Sábado 13 de enero

9.00: Dos días antes del inicio del viaje. Los periodistas deben presentarse en la oficina de prensa vaticana, la sala stampa, para hacer los últimos pagos y recibir los pasajes. En este vuelo se incorporan a la comitiva habitual 13 periodistas y camarógrafos de Chile y Perú, incluida La Tercera. Novatos. Un periodista español con más de una década de vuelos papales en el cuerpo se ofrece a ayudar a algunos y permitirles navegar en ese complejo proceso, para evitar errores.

14.00: Los periodistas chilenos y peruanos son citados en la sala de prensa para recibir "instrucciones". La subdirectora de la sala stampa, la española Paloma Ovejero y Matteo Bruni, encargado de dirigir la comitiva, dejan claro las estrictas normas del viaje. Los periodistas reciben los discursos la noche anterior con embargo. Cualquier violación, advierten, será detectada. En Roma se revisan los medios y las redes sociales para evitar filtraciones o errores.

Lunes 15 de enero

4.40: Tras un rápido check in y despachos de último minuto, los poco más de 70 periodistas embarcan por la puerta B22. Con la excepción de los camarógrafos y las radios, los periodistas no tienen asientos asignados, por lo que al ingresar a la cabina el objetivo es encontrar el mejor puesto. Serán 15 horas de vuelo. El grupo debe ocupar la última cabina de clase turista del Boeing 777 que lleva al Papa. La cabina anterior va vacía y más adelante se distribuye la seguridad papal encabezada por Domenico Giani, los primeros que salen siempre del avión.

9.50: En la reunión del sábado se había informado que en el viaje de ida, el Papa acostumbra pasar a saludar a los periodistas. "Es un momento más personal", dice Paloma. Y ese momento había llegado. Antes de las 10, el Papa aparece por el pasillo izquierdo del avión en medio de la expectación. Luego de unas breves palabras recorre saludando uno a uno a los periodistas. Algunos le traen regalos, otros les piden bendiciones y otro grupo intenta sacar igualmente alguna declaración. El Papa conversa distendido y responde, excepto cuando le preguntan por qué no va a Argentina. Al llegar a Santiago, pasadas las 19.00, todos intentan conectarse a internet para enviar sus notas lo más rápido posible, antes de que Bruni los conmine a bajar del avión.

Martes 16 de enero

5.15: Los periodistas siempre tienen que llegar antes que el Papa, por lo que los horarios son estrictos y deben cumplirse. "Si ustedes no llegan al llamado, se quedan fuera, nadie los va a ir a buscar", habían dejado claro el sábado. Dos grupos de Telegram permiten a todos estar informados de lo que va pasando en las distintas actividades.

Miércoles 17 de enero

4.45: Las recomendaciones de veteranos vaticanistas es "cuando tengan una posibilidad para dormir, aprovéchenla". Al tercer día ya se comienzan a ver las consecuencias del escaso sueño y la intensa agenda. Ese día el destino es Temuco. Hora de check in en el hotel: 4.45. El vuelo parte a las 9.30 y regresa a las 17.00. Durante el viaje, el presidente de Latam, Ignacio Cueto, recorre la cabina y, en algunas, ocasiones sale de la parte delantera el director del L'Osservatore Romano. Es el único minuto en que se tiene más contacto con el resto de la comitiva que se mueve separada.

Jueves 18 de enero

4.30: Último día en Chile. El programa de trabajo que se le entrega a cada periodistas fija la salida del hotel a las 6.15. Camino al aeropuerto muchos comentan los mensajes de Telegram con el anuncio del saludo del Papa a los periodistas en la Nunciatura. Luego a bordo del avión el caos. Cuando se anuncia que por primera vez un Papa casó a una pareja en un avión el tumulto es total. Codazos, empujones, gritos. Se acuerda un embargo para dar tiempo a todos a despachar, pero el tuit de Antonio Spadaro, director de Civiltá Cattolica sepulta el acuerdo.

10.35: Al llegar a Iquique, el escaso público vuelve a sorprender a los vaticanistas, mientras se instalan en la sala de prensa habilitada en playa Lobito. La noticia de que el Papa habló sobre el obispo Barros remece a la comitiva. Hay consenso que el tema ha marcado la visita. A las 15.00 la comitiva Vamp, como se identifica a la delegación de periodistas vaticanos, parte hacia el aeropuerto de Iquique rumbo a Lima. Y en la capital peruana el contraste con el poco entusiasmo de Chile es total. Los periodistas desembarcan por la escalera de atrás del avión como siempre y se encaminan hacia la sala de prensa. Cerca de las 20.00, traslado al hotel en Lima. El lugar es comentario obligado entre los periodistas por el jacuzzi en la pieza y la imagen de unos labios carnosos lanzando un beso en el baño. No muy ad-hoc para el perfil del grupo.

Viernes 19 de enero

5.00: Check in para el viaje a Puerto Maldonado en el hotel. El viaje a la Amazonia tiene emocionados a muchos periodistas, en especial europeos. "No se va todos los días al Amazonas", dicen, mientras preguntan si habrán muchos mosquitos y si es verdad que andar de negro atrae a los zancudos. Es la parte más importante del viaje a Perú y lo tienen claro. A las 10.15 el avión llega a un Puerto Maldonado con 28 grados y alta humedad. El grupo se divide. Unos rumbo a la sala de prensa, otros al acto del Papa con los pueblos originarios. Al regreso, como es habitual antes de embarcar a todos los vuelos, hay que dejar las mochilas en fila para que las olfateen los perros policiales y luego cada uno es revisado por detectores de metales.

Sábado 20 de enero

4.30: El check in está listo en el hotel. A las 5.45 el grupo parte para el aeropuerto. Destino Trujillo. Es el día de la religiosidad popular. Durante el vuelo, cuatro Mirage escoltan al avión papal. Lo habían hecho antes, pero esta vez la cercanía moviliza a los periodistas que piden fotos a quienes están sentados junto a las ventanas. La jornada es larga y solo a las 19.40 está previsto el regreso a Lima. El domingo será menos intenso y a las 18.45 está prevista la partida hacia Roma. Es el momento más esperado del viaje. El Papa ofrecerá su ya tradicional conferencia de prensa, lo que justifica el cansancio y la intensidad del viaje.