Un clima de alta tensión entre La Moneda y el gobierno de Bolivia se produjo ayer tras la salida de Chile de los tres soldados bolivianos que permanecían detenidos por cruzar ilegalmente la frontera portando un arma.

A primera hora, y luego conocerse la libertad de los conscriptos mediante un acuerdo con la fiscalía, el Presidente Evo Morales calificó la acción como un "triunfo de su país" y llamó al gobierno chileno a "pedir perdón".

Durante un acto de entrega de dos aeronaves en la base aérea de Cochabamba, Morales aseguró que "lo mejor que puede hacer el gobierno de Chile es pedir perdón a los tres soldados", acusando de "soberbia" a las autoridades nacionales.

Las palabras de Morales -que ha calificado la detención como un acto de "venganza política-, eran seguidas con atención por el canciller Alfredo Moreno, y provocaron fuerte malestar en el gobierno.

Pasado el medio día, el canciller se trasladó a La Moneda para dar una respuesta oficial en la que apuntó al rol de las autoridades del vecino país en el incidente. "La responsabilidad recae en las autoridades bolivianas, que deben instruir a sus soldados, a sus policías, sobre la ubicación del límite y proveerle toda la capacitación e instrumentos para que no traspasen la frontera de nuestro país. Esto no puede volver a suceder", señaló, el canciller.

Con la declaración se buscaba dejar en claro a Bolivia que en caso de producirse un nuevo incidente de esta naturaleza, Chile aplicará las mismas vías legales.

La Moneda acusa falta de cooperación

En un diseño inédito desde la detención, además de Moreno respondieron a Bolivia el titular de Interior, Andrés Chadwick y el vocero (s) Mauricio Lob, generando así una respuesta en bloque.

Al igual que el canciller, Lob planteó la falta de colaboración por parte de Bolivia para acelerar la salida de los conscriptos y remarcó que "Chile jamás va a pedir perdón por respetar la ley, los tratados y sus fronteras".

A esas alturas, el gobierno ya estaba al tanto de las declaraciones de la ministra de Comunicaciones de Bolivia, Amanda Dávila, quien escaló el discurso contra Chile, acusando un estancamiento de la relación bilateral con el gobierno de Piñera, reforzado -según dijo- tras el impasse por la detención de los soldados.

"El gobierno considera que las relaciones con Chile están en un punto muerto entre tanto esté el Presidente Piñera en el gobierno. No existe la posibilidad de acercamiento ni de diálogo por las tensiones que se han producido, no de ahora, sino desde el momento en que el Presidente Piñera entra al gobierno e interrumpe una relación de acercamiento que se estaba dando entre los dos países con el gobierno de Michelle Bachelet", señaló la ministra.

Dávila también calificó como "afectada" la relación bilateral y aseguró que "es muy difícil que se vuelva a dialogar" con el gobierno.

Las declaraciones de Dávila fueron interpretadas como una reacción del núcleo más cercano a Morales y resultan significativas pues hasta ahora el mandatario boliviano -pese a haber anunciado una demanda en cortes internacionales por una salida al mar- nunca ha desechado el diálogo.

En el gobierno atribuyen la reacción de Bolivia a dos factores: por un lado, la campaña electoral de Morales para conseguir la reelección, considerando que el tema marítimo concita rédito político y, en segundo término, los cambios que se formularon a la Constitución en 2009 y que obligan a desahuciar unilateralmente al Tratado de 1904 con Chile.

Esto, considerando que uno de los artículos califica como "irrenunciable" el derecho de Bolivia a una salida al mar con soberanía, y otro -de carácter transitorio- señala que a diciembre de este año se deben renegociar o desahuciar todos los tratados internacionales que no estén en concordancia con la Constitución.

En esa línea, tras las declaraciones de Dávila ayer Moreno señaló a La Tercera que "le hemos señalado a las autoridades bolivianas que nos señalen cuál es la implicancia de la Constitución respecto del tratado", recordando que "Chile ha mostrado su mejor disposición a dialogar".