiene Mauricio Macri en el libro al referirse al empresario que en los 90 era considerado uno de los hombres más ricos de Argentina.

En el libro de Di Marco, también se aborda la compleja relación con Cristina Fernández, desde los años en que Macri era alcalde de la ciudad de Buenos Aires. Y reconstruye dos diálogos que tuvieron ambos días antes de que la primera dejara la Casa Rosada y el segundo asumiera el gobierno argentino. Se trata de unas conversaciones de antología que logran sacar de las casillas a Macri al punto de tratar a la entonces Presidenta de "psicópata".

El asunto de la discusión entre ambos era el lugar para el traspaso de mando. Cristina K quería que fuera en el Congreso y su sucesor, en la Casa Rosada. En un cara a cara en la residencia presidencial de Olivos, la aún gobernante asegura que "la Constitución dice claramente que es en el Congreso", pese a que eso no aparece en la Carta Magna. No se lograron poner de acuerdo y la reunión concluyó.

Días después Cristina Kirchner llamó por teléfono a Macri, quien se aprestaba a tomar una siesta. Juliana Awada, la esposa del entonces Presidente electo, escuchaba una y otra vez a su esposo que decía: "No es así, señora. No es así, señora. No es así, señora". Cristina K, al insistir en que el acto fuese en el Congreso usó el argumento de que "lo que pasa es que vos sos ingeniero y no entendés la Constitución".

Macri trató de ganar un punto cuando le preguntó "¿De quién es la celebración del día 10 de diciembre? ¿Suya o mía?", ante lo que ella concedió: "Tuya". Pero de inmediato ella volvió a la carga: "¡Sí! ¡Es tu fiestita con tu amigos de Barrio Parque! ¡Pero no tenés idea de lo que decís!", con lo que Macri perdió la compostura y subió el tono de la voz, tras lo cual la mandataria alegó malos tratos: "¡No puedo creer que me faltes el respeto de esta manera! Que maltrates a una mujer de esa manera!", tras lo cual colgó el teléfono. Macri "empapado en sudor", cuenta

Di Marco, calificó entonces de "psicópata" a la mandataria y tuvo que tomarse un calmante "para poder conciliar el sueño".

Macri, forjado a la sombra de su padre y golpeado por el trauma del secuestro del que fue víctima, buscó ayuda para surgir, primero como presidente de Boca Juniors y más tarde como dirigente político. Para eso trató sus miedos con un sicólogo, y se apoyó en el estratega político ecuatoriano Jaime Duran Barba.

Según Di Marco, Durán Barba "es un tipo que ha comprendido cómo se construyen los liderazgos de las nuevas democracias, y Macri, como tiene convicciones económicas pero no tiene convicciones políticas fuertes, ha adoptado mucho la filosofía" del gurú ecuatoriano.